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A sus 44 años, “el Tianguis del Chopo sigue siendo espacio de música, reunión y libertad”

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El tianguis es parte de nuestra identidad como roqueros, metaleros o eskaceros. Es único en el mundo. Foto Yazmín Ortega Cortés
20 de febrero de 2024 10:55

A seis meses de que el Tianguis Cultural del Chopo fue declarado patrimonio inmaterial de la Ciudad de México (CDMX), los ecos festivos continúan. La designación “vino a reforzar la historia de 44 años del lugar. Nos sentimos más fuertes para enfrentar las cosas que se presenten. Viene a ser un arma más de todo nuestro esfuerzo, pero también un compromiso para seguir siendo un espacio de convivencia, encuentro, aprendizaje, enseñanza y música, porque estábamos medio dormidos en nuestros laureles”, afirma César Salas, representante del original espacio seminal.

Como se recordará, el documento que certifica a El Chopo como patrimonio cultural inmaterial de la Ciudad de México fue entregado por el jefe de gobierno Martí Batres el 22 de septiembre a Felipe Victoriano y César Salas, dos de los representantes del Comité del Tianguis del Chopo.

Para nuestro entrevistado, “la declaratoria ha venido a sacarnos del letargo, para no dormirnos en nuestros laureles y seguir trabajando en todos los sentidos. También es un recordatorio de que debemos continuar unidos. Si bien los poco más de 200 miembros somos apasionados de la música y la parafernalia rocanrolera, siempre tiene que haber una dinámica con diferentes opiniones, la mayoría de la asociación marca que no hay que salirnos de la línea del arte sonoro, de la libre expresión. Estos motores como la declaratoria nos obligan a la unidad como agrupación, con el fin de conseguir más cosas”.

Época de bonanza

Salas rememoró: “El Chopo ya tuvo una época de bonanza tanto cultural como comercial en la década de 1990. Después vino el gancho al hígado, que fue el auge de Internet que mutó todo, pero tuvimos que hacer la resistencia, insistir en crear encuentro, en la reunión y escuchar bandas. En ese momento todo lo que hacía este espacio era sin pretensión, era natural; ahora tenemos la obligación por la declaratoria”.

Zenén, vendedor de cinturones con estoperoles, gorros de piel y máscaras de cuero con picos y cadenas, opinó que para él, como chopero fundacional, “es un orgullo, aunque algunos no estén contentos porque dicen que no es lo mismo. Claro que el Tianguis del Chopo no puede ser lo mismo que hace 40 años porque la música, la moda y el país tampoco lo son. La declaratoria nos sirvió también para que disminuyeran los embates de la alcaldía Cuauhtémoc, que no deja de acosarnos; sigue con la determinación de que nos quiere quitar. Además, nos es útil para tratar directamente con el gobierno capitalino, nos hace un paro con la alcaldía que nos trae juidos”.

Coincide con Salas sobre que El Chopo vivió una época de oro: “cuando finalmente nos instalamos aquí, en las calles de Sol y Luna, y hasta finales de los años 90 los vendedores conocimos los millones, esa fue la época de oro. Incluso con las cuotas se escribió un libro de nuestra historia, tuvimos una revista, una estación de radio local, caja de ahorros, préstamos y fuimos de los primeros que organizaron conciertos en el Zócalo. Incluso participamos en la Feria Internacional de la Música en el Palacio de los Deportes, después nos invitaron a la primera edición del Vive Latino. La época de oro de El Chopo duró hasta principios del siglo y ya no nos hemos recuperado, hemos tenido altibajos, pero esos primeros 20 años fueron gloriosos”.

