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Distopías y utopías de Miami

28 de febrero de 2024 00:01

Uno. “La Antorcha la Amistad será un nuevo paso para enfatizar nuestra amistad con nuestros amigos latinos […] Mostraría que Miami es más que una puerta geográfica a las Américas. Es un símbolo de riqueza y cordialidad. Esperamos que tenga el significado que ahora tiene la Estatua de la Libertad.”

Dos. Palabras del alcalde Robert King High, cuando en 1964 rededicó el emblemático monumento erigido en el Bay Front Park (a orillas de la bahía Vizcaína) al presidente John F. Kennedy, asesinado en Texas por un “lobo solitario” de la mafia, el Pentágono o la CIA, tanto da (22 de noviembre de 1963).

Tres. Durante su gestión (1957-67), el alcalde High (demócrata liberal) asistió al inicio de la profunda mutación de la bucólica urbe que, vertiginosamente, se fue convirtiendo en distopía de ricos y no tan ricos, y en utopía de pobres y no tan pobres de América Latina y el Caribe.

Cuatro. La mutación de Miami empezó con la revolución cubana (1959), y el arribo de miembros de la clase alta y media, terratenientes, comerciantes y profesionales que traían dinero, o habían depositado previamente en bancos estadunidenses. Y más tarde, clases medias baja y de trabajadores.

Cinco. A finales de 1960, los exiliados cubanos sumaban cerca de 50 mil en el condado de Miami-Dale (Hialeah, Coral Gables, Miami Beach y otras localidades). Un año después llegaban mil 800 por semana. Con lo cual, el Departamento de Beneficencia del estado de Florida proveyó de fondos a instituciones como el Consejo de Beneficencia Nacional Católico, el Servicio Mundial de la Iglesia, el de Ayuda Internacional Hebreo o el Comité de Rescate internacional que había manejado el programa de refugiados húngaros (1956-57).

Seis. En octubre de 1962, tras la interrupción del servicio aéreo entre Miami y La Habana, la población de exiliados cubanos creció hasta sobrepasar 100 mil, y en la actualidad suman un millón 500 mil en todo el estado de Florida.

Siete. A inicios de 1970, la escritora estadounidense Joan Didion (1934-2021) escribió: “Miami no es exactamente una ciudad estadunidense, sino una capital tropical abundante en rumores, corta de memoria, sobredificada a partir de la quimera de dinero en fuga”. Leáse: lavado de dinero de los que, parafraseando a Bob Dylan, viven fuera de la ley simulando ser honestos.

Ocho. Entre ellos, obcecados criminales que justifican el terrorismo para sostener su discurso político. En 1990, por ejemplo, el alcalde de Miami, Xavier Suárez, declaró a los medios: “La vox populi (sic) en la comunidad de exiliados de Miami es que ese señor, Fidel Castro, no puede mantenerse ni por un año”. “¡La próxima Navidad en La Habana!”, decían las calcomanías pegadas en coches de Miami, mientras la Fundación Nacional Cubano Americana (FNCA) presentaba un proyecto de gobierno para Cuba, y el borrador de una nueva Constitución política.

Nueve. Sin embargo, no todos aquellos “guerreros de la libertad” desaparecieron. A sus 80-85 añitos, aún es posible encontrarlos en el Bodegón de Castilla, el Málaga o el mítico café Versalles de la calle 8 (southwest), donde traman “la próxima acción contra Castro”, o en espacios de una enmarañada red de influencias que exportan violencia, y se nutren de fakes news en portales como Infobae (que allí tiene su sede), y son pieza clave en la instrumentación de medidas coercitivas contra otros estados.

Diez. Destino de buena parte de los jubilados, imán para el turismo con sus cruceros, parques de atracciones y sede de la industria musical que mira hacia AL, Miami cuenta con mil 200 multinaciones que allí tienen la sede central, y un PBI de 172 mil millones de dólares (igual al de Ecuador y Uruguay sumados). De Miami parten y a ella arriban 43 por ciento de los vuelos entre EU y América Latina. La ruta aérea más viable entre dos capitales latinoamericanas suele pasar por Miami, por lo cual puede decirse que algunas naciones de la región están más integradas con la “ciudad mágica”, que entre sí.

Once. Por otro lado, Miami es una de las ciudades que más catástrofes ha tenido en relación con el cambio climático, y es posible que junto con otras ciudades del sur de Florida, desaparezca en menos de 80 años, producto de un huracán o la subida del mar.

Doce. En su libro Cómo evitar un desastre climático (2021), el magnate Bill Gates escribe que los efectos del cambio climático harán que en 2050 Miami no parezca para nada lo que es hoy. “Esas playas desaparecerán”, declaró al Nuevo Herald (febrero 2021). Estimación que coincide con la Oficina Nacional de Administración Oceánica y Atmosférica de Florida, al decir que en 2050 el agua podría llegar hasta el décimo piso de uno de los edificios más altos de la ciudad.



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