Al inicio formal de las campañas políticas que informalmente empezaron hace un buen rato, las diferencias observadas durante más de un año en las ideas políticas de un lado y del otro quedaron más que claras: no son lo mismo.
Claudia Sheinbaum explicó, frente a un Zócalo que confirma la aceptación de la gente a la ex jefa de Gobierno, el México que se propone, y puso el acento en la movilidad.
El proyecto de la candidata hizo volar la imaginación de los asistentes, que idearon, seguramente, un país conectado a lo largo y ancho con vías férreas; pero no solamente, porque compartió la idea de crear, también, un sistema de puertos que sería decisivo para la economía del país.
Claudia no dejó huecos. La seguridad es un importante punto, tal vez el que más, y por ello desde su discurso en el INE días antes, explicó que se buscará la justicia por todos los medios, y no habrá, por ello mismo, lugar para la represión.
Pero hay algo que llama la atención y es esa idea de lograr coordinación entre los poderes de la Unión, es decir, establecer un método de gobierno que no pugne por la sumisión y que en su lugar aliente el diálogo que dicte la razón y abra el camino de la justicia.
Dejó en claro, entonces, que hay plan, que se ha estudiado el país para fortalecer los puntos débiles de los que se vale la oposición para tratar de menoscabar la fuerza de la 4T, aceptada por casi todos.
En general, rompió los cánones, la norma, porque no sólo es el aviso de que sí habrá un gobierno fuerte y decisivo, sino que puso a consideración de la gente la ruta a seguir para ponerle el segundo piso a la misma 4T.
Del otro lado, la seño de las gelatinas se tragó el chicle y cuando muchos esperaban que lanzara algo guardado hasta ese momento, algo que diera idea de hacia dónde se dirige la derecha conservadora, a lo más que llegó fue a prometer violencia, otra vez.
Los regímenes de la derecha, que por más que se diga fueron los creadores de una guerra que, no obstante el poco reconocimiento, va a la baja, insisten ahora con la seño de las gelatinas, antes con Calderón y Peña, en seguir la ruta de la sangre.
La apuesta es más violencia, salida que nos muestra que no hay proyecto, que se hace lo que desde algunos rincones de las organizaciones privadas se le dicta, porque a final de cuentas nadie puede decir que se trata de una candidata libre. Todos sabemos a quiénes sirve y quiénes la contrataron.
El hueco de propuestas de gobierno de la derecha se mira desde todos lados: las transmisiones televisivas, las más sobre los actos de campaña de la candidata y los grandes y graves errores cometidos frente a las cámaras, amén de la carencia de ideas, ponen de manifiesto la diferencia que se abre entre una y otra. Ni modo, así son las cosas.
De pasadita
Algo grave pasa en Nuevo León. El Tribunal Electoral consideró que Acción Nacional no pudo probar que su militancia estuviera de acuerdo y apoyara la decisión de ir en coalición con PRI y PRD, y eso obligó a la autoridad electoral a tirar la alianza.
El asunto es algo más que grave porque eso podría decir que todos los candidatos de la alianza de la oposición no cuentan con el respaldo del partido, es decir, no podrían formar parte de la alianza.
No hay tiempo para que el PAN pueda subir a un nuevo o nueva candidata. El asunto, desde luego, crecerá en los siguientes días por más que se trate de ocultar, porque las consecuencias podrían marcar la elección venidera y también la historia electoral de México. ¿Verdad que hace falta una reforma política?