En el juego contable de los números, en 2023 el monto de inversión extranjera directa (IED, alrededor de 36 mil 100 millones de dólares) captada por nuestro país rompió todas las marcas y, si se suma el registrado en el cuatrienio previo, se tiene que por ese concepto habrían ingresado cerca de 200 mil millones de billetes verdes en cinco años de gobierno del presidente López Obrador, 40 por ciento más que en igual periodo con Enrique Peña Nieto en Los Pinos.
Excelente noticia, hasta ahí. El pero surge cuando se desmenuzan los conceptos registrados en 2023 y que totalizaron los citados 36 mil y pico de millones de dólares. Ello, porque la mayor proporción del todo correspondió a reinversión de utilidades (74 por ciento del total), es decir, ganancias obtenidas por las trasnacionales en la economía mexicana y cubiertas por consumidores mexicanos, pero que terminaron en las alforjas de los inversionistas foráneos.
Lo anterior no equivale a llegada de capital fresco proveniente de terceros países, a dinero contante y sonante que ingresó a México, sino al que su propia inversión le genera a las trasnacionales que operan en nuestro país, que no son pocas. Así, en 2023 (como ha sucedido en décadas previas) la nueva inversión real apenas representó 13 por ciento del total y no el 100 por ciento como se presume.
Resulta que, al desmenuzar la cantidad total, la inversión extranjera directa en el año que se cita fue de dólares reales de a 13 centavos. Esa es la proporción correcta. Cierto es que técnicamente se toma el todo como inversión extranjera directa, por ser foráneos los dueños de esos dineros, pero en los hechos el balance se modifica sustancialmente, y no es la primera vez ni el primer gobierno en el que ello sucede.
A lo anterior hay que sumar los denominados préstamos entre compañías pertenecientes al mismo corporativo (supuestos créditos que aporta la matriz a su subsidiarias en México, un mero mecanismo contable que se presta para aminorar el pago de impuestos o, de plano, evadir al fisco). Entonces, en 2023 de cada dólar registrado como IED, 74 centavos correspondieron a reinversión de utilidades; 13 a los préstamos referidos y sólo 13 de nueva inversión real.
En estos casos no hay que olvidar el orgasmo que en Vicente Fox provocó la extranjerización de Banamex a la trasnacional financiera Citigroup en 2001 (12 mil 500 millones de dólares) y su impacto en la estadística de inversión extranjera directa de ese año. Entonces, el mariguanero denominó esa transacción como la venta del siglo
y, desde luego, un récord
en IED. En los hechos la IED no llegó a generar riqueza y crear empleo; simplemente se quedó con la existente y echó a la calle a un buen número de empleados.
Entonces, la fabulosa
inversión extranjera directa real fue por aproximadamente 4 mil 500 millones de dólares, porque el resto correspondió a la citada venta del siglo
, de la cual el erario no vio un centavo, porque el propio Fox y su secretario de Hacienda, Francisco Gil Díaz, aplaudieron, permitieron y presumieron la descarada evasión fiscal de la parte vendedora (Roberto Hernández. Alfredo Harp, Lorenzo Zambrano y algunos más, quienes también fueron rescatados
por el Fobaproa), amén de que el país perdió una de sus mayores instituciones bancarias.
También con Fox inició la fusión
de Bancomer con la trasnacional BBVA (mil 600 millones en una primera etapa y 4 mil 200 millones en la segunda, que concluyó en 2004) y la venta de Bital a la trasnacional HSBC (mil 140 millones), y todas, obviamente, libres de impuestos.
Algo similar con Calderón: en 2010 Fomento Económico Mexicano (con El diablo Fernández como cabeza visible) vendió (alrededor de 7 mil 500 millones de dólares) su Cervecería Cuauhtémoc-Moctezuma a la trasnacional Heineken. Y Borolas también lo presumió como una IED histórica
. Lo mismo Peña Nieto: el grupo cervecero Modelo fue adquirido por la trasnacional a Anheuser-Busch InBev (20 mil millones), con lo que el duopolio cervecero mexicano pasó a duopolio cervecero trasnacional, y ambos inquilinos de Los Pinos celebraron el récord
. Con López Obrador se fusionaron
Televisa y Univisión, y Aeroméxico se restructuró
, ambas por alrededor de 6 mil 900 millones.
En fin , buena parte del capital foráneo que llega a México no genera nueva riqueza para el país, sino que se apropia de la existente.
Las rebanadas del pastel
No sorprende: Xóchitl dice no saber quién rentó el edificio ni quién organizó la agenda en España. Menos, quién la sube y quién la lleva, en fin, no sabe nada de nada.
Twitter: @cafevega