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Argentina: datan las pinturas rupestres más antiguas de Sudamérica

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Las imágenes, una serie de cuatro, fueron halladas en la Cueva Huenul y revelan estrategias de resiliencia humana frente a cambios ambientales hostiles, indicó el organismo científico a través de un comunicado. Foto tomada de la página web del Conicet.
17 de febrero de 2024 20:35

Buenos Aires. Un equipo de científicos argentinos logró datar las pinturas rupestres más antiguas de Sudamérica, ubicadas en una cueva de la provincia de Neuquén (sur) y que se remontan a 8 mil 200 años atrás, informó hoy viernes el Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas (Conicet).

Las imágenes, una serie de cuatro, fueron halladas en la Cueva Huenul y revelan estrategias de resiliencia humana frente a cambios ambientales hostiles, indicó el organismo científico a través de un comunicado.

"La Cueva Huenul archiva información sobre el pasado: restos de animales extintos, vegetación, pigmentos y artefactos decorados que revelan diferentes formas de ocupación humana desde hace miles de años. Estos vestigios conforman pequeñas piezas que poco a poco permitieron al grupo de especialistas del Conicet armar de forma progresiva un gran rompecabezas", explicó la información oficial.

De acuerdo con los expertos las imágenes pintadas en las paredes aportaron información inédita sobre la ocupación de la cueva por parte de las poblaciones cazadoras-recolectoras de la región durante un período climático desafiante, hace aproximadamente 8 mil 200 años.

El Conicet destacó que "se trata de las pinturas rupestres más antiguas de Sudamérica fechadas hasta el momento".

La investigadora Guadalupe Romero Villanueva, becaria posdoctoral del Conicet en el Instituto Nacional de Antropología y Pensamiento Latinoamericano y primera autora del trabajo, explicó que "el arte rupestre desempeñó un rol clave en la construcción de resiliencia humana en este contexto de cambio climático durante el Holoceno medio, por su capacidad para no sólo acumular conocimiento indígena tradicional ligado al mantenimiento de saberes y memorias colectivas sobre la vida en el desierto, sino también porque esta información puede conservarse en el tiempo y transmitirse a las generaciones futuras".

De acuerdo con el Conicet, hace 8 mil 200 años hubo un período de extrema aridez en la Patagonia (sur de Argentina) y en todas las zonas que abarcan los desiertos de Sudamérica, lo que impactó sensiblemente en la disponibilidad de algunos recursos clave para los grupos de cazadores recolectores de la región, como el agua, la vegetación y la fauna.

Los científicos argentinos investigaron la existencia de una relación, más allá de la coincidencia espacial y temporal, entre este fenómeno climático y la aparición de pinturas de la Cueva Huenul.

La más antigua de las cuatro pinturas encontradas en Cueva Huenul cuenta con 8 mil 200 años, mientras que la más cercana al presente fue pintada hace 5 mil años.

Esta distancia de 3 mil años entre una imagen y otra, teniendo en cuenta que las pinturas ilustran un mismo motivo -- todas tienen forma de peine -- casi sin variantes visuales y con las mismas técnicas, indica, para la científica, la intencionalidad de sostener en el tiempo, generación tras generación, esta práctica particular de pintado.

"Poder datar directamente arte rupestre es muy complejo desde el punto de vista técnico y metodológico. La pintura, para poder fecharla con el método de carbono 14, tiene que haber sido realizada con material orgánico. Además, en general, cuando encontramos este tipo de registros tempranos, son también los que estuvieron más expuestos a la degradación ambiental por el paso del tiempo", dijo Romero Villanueva.

La investigadora añadió que "los motivos habían sido hechos con carbón y el estado de conservación de las muestras era adecuado para someterlos a datación, porque durante este periodo el grado de ocupación de la cueva fue virtualmente nulo y no se acumuló carbón adicional en las paredes donde estaban las pinturas. Se combinaron las condiciones ideales para datarlas", valoró la científica.

"Había, evidentemente en ese momento, una intención de marcar el lugar con imágenes y colores, elementos que vehiculizan la comunicación de información en múltiples escalas espaciales y temporales. Creemos que se buscó equipar la cueva y el paisaje que la rodea con información de tipo ecológica y social que pudiera perdurar en el tiempo y ser útil para las generaciones futuras. Esta estrategia pudo resultar muy valiosa para los grupos humanos que se trasladaban todo el tiempo de un sitio a otro o no estaban en contacto frecuente entre sí", aseguró Romero Villanueva.

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