Medio siglo después todavía se percibe en una parte sustancial del cine de Quebec un espíritu de continuidad, en temáticas y estilos, con la vieja tradición fílmica francesa. Basta destacar dos títulos de los 10 propuestos por la Muestra Quebecine Mx en su novena edición, para distinguir dos vertientes narrativas muy opuestas entre sí, pero características ambas de esta filiación del cine de Quebec con la producción gala. Se trata, primeramente, de Richelieu (2023), ópera prima de Pier-Philippe Chevigny, cuyo título nada tiene que ver con el cardenal y primer ministro de Luis XII, sino con la realidad menos noble, de hecho miserable y oprobioso, de la explotación laboral de trabajadores guatemaltecos y mexicanos en una fábrica agroalimentaria de Quebec.
Como en la cinta francesa Blanco fácil (Jean-Paul Salomé, 2022), una figura femenina se ubica en el centro de un fuerte conflicto que opone a los trabajadores y a la dirección del centro fabril, representada aquí por el tiránico capataz Stéphane (Marc André Grondin). En su empleo temporal en la fábrica como intérprete y traductora, Ariane (Ariane Castellanos), mujer quebequense de origen guatemalteco, debe también explicar a los trabajadores hispanohablantes el motivo por el que tienen que pagar cuotas sindicales sin gozar de derechos laborales. Testigo directo de un cúmulo de injusticas e impunidad patronal, Ariane toma partido por los obreros agraviados, extralimitándose en sus funciones y provocando una tensión dramática que culmina con el accidente laboral de Manuel (Nelson Coronado), un trabajador apocado y silencioso, cuyo temor máximo no es el daño potencial a su propia vida, sino el riesgo de perder la oportunidad de volver a ser contratado. Un drama a la vez emotivo y seco, reminiscente del cine del francés Stéphane Brizé ( En guerra, 2022) o del británico Kenneth Loach. En esta vertiente de cine socialmente comprometido, cabe también destacar a El coyote (Katherine Jerkovic, 2022), otra incursión interesante en el mundo de los trabajadores temporales latinos en Quebec.
Un segundo título, Simple como Sylvain (2023), de la directora Monia Chokri, ofrece una vertiente opuesta al drama social ya evocado. Se trata de la aproximación intimista a la experiencia de una pareja romántica de académicos confrontada al adulterio. Sophie (Magalie Lépine-Blondeau), profesora de filosofía, se enamora súbita e incontroladamente de Sylvain (Pierre-Yves Cardinal), el carpintero que arregla su casa de campo, y con ello provoca el desasosiego de su novio Xavier (Francis-William Rhéaume), cuya vida afectiva y valores culturales se ven seriamente trastornados por este episodio inesperado. Queda expuesta aquí no sólo la tradicional crisis de pareja, sino el caso de una sociedad muy polarizada en lo cultural y en lo político, cuyos extremos los simboliza la pareja dispareja que integran la intelectual escarmentada Sophie, y Sylvain, su disruptor macho alfa.
Al resto del ciclo lo integran dos películas particularmente impactantes: Nunca sabrás (Robin Aubert, 2023), sobre la experiencia de encierro en un hospital durante la pandemia por covid, tal como la vive Paul (Martin Naud), un anciano confrontado a un posible final próximo y a la diaria vecindad con la realidad macabra de otras vidas que se extinguen ineluctablemente, y el documental Los días (Dulude-De Celles, 2023), sobre el diario íntimo de Marie-Philip Mathieu, una joven de 28 años, recién diagnisticada con cáncer de mama, quien hace el recuento en primera persona de su odisea clínica con el balance entre el duro drama personal y las frustraciones sentimentales y los encuentros providenciales que en muy pocos meses enriquecen su vida. Hay cinco títulos más, aunque aquí sólo se propone una rápida selección de lo más notable en este ciclo que ha dado inicio esta semana.
Se exhibe en la sala 10 de la Cineteca Nacional hasta el 3 de marzo.