El énfasis político se apodera de todo, escena y verbo, mientras, expectante, la ciudadanía, conocida en Palacio como el pueblo, aguarda. Y no precisamente más diatribas, sino una articulación de esfuerzos tendentes a esclarecer panoramas y perspectivas en línea con eso que llamamos la sucesión presidencial, proceso que incitó a Madero y a los suyos a convocar al levantamiento.
Jornada que lleva, y ha llevado, a miles de mexicanos a refrescar memorias y, sobre todo, renovar esperanzas… nada menos que en la política y hasta en los políticos.
El tuétano presidencialista nos embarga, pero también podríamos asumir que con los deslizamientos políticos y culturales de las últimas cuatro décadas mucho ha cambiado. En y entre nosotros.
Los campeones del equilibrio hacendario parecen haberle tomado el pulso a los mil y un vericuetos de las finanzas y la inversión, y así no temen cantar victoria sobre la inflación y los espectros recesivos que se empeñan en marcarnos el ritmo. Todo, piensan o dicen ellos y el Presidente, está bajo control. Nada fuera de su sitio.
Dejada atrás la “pesadilla” de fin del sexenio que estudiara Jonathan Heath, queda la zozobra de un probable regreso del fantasma de un Trump (re)cargado de odio y de cientos de miles de candidatos a ser vigilantes y defensores de una justicia que, dicen, les arrebataron.
En todo caso, ahora tenemos que asumir que la economía no sólo no lo es todo, sino que antes y por encima de ella se ciernen tormentas conformadas por nuestras deficiencias y por las fallas geológicas que siguen debilitando nuestro carácter y bloquean cualquier evolución provechosa de nuestras estructuras sociales. Convocatorias a construir “Una nueva casa común con paz, seguridad y justicia”, como la que ha puesto a circular Clara Jusidman, son más que pertinentes: “Necesitamos desarrollar –afirma– nuestra capacidad de escucha y de diálogo en un entorno de paz para reconocernos como iguales, recuperar el sentido de lo sagrado de la vida y nuestra calidad de personas dignas e iguales” (Clara Jusidman, “Construyamos una nueva casa común con paz, seguridad y justicia”, https://lasillarota.com/opinion/columnas/2024/2/14/construyamos-una-nueva-casa-comun-con-paz-seguridad-justicia-469684.html).
Los esfuerzos no pueden depender de los humores y las veleidades partidistas, tampoco de los tonos estridentes, requerimos sumar voluntades y talantes; empeñarnos en evitar que, parafraseando a Clara, nuestra casa común llegue a derrumbarse, acabe siendo derruida por las violencias, la polarización y la profunda desigualdad. El tiempo corre y se va, hay que darnos prisa y esforzarnos por construir.