Buenos Aires. Luego de afirmar que podía gobernar sin el Congreso e insultar opositores, el presidente ultraderechista argentino, Javier Milei, convocó a líderes de todas las fuerzas políticas a firmar un pacto fundacional de una nueva Argentina.
El mandatario formuló el viernes la propuesta, que incluye una reforma política, laboral, previsional, fiscal, de explotación de recursos naturales y de apertura comercial, durante la ceremonia de apertura de las sesiones ordinarias del Congreso, la primera de su gestión.
“Quiero aprovechar esta ocasión para extenderles una invitación: quiero convocar tanto a gobernadores como expresidentes y líderes de los principales partidos políticos a que depongamos nuestros intereses personales y nos encontremos el próximo 25 de mayo en la provincia de Córdoba para la firma de un nuevo contrato social llamado Pacto de Mayo, que establezca los diez principios del nuevo orden económico argentino”, indicó Milei.
La fecha coincide con la celebración de la llamada Revolución de Mayo de 1810, que despejó el camino para la independencia del país sudamericano del reino de España.
Los diez pilares de la refundación de la Argentina propuesta por Milei son: inviolabilidad de la propiedad privada, equilibrio fiscal innegociable, reducción del gasto público en torno al 25% del PIB, reforma tributaria, nueva coparticipación federal de impuestos, acuerdo para explotación de recursos naturales del país, reforma laboral, reforma previsional, reforma política y apertura del comercio internacional.
A tono con sus modos disruptivos, el economista ultraliberal se dirigió a los legisladores en un horario impropio y con una puesta en escena diferente a la de sus antecesores, en un marco de creciente tensión política y social.
Con una impronta que remite al formato del “State of The Union” (Estado de la Unión), en el que el presidente de Estados Unidos se dirige a los legisladores en horario nocturno para dar cuenta de la situación y exponer sus propuestas, Milei inició su alocución ante la Asamblea Legislativa a las nueve de la noche (0000 GMT) desde un atril ubicado en el centro del recinto de la Cámara de Diputados. El discurso, leído, duró poco más de una hora.
Milei, un líder disruptivo que sigue la estela de Donald Trump en Estados Unidos y de Jair Bolsonaro en Brasil, ya había partido aguas con la política tradicional en el acto de asunción del 10 de diciembre cuando dio su discurso de espaldas al Congreso, como una forma de diferenciarse de la “casta” política a la que le atribuye los males de la Argentina.
En la previa a la apertura de sesiones, Milei afirmó que no necesitaba al Congreso para gobernar, en la última de sus descalificaciones contra el Poder Legislativo, luego de fracasar a fines de enero la sanción de su paquete de reformas económicas. Desde entonces, el mandatario ha recortado la ayuda financiera a las provincias y se enfrentó a varios gobernadores, a los cuales responden los legisladores.
El partido gobernante La Libertad Avanza, con 38 diputados y siete senadores, está en clara desventaja en el Parlamento.
“Quiero desafiarlos a que me demuestren que la política es más que lo que es, que podemos aspirar a ser mejores", desafió Milei.
El discurso se dio en momentos en que la mayoría de los argentinos padece por los aumentos de alimentos, transporte, energía, servicios de salud y educación privada, entre otros, como parte del plan de austeridad y desregulación de la economía que impulsa Milei.
A la primera huelga general en contra de Milei a fines de marzo le siguieron paros de docentes, aeronáuticos, ferroviarios y, entre lo previsto, de choferes de autobuses porque los salarios siguen varios cuerpos detrás de la inflación, que en enero fue de 20,6% mensual.
Cada semana, el centro de Buenos Aires es escenario de protestas de organizaciones sociales que reclaman más ayuda frente al aumento de la pobreza a casi 60%, según estudios privados.
Horas antes del discurso, grupos de izquierda protestaron contra el aumento del transporte en estaciones de ferrocarril y arengaron a los usuarios a saltar los molinetes para no pagar el boleto, en una imitación de las protestas de estudiantes en Chile que antecedieron al estallido social de 2019.
Luego se movilizaron al Congreso, custodiado por unos 5.000 policías, en rechazo a las políticas de Milei.