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Dos águilas en conflicto en el exilio español: Rico Galán y Palerm Vich

10 de febrero de 2024 00:03

El lúcido antropólogo Luis Vázquez León, lamentablemente fallecido por la plaga del covid-19, junto con su colega Ruth Arboleyda escribió una impresionante y abultada tesis sobre colectivismo ejidal y la cuestión agraria en México, que le sirvió para recibirse profesionalmente en la Escuela Nacional de Antropología e Historia (ENAH) en 1978. En esa tesis plasma una dedicatoria en honor de Víctor Rico Galán, a quien llama “soldado de la clase obrera internacional”. Años después, en 2015, Luis Vázquez muestra su arrepentimiento. Señala que Víctor era un retardado mental y que la izquierda lo santifica por haber participado en una guerrilla de corte guevarista, que le costó varios años de prisión en los años 70. ¿A qué se debió ese patético desencanto emocional?

Fui yo quien invitó a Víctor a dar una cátedra a la ENAH sobre el texto más famoso de Carlos Marx, y muy pronto se convirtió en un encaminador de almas. Luis Vázquez quedó aturdido y embelesado con las enseñanzas de ese maestro gallego naturalizado mexicano, igual que muchos otros estudiantes. En esos años 70 del siglo pasado le sugerí que consultara también a otro gran evangelizador académico, Ángel Palerm Vich, un singular ex anarquista y ex comunista que había formado un auténtico batallón de acero para luchar cuerpo a cuerpo contra las hordas criminales franquistas en la guerra civil española. Palerm fue herido tres veces y condecorado por su encomiable valor. Exiliado en México estudió la carrera de historia y posteriormente la de antropología en la ENAH.

Cuando Luis Vázquez visitó a Palerm, le confesó que su asesor de tesis era Víctor. El rostro de Palerm se contrajo y mostró una faz sombría; se irritó profundamente y recordó que Víctor era muy rijoso y ríspido, como buen fiscal estalinista; había acusado a Ángel de ser casi un traidor al Partido Comunista Español. Mucho tiempo después, Ángel fue acusado de casi todo: los gerifaltes de la antropología lo acusaron de ser agente del imperialismo estadunidense, lo obligaron a exiliarse en Estados Unidos, y allá trabajó en la Organización de Estados Americanos.

En esos lares fue acusado por la FBI de ser agente de la dictadura soviética, y en 1965 regresó a México donde, de hecho, acaudilló un importante grupo de colegas llamados Los Magníficos.

Víctor fue abandonando poco a poco las fantochadas estalinistas y se transformó en un extraordinario intelectual y periodista ampliamente comprometido con las demandas de los trabajadores mexicanos y en favor del socialismo. En mi caso particular lo traté con frecuencia y lo considero un mentor de gran categoría. Sorprendentemente, en enero de 1974, mi padre me informó de la muerte de Víctor a una temprana edad, ya que había nacido en 1928. En su afán de inducir a la militancia política, Víctor obligaba a sus discípulos estudiar profusa y profundamente los textos básicos del marxismo.

A su vez, Palerm, desencantado del socialismo real, optó por el sendero del academicismo y se transformó en guía ideológico de un conjunto de destacados antropólogos, uno de ellos Luis Vázquez León.

Es de hacer notar que Palerm constantemente nos urgía a conocer con mucha atención la obra de Marx, ya que pensaba que contenía un gran núcleo científico, aunque desechaba las ideas del filósofo alemán acerca de un futuro socialista y aceptaba plenamente los puntos de vista de un renegado Karl A. Wittfogel, autor de una famosa obra sobre el despotismo oriental y quien fue un delator al servicio del macartismo.

Obviamente, Víctor consideraba que Ángel era un zopilote ávido de devorar los cadáveres de reformistas teoricistas mientras Ángel pensaba que Víctor era un buitre ponzoñoso que se dedicