Moscú. Ya sea por irse de la lengua o por no saber explicar lo que quiso decir, el presidente de Francia, Emmanuel Macron, provocó este martes un alud de declaraciones, desmentidos, críticas y advertencias por lo que afirmó el lunes anterior en el encuentro en París de una veintena de gobernantes, la mayoría europeos, una frase que puso el mundo en la antesala de una guerra nuclear… si se hubiera ratificado letra por letra.
¿Qué dijo Macron?: “Ahora no hay consenso para mandar tropas (de la Organización del Tratado del Atlántico Norte, OTAN, a la guerra de Ucrania), pero no debemos excluir nada. Haremos todo lo posible para que Rusia no pueda ganar esta guerra. La derrota de Rusia, estamos convencidos, es indispensable para la seguridad y la estabilidad en Europa”.
El Kremlin no tardó en advertir: “En este caso no debemos hablar de un posible, sino de un inevitable conflicto armado (entre Rusia y la OTAN). Así lo entendemos. Y así deben entenderlo estos países y ser conscientes de sus consecuencias: ¿Se corresponde eso con sus intereses, y sobre todo con los intereses de sus ciudadanos?, lanzó la pregunta el portavoz de la presidencia rusa, Dimitri Peskov.
El canciller francés, Stephane Sejourne, intentó suavizar lo dicho por su presidente al precisar que los países de la alianza noratlántica pueden mandar tropas a Ucrania “sin rebasar el umbral de la guerra”, lo que significa –en su opinión– el compromiso de no participar en combates con el ejército ruso. Esos soldados se ocuparían, por poner dos ejemplos, de desactivar campos minados o de aportar su experiencia en el área de la seguridad cibernética.
Su homólogo ruso, Serguei Lavrov, no se mordió la lengua: “Me parece que aquellos (Macron y su canciller) que pronuncian, incluso si sólo lo pensaran, ese tipo de ideas deben usar su cabeza para propuestas más sensatas y seguras para Europa”.
El canciller federal de Alemania, Olaf Sholtz, se sumó al debate al precisar que su país, y lo que representa dentro de la OTAN y la Unión Europea, “no está considerando enviar sus tropas a los campos de batalla”. Y precisó: “Tuvimos (en París) una conversación muy útil y concluimos que los acuerdos que alcanzamos al comienzo también valen en el futuro. Por tanto, no mandaremos tropas, los miembros de la OTAN no enviarán militares a territorio ucranio”.
Gran Bretaña, Italia, Finlandia, Suecia y República Checa, entre otros, se pronunciaron en términos similares y, en nombre de los miembros de la OTAN, su secretario general, Jens Stoltenberg, zanjó la polémica.
Tras recordar que los países de la alianza noratlántica “prestan a Ucrania una ayuda sin precedentes, lo hacemos desde 2014 (cuando Rusia se anexionó Crimea) y redoblamos esfuerzos cuando se produjo la invasión (hace dos años), Stoltenberg señaló categórico: “Pero no tenemos ningún plan para enviar tropas a territorio ucranio”.
Podría pensarse que aquí, aclarado el malentendido provocado por Macron, que sin darse cuenta cruzó una línea roja en la confrontación entre Occidente y Rusia, no habría más motivo de fricción, pero en el mismo discurso en París el mandatario galo acaso ofreció algo acaso más delicado: suministrar misiles y proyectiles de mayor alcance, otra línea roja desde el punto de vista ruso.
No es claro –de lo dicho por Macron se infiere que sí hay países listos para cruzar esa línea– cuántos miembros de la OTAN están dispuestos a proporcionar al ejército ucranio armas que pueden alcanzar el territorio ruso, más allá de la franja colindante, lo que Moscú interpreta como un ataque directo.
Al respecto de una suerte de nueva coalición anunciada por el presidente francés, el canciller Lavrov dijo que “si se confirma la entrega (a Ucrania) de armas de largo alcance que puedan golpear el interior de Rusia, de hecho eso equivaldrá a un suicidio”.