Ciudad de México. José de la Serna define su espectáculo como poesía stand-up. Y la explicación está cerca del acto: él lanza sus versos al público para implantarse en la sique de cada uno de los asistentes; a veces pulveriza certezas y otras rearma el espíritu maltrecho. Lo cierto es que nadie quien lo escucha se queda indiferente. El próximo domingo 18 de febrero podrá despejar la incógnita de esta variante de spoken word, en el Lunario del Auditorio Nacional.
José de la Serna explica el origen de su acto: “Llevo realizándolo desde hace diez años y todo comenzó por accidente. Algunos amigos y yo nos juntábamos hacer lecturas en bares, teatros y cualquier lugar que nos recibierar, así fue creciendo y desarrollándose la lectura e interpretación de poesía, o sea, declamación”.
Se le pregunta si es rescatar un poco el espíritu beatnik, De la Serna nos cuenta cómo le ha ido: “Ha sido una grata experiencia, las personas reaccionan positivamente. Parecería que es sumamente aburrido, pesado y cansado, pero la lectura de poesía afecta al público directamente, contraviniendo la falsa idea de que sólo es para una élite. De hecho los espectáculos en la lectura estaban diseñados para durar dos horas y, en algunas ocasiones, se han extendido de cuatro y has seis horas. Un aquelarre poético de fiesta y declamación. Disfrutar la lectura de poesía como un show es algo a lo que no estamos acostumbrados pero en mi experiencia, es un punto agradable para el público”.
El bardo de San Luis Potosí agrega: “Es una especie de mezcla entre arte circense y actuación. Con las redes sociales, el trabajo de producción que hemos hecho se ha trasformado en poesía stand-up. No tengo claro la explicación de porqué el público se incumbe tanto con la lectura de poesía, quizás sea porque toca las fibras más sensibles del público en un lugar donde desnuda su espíritu. Cuando alguien se expone a la poesía se despierta nuestro gusto nato por ella”.
De la Serna también considera: “Hay que luchar por esa desensibilización sistemática respecto a las artes y la falta de contacto con todas las disciplinas artísticas. Hay que luchar contra ese aborrecimiento que nos ha enseñado la educación elemental, que nos ha dejado sin capacidades expresivas. Sin embargo cuando nos enfrentamos a una expresión artística, que es inherente al humano, la reconocemos y somos incapaces de resistirnos a la belleza, nuestro espíritu sucumbe al arte y sus diferentes manifestaciones. En mi espectáculo de poesía stand-up, no sólo estoy leyendo sino hay interacción con el público y hay hasta quienes se suben a declamar conmigo”.
Nuestro entrevistado informa cómo inicia su show: “No preparo nada, llego al escenario y me lanzo al ruedo para ver cómo responde el público. Me gusta ver su reacción y a partir de ahí voy eligiendo las lecturas, pero en cuanto me subo al escenario es como si mi yo consiente se disolviera y apareciera un José de la Serna poseído por otro yo. Como si me trasformara en mi propio personaje. Esa voz en mi cabeza que dirige mi vida, en el escenario, encuentra su verdadero hábitat. No es una voz punitiva sino propositiva que me permite hacer y decir todo, así despierto la reflexión del público… Y claro me han gritado cualquier tipo de cosas, desde que me aman hasta lanzarme ofensas y amenazas. Siempre es algo satisfactorio que tu trabajo conmueva hasta las lágrimas o provoque una amenaza del público”.