El escritor uruguayo Eduardo Galeano (1940-2015) fue un visionario que en el libro Úselo y tírelo, publicado hace 30 años, dio cuenta de lo que venía por la emergencia ambiental y recuperó referencias históricas y culturales con un contacto responsable con la naturaleza, coincidieron Paola Morán, directora editorial de Siglo XXI, y el especialista en conservación Luis Zambrano.
En entrevista con La Jornada, hablaron de la reciente edición aumentada realizada por el sello e ilustrada por el humorista gráfico argentino Juan Matías, Tute, admirador apasionado del narrador y periodista fallecido en 2015.
Morán destacó que Galeano es uno de los grandes autores de Siglo XXI; cada año buscamos qué más ofrecer al público sobre este autor tan importante para México y América Latina. Viendo los temas climáticos, pensamos en recuperar el libro que se publicó en 1994. Tiene invitaciones a repensar el medio ambiente y qué estamos haciendo en el planeta
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La editora reseñó el carácter aforístico del autor uruguayo, en el que se encuentran frases como somos todos culpables de la ruina del planeta
; plantar árboles es siempre un acto de amor a la naturaleza y a nosotros mismos
; entre el capital y el trabajo, la ecología es neutral
; la naturaleza está fuera de nosotros pero somos nosotros
, y somos todos ecologistas hasta que alguna medida concreta limita la libertad de contaminación
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Realmente son consignas muy concretas en el libro, pero muy vigentes, porque en su cotidianidad era muy contundente y aún lo es. Hay una parte de aforismo y otra más histórica que tiene esta referencia a los indígenas, a Mesoamérica y a los hábitos de entonces, a la Pachamama. Luego, al final, es como el oráculo y dice otras cosas que están sucediendo.
El escritor rescató “al primer ecologista: Alexander von Humboldt, quien sigue siendo el héroe de muchos científicos y del que dice: ‘Este alemán curioso y valiente estaba preocupado por el desarrollo sostenible mucho antes de que esto se llamara así. En todas partes lo maravillaba la diversidad de los recursos naturales y lo horrorizaba el poco respeto que se les tenía’”.
Galeano consignó en el texto: En la isla de Uruana, en el río Orinoco, Humboldt admitió que los indios no recogían una buena parte de los huevos que las tortugas dejaban en la playa para que la reproducción continuara, pero los europeos no habían imitado esa buena costumbre y su voracidad estaba extinguiendo una riqueza que la naturaleza había puesto al alcance de la mano
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Morán comentó que la voracidad es un concepto que aparece en todo el libro: nos volvimos locos con el consumismo y con la voracidad, y nos estamos acabando el planeta
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Crítica al automóvil
Luis Zambrano, investigador del Instituto de Biología de la Universidad Nacional Autónoma de México, sostuvo que lo que Galeano escribió en los años 90 es algo que se repite aún y vemos todos los problemas que hemos venido sufriendo. La crisis ambiental está encima de nosotros y no nos hacen caso
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Entre sus aciertos, continuó el especialista en sostenibilidad y restauración de ecología urbana, está reconocer desde el título “la visión utilitaria y de desechar prácticamente todo, de que a la naturaleza la consideramos infinita y que el desperdicio se va a algún lugar que nunca nos va a rebotar. Como concepto general es uno de los factores que más me llamó la atención.
“Además, me gustó mucho el odio a los automóviles que tiene. Desde un ángulo en el que yo apenas había empezado a percibirlo. Escribió: ‘en teoría el automóvil sirve para economizar tiempo, pero en la práctica lo devora’. El automóvil es una pérdida completa de tiempo, es hacer nada en medio del todo, digamos”.
Zambrano destacó que es a las empresas a las que más estorba la naturaleza, pues devoran, destruyen y, por otro lado, como tienen mucho capital son las que se sienten las mejores en términos ambientales, porque dan dinero para reforestación y lavar un poco sus pecados. Esa es una contradicción muy interesante dentro del libro y que toca de manera directa y puntual
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