El punk estaba a su máximo nivel”

Zenén rememora: “a finales de los años 80 habíamos roqueros, el punk ya estaba en su máximo nivel, ya sonaba a todo lo que daba; había vestigio de los jipis, el rock progresivo se puso de moda, el heavy metal con Metallica a la cabeza, ya había góticos, eran pocos, pero había. En los años 90 ya el rock había pegado cabrón en México y todos convivían juntos en El Chopo. El levantamiento del Ejército Zapatista de Liberación Nacional ayudó a que algunas bandas y grupos mexicanos volvieran a ser combativos, sobre todo los eskaceros y siempre el punk, éste ha sido de la resistencia y la lucha. Aquí durante unos 20 o 30 años convivieron todos juntos”.

Testigo proactivo de las bifurcaciones de este espacio desde su puesto, Zenén cuenta: “en todos estos años ha cambiado mucho, desde que el tianguis era visitado por puros hombres, no había casi mujeres. Ahora, pues ya está equilibrado y hasta familias y niños vienen. Pero a mediados de la década de los 2000 llegó la tecnología, la Internet y la comunicación cibernética nos invadió, nos descuidamos, nos hicimos viejos y todo cambió, la música pasó a segundo término. Mira, hace unos 20 años conocí a un chavo acá bien punk, era la bandota. Creció y vino a saludarme, me dijo que se hizo licenciado. Andaba de traje y hasta las orejas se le veían perfectas, venía con sus dos hijos, de 8 y 10 años. Me dijo que les había preguntado a sus tiernos si querían ir a Chapultepec y ellos le respondieron: ‘no papá, vamos al Chopo porque ahí vemos más especies raras’”.

Manuel Corona desde niño visita este espacio, tiene su puesto en la entrada norte de El Chopo y es fundador y vocalista del grupo La Tremenda Korte. Para él, la declaratoria es la validación de la autoridad; el reconocimiento oficial ya se lo habían dado las personas de todo el mundo que cada sábado visitan el tianguis.

Agrega que ese bazar sabatino “es parte de nuestra identidad como ciudadanos, como roqueros, metaleros o eskaceros. Es el estandarte de nuestra comunidad, porque es único en el mundo”.

Para el músico, desde que comenzó su historia con El Chopo “(tenía 13 años) lo llevo tatuado en el alma porque es parte de mi crecimiento. Es un lugar al que llegas y te sientes como en casa. Muchos veníamos a encontrarnos con banda que no teníamos en la colonia, encontrabas personas con quienes te reconocías y creabas empatía, como la de formar un grupo. Aquí puedes encontrar a un saxofonista o un percusionista. Existen historias muy entrañables que atesoramos en el corazón y claro que la declaratoria tiene que servir para que continúe siendo ese espacio de reunión de los jóvenes”.

Para el colaborador de ‘La Jornada’ Javier Hernández Chelico, quien desde hace más de 20 años escribela columna ‘En El Chopo’ en estas páginas, “la declaratoria del gobierno de la CDMX es importante; es un estímulo para no perder nuestra esencia; es un recordatorio de que seguimos vivos en estos tiempos, de no anquilosarnos”.

Ahonda: “el tianguis ha mutado, no puede ser el mismo al de hace 20, 30 o 40 años por muchas circunstancias y se estaba perdiendo la esencia, principalmente por las necesidades económicas de cada uno de los que lo conforman. La declaratoria sirve para reavivar el espíritu, la esencia de El Chopo y sus culturas urbanas que existen y se desarrollan a su alrededor. Con esta declaratoria el espíritu chopero vuelve a tomar fuerza. Este nombramiento le da la fuerza que necesitaba con el fin de rencauzar su espíritu que estaba maltrecho por los tiempos que estamos viviendo y para que sus detractores, los que quieren que desaparezca se calmen un poco y se den cuenta de su importancia”.

Finalmente, Chelico, como todos lo conocen en ese espacio de la colonia Guerrero, concluye que “esta mutación de El Chopo como patrimonio intangible de la CDMX motiva a volver a ser una alternativa para todas las culturas juveniles que vienen a reconocerse entre ellas, que han visto al tianguis en estos 44 años de existencia como un refugio natural de libertad, logrado por ellas mismas”.

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