El año 1954 representó un punto de inflexión para las izquierdas mexicanas. Por un lado, el golpe de Estado en Guatemala alertó sobre la maliciosa y decidida influencia estadunidense en el escenario de confrontación que después se llamó guerra fría. Aunque el general Lázaro Cárdenas era un personaje clave para la perspectiva de apoyo a la revolución guatemalteca, la relación de fuerzas internas no le permitió una mayor capacidad de influencia.
Y es que, a pesar del alto prestigio de la figura del ex presidente, los tres lustros anteriores habían representado un acumulado de derrotas para las clases subalternas, para el programa reformista de la revolución mexicana y en general para las posiciones de avanzada. El movimiento obrero, sometido a sangre y fuerza desde 1948, había perdido todo tipo de independencia frente a los mediadores estatales.
El campesinado, controlado desde 1938, sufrió un proceso represivo de alta intensidad a manos de guardias blancas. Todo esto fue una herencia del alemanismo, momento de embriaguez modernizadora llena de corrupción y una asentada ideología de carácter estadunidense que arraigó por la fuerza. Políticamente, la represión se selló a partir del 1º de mayo de 1952, cuando las columnas de las izquierdas partidarias fueron agredidas por pistoleros y algunos líderes encarcelados, bajo el mandato del “delito de disolución social”.
En tanto, las izquierdas socialistas carecían de capacidad para articularse. El PCM vivió uno de sus peores momentos con poca influencia social y una debilidad ideológica evidente. Los expulsados de este partido en la década anterior, habían logrado forjar en 1950 el Partido Obrero Campesino, y aunque enfrentan con mayor ahínco al alemanismo, apenas eran un grupo de dirigentes, de gran valía moral e intelectual pero sin peso real en la sociedad. Lombardo Toledano, ya al frente del Partido Popular, se enfiló hacía la negociación con la élite política, aunque su organización emprendió épicas batallas electorales en el nivel local, arreciando otra vertiente –minusvalorada– crítica del autoritarismo.
En ese entramado, un núcleo de intelectuales se reagrupó. Olvidado por los estudiosos, no ha merecido un trabajo académico y en la mayor parte del recuento sobre las izquierdas ha sido omitido de las narraciones. Se trata del Círculo de Estudios Mexicanos (CEM), encabezado por un intelectual a medio camino entre el nacionalismo cardenista y el socialismo, Narciso Bassols García. Con él, un grupo amplio de intelectuales, artistas y figuras culturales, asoman la cabeza para dejar asentada la disidencia de la época. El CEM no era un partido ni una organización, sino una articulación de las dos tradiciones de la izquierda, el nacionalismo popular y el horizonte del socialismo, por aquellos días bien enfundado en perspectivas anticoloniales y prosoviéticas. La soberanía nacional, el problema de la tierra, el declive de la educación y el autoritario control sobre las organizaciones de los trabajadores eran sus principales preocupaciones.
Y es que, para este núcleo, hacía ya tiempo que la revolución se encontraba “cuesta abajo” en todos los rubros de la vida social. El alemanismo había pactado con los grandes poderes procedentes de la órbita imperial estadunidense, abriendo espacios para las inversiones en sectores clave. En el campo, el terror irrigado por guardias blancas permitió un neolatifundismo, al tiempo que el crecimiento urbano destruyó las zonas ejidales vecinas de la ciudad. En el ámbito obrero, es claro para este grupo que el control es gansteril, contrario al espíritu de la Constitución. El CEM también reflexionó sobre la educación y su estatuto, a raíz tanto de las tendencias conservadoras que se impusieron después de Cárdenas, como de la lucha magisterial al finalizar la década, encabezada por Othón Salazar. Dado que en esta década existían pocos canales de expresión impresa para las izquierdas, el CEM publicó sus boletines y folletos, algunos de ellos conservados en el Cemos y otros tantos en el archivo personal de Elí de Gortari.
Bassols fue la principal cabeza del CEM, su intervención fue de articulador ideológico. Desde 1941, cuando fundó el periódico Combate, alertó de los retrocesos que significaba el cambio de paradigma político. Rompiendo el consenso de la “unidad a toda costa”, lanzó la hipótesis de que se trataba de dos guerras enmascaradas en un solo conflicto. Por un lado, la pugna defensiva de la URSS, que debía apoyarse; por otro, la guerra interimperialista que debía denunciarse. Bassols fue el único antifascista que no renunció al antiimperialismo. Desde esa época alertó sobre los intentos de contra reforma agraria, que más tarde el alemanismo concretaría. Bassols era una voz importante que hay que revisitar frente al intento revisionista contemporáneo de los historiadores proclives a ceñirse al cuadro ideológico de la “transición democrática” que insisten en que entre Cárdenas y Ávila Camacho existieron más elementos de continuidad que de ruptura.
Junto a Bassols, en sus filas se encontraron nombres como los de la médica Mathilde Rodríguez Cabo; la activista prochina y filósofa Paula Gómez Alonso; el célebre economista José Luis Ceceña; el médico Enrique Cabrera; los noveles ingenieros Cuauhtémoc Cárdenas y Janitzio Mújica; el artista Xavier Guerrero; los periodistas Manuel Marcué Pardiñas, Fernando Benítez y Gastón García Cantú; el geógrafo Ángel Bassols; el filósofo Elí de Gortari; el historiador Juan Brom, y el sicólogo Fernando Carmona, por mencionar sólo algunos.
Muchos de estos nombres serían claves para entender luego la llamada “nueva izquierda”, que se expresó tanto en el MLN, como en la revista Política. Aunque no se tiene una fecha exacta del fin de la experiencia del CEM, la muerte de Bassols en 1959 y el advenimiento del MLN traslapan a los personajes de aquella experiencia en una convergencia más amplia. Queda, pues, la experiencia política e intelectual de hombres y mujeres comprometidos con la rectificación del rumbo político en el entorno de un mediodía autoritario, esplendoroso para las élites, pero insostenible para los de abajo.
* Investigador-UAM.