En cada lugar donde juega el Guadalajara florece un amor de primavera. Sus aficionados reconocen fervorosamente el valor y la importancia de sus colores, cantan orgullosos porque los jugadores más representativos del futbol mexicano en los años 50 hicieron de su escudo uno de los más ganadores en la historia. “¡Chiiivas, Chiiivas!”.
Como sucede en las calles de la Perla Tapatía, los gritos también retumbaron ayer en el aeropuerto de la capital, a pocas horas del partido de este sábado contra Cruz Azul en el estadio Azteca. El único ausente fue Javier Hernández. “¿Por qué no vino Chicharito?”, se preguntaban algunos en los pasillos al notar la ausencia del delantero, cuyo vuelo arribó más tarde debido a un compromiso con la empresa Omnilife.
En medio de papelitos y rollos de máquina que caían como un calco de las serpentinas carnavaleras, Roberto Alvarado, Antonio Briseño, Víctor Guzmán y el mexicoestadunidense Cade Cowell, así como el resto de los elementos convocados por el técnico Fernando Gago, cruzaron las puertas escoltados por un cordón humano, formado por líderes de la barra Insurgencia que tomaban cerveza.
“Vamos, cabrón, regálanos otra victoria en el Azteca”, pidieron a Cowell los más cercanos, a pesar de sus problemas para entender el español. Fueron más de cuatro horas de ensayos y organización, pero la pasión de los casi 200 seguidores del club rojiblanco sólo produjo que redoblaran sus gritos y cánticos, porque para ellos los partidos se ganan desde antes.