San Diego. Cientos de migrantes fueron dejados este viernes en una parada de autobús de San Diego en lugar de en un centro de recepción que había estado sirviendo como base de operaciones porque éste se quedó sin financiación local antes de lo previsto, lo que muestra cómo incluso la ciudad más grande de la frontera sur de Estados Unidos está batallando para hacer frente a la afluencia sin precedentes de personas.
Los migrantes, que antes disponían de un lugar seguro para cargar sus teléfonos, ir al baño, comer y organizar su viaje a otro punto de Estados Unidos, ahora se quedaron en la calle, ante lo cual grupos de apoyo a migrantes se apresuraron a ayudar lo mejor que pudieron con medidas improvisadas.
Autobuses de la Patrulla Fronteriza que transportaban a personas procedentes de Senegal, China, Ecuador, Guatemala y muchos otros países llegaron al exterior de una estación de tránsito.
Los grupos de apoyo a migrantes les informaron que desde allí serían transportados en autobús a un estacionamiento, donde podrían cargar sus teléfonos y conseguir que les llevaran al aeropuerto. La gran mayoría tenía previsto pasar sólo unas horas en San Diego antes de tomar un vuelo o de que alguien los recogiera.
”¿Estamos en San Diego?”, preguntó Gabriel Guzmán, de 30 años, un pintor de la República Dominicana que fue liberado tras cruzar la frontera el jueves a través de un remoto paraje montañoso. Le dijeron que compareciera en junio ante un tribunal de migración de Boston, donde tiene la esperanza de ganar dinero para enviárselo a sus tres hijos.
Abd Boudeah, de Mauritania, voló a Tijuana, México, a través de Nicaragua, y siguió a otros migrantes hasta una brecha en el muro fronterizo, donde se entregó a los agentes el jueves tras caminar unas ocho horas. El ex estudiante de ingeniería molecular dijo que huía de la persecución por ser gay y planea establecerse en Chicago con un primo que lleva 20 años en Estados Unidos.
Los voluntarios dieron instrucciones en inglés, español y francés a pequeños grupos, todos ellos hombres y mujeres solteros. Utilizaron aplicaciones de traducción para otros idiomas.
El condado San Diego ha destinado 6 millones de dólares desde octubre a SBCS, una organización sin ánimo de lucro antes conocida como South Bay Community Services, con el fin de proporcionar estaciones de carga de teléfonos, alimentos, asesoramiento sobre viajes y otros servicios en una ex escuela primaria. El grupo quería mantenerla abierta hasta marzo, pero el jueves fue su último día.
El de San Diego es uno de los muchos gobiernos locales —además de los de la ciudad de Nueva York, Chicago y Denver— que han pasado apuros para ayudar a los migrantes sin sacrificar servicios clave. Al igual que en otras ciudades fronterizas, los migrantes suelen permanecer en San Diego menos de un día antes de marcharse, pero albergues de gran tamaño gestionados por Jewish Family Service y Catholic Charities llevan meses llenos y dan prioridad a las familias.
Nora Vargas, presidenta de la junta de supervisores del condado San Diego, respaldó firmemente el centro de acogida para migrantes, pero declaró que el condado tuvo que hacer una pausa en los gastos mientras evalúa los daños por las catastróficas inundaciones de enero y aborda el problema de las personas sin hogar y la falta de atención sanitaria entre sus residentes. “Tenemos que ser prudentes desde el punto de vista financiero”, señaló.
SBCS, que ha sido objeto de duras críticas por parte de algunos grupos de defensa de los migrantes, comunicó al condado que sus servicios cuestan 1.4 millones de dólares al mes, señaló la vocera Margie Newman Tsay. El condado le pidió que se propusiera reducirlos a 1 millón de dólares.
Los grupos de ayuda han prestado un apoyo fundamental a los recién llegados, lo que ha provocado críticas de algunos sectores. El fiscal general de Texas, Ken Paxton, amenazó esta semana con demandar y cerrar Annunciation House, una organización que existe hace décadas y acoge a migrantes en El Paso. Paxton dijo que el grupo podría estar “facilitando la entrada ilegal a Estados Unidos”.
Ruben Garcia, director de Annunciation House, reunió a simpatizantes en una rueda de prensa para denunciar la estrategia de Paxton. “Es una advertencia en toda regla a otras entidades que también realizan la labor de hospitalidad de que muy bien pueden ser las siguientes”, manifestó.
SBCS dijo que había atendido a 81 mil inmigrantes en San Diego desde el 11 de octubre. En un informe presentado al condado indicó que había gastado 750 mil dólares en personal hasta el 24 de diciembre y 152 mil dólares en gastos operativos, incluidos alojamiento, transporte y seguridad.
“Podría haber hecho mucho más con 6 millones de dólares”, dijo Erika Pinheiro, directora ejecutiva de Al Otro Lado, un grupo de ayuda a migrantes que está prestando asistencia cuando las personas migrantes son dejadas en las calles.
Vargas, que le escribió al presidente Joe Biden la semana pasada para solicitarle su apoyo, defendió el desempeño de SBCS y puso de relieve su trabajo previo de acompañamiento a niños migrantes que viajan solos en el Centro de Convenciones de San Diego en 2019.
“Nadie es perfecto, especialmente cuando estás tratando de llenar un vacío que dejó el gobierno federal”, dijo Vargas, haciéndose eco de una opinión común entre los alcaldes de las grandes ciudades.
De octubre a enero, la Patrulla Fronteriza liberó a más de 500 mil migrantes con órdenes de comparecer ante tribunales de inmigración. Los grupos de ayuda a migrantes suelen lograr proporcionar albergue temporal, pero las liberaciones en la calle no son algo inaudito. También la estación de tránsito de San Diego ha sido escenario de liberaciones a gran escala el año pasado.
San Diego se ha convertido en uno de los corredores más transitados para los cruces ilegales, y en enero registró un promedio de 800 detenciones diarias. Muchas personas proceden de África Occidental y Asia. En ese mismo mes hubo una media diaria de más de 100 personas originarias de China.
La Patrulla Fronteriza les dijo a los grupos de ayuda a migrantes que el viernes habría 350 liberaciones en las calles, anunció Pedro Rios, director del programa fronterizo Estados Unidos-México del American Friends Service Committee, un organismo activista. La Patrulla Fronteriza no ha hecho comentarios por el momento.