La muerte de Carlos Urzúa, quien fue el primer secretario de Hacienda de la administración obradorista, luego distanciado de la llamada 4T e incluso incorporado al equipo de Xóchitl Gálvez, generó reacciones de reconocimiento a su valía personal y profesional por parte de personajes del actual gobierno federal.
En cambio, entre opositores a la 4T hubo expresiones abiertamente deseosas de conseguir puntaje para sus aspiraciones electorales, como sucedió con uno de los principales acompañantes de Lorenzo Córdova en el templete del domingo rosa en el Zócalo: Espero se aclaren los motivos de su fallecimiento, pero no puedo dejar de pensar en Putin. No digo más
. El autor de este mensaje luego lo borró de X, antes Twitter, aunque alguna pluma astillada lo recuperó y republicó con la etiqueta #Zopilotearán.
Tres doritos después de borrar su mensaje, el distinguido xochitleco trató de enmendar: No hice ninguna acusación, pero en el estupor mencioné imprudentemente a un infame personaje que se me vino a la mente, lo cual podría dar pie a especular
. Víctima del estupor (asombro, pasmo, disminución de la actividad de las funciones intelectuales: diccionario de la RAE), el insidioso reconoce legitimidad en mencionarlo mediante alguna de las derivaciones de tal sustantivo, como podrían ser estupefacto o estúpido.
Otro mensaje publicado en X, a cargo de Manuel J. Clouthier hijo: “Extraña muerte de don Carlos Urzúa, severo crítico de López Obrador quien padeció un ‘accidente doméstico”’. El infaltable Gabriel Quadri apuntó: muerte absurda de Carlos Urzúa. ¿Acción putinesca del régimen? Debe esclarecerse de inmediato
.
Por su parte, la Fiscalía General de Justicia de la Ciudad de México informó: la #FiscalíaCDMDX informa que luego del fallecimiento su médico tratante certificó muerte natural, por lo que no se inició carpeta de investigación al respecto
.
El partido Movimiento Ciudadano pretendió convertirse en una opción renovadora de la política mexicana: lo nuevo, decían en el simplismo facilón de la mercadotecnia, contra lo viejo.
A la hora de aterrizar las pautas propagandísticas, la realidad no pudo ser domeñada y terminó arrollando la retórica naranja: del fracaso en postular a la Presidencia a Samuel García, que regresó espantado a Monterrey en cuanto vio que su impericia dejaría abierta a sus opositores la posibilidad de investigar a fondo las cuentas públicas muy mal manejadas, a la postulación del difuso Jorge Álvarez Máynez, tercero en gran lejanía de una contienda de dos candidatas que se sostiene con altas probabilidades de triunfo de una que siempre ha llevado la delantera.
Hasta llegar, en anuncio confirmado ayer, a las postulaciones de Alejandra Barrales y Sandra Cuevas como aspirantes a una senaduría por la Ciudad de México. Con tal movimiento, MC confirma que lo nuevo en política no proviene de un recuento de calendario, sino de la sustancia de las propuestas y de la textura del historial, reciente o añejo, de quienes son propuestos a candidaturas.
Barrales, quien se inició en la política como dirigente de sobrecargos de aviación, logró posiciones legislativas a nombre del Partido de la Revolución Democrática, al que llegó a presidir, impulsada en su etapa de mayor presencia pública por Miguel Ángel Mancera, ex jefe de Gobierno capitalino. Alejada de la política activa durante cinco años, Barrales desarrolló en ese lapso una faceta empresarial e inmobiliaria en Estados Unidos que le sigue acarreando preguntas y señalamientos sobre el origen de los recursos así utilizados.
Sandra Cuevas ha sido una escandalosa creación política circunstancial, atribuida largamente a Ricardo Monreal, que se ha especializado en la promoción de su imagen a partir de ropa de moda, vestimenta policial y el consiguiente actuar y, sobre todo, de un desparpajo intelectual e ideológico que le ha permitido en muy poco tiempo rebotar de un flanco partidista a otro. ¡Hasta mañana!
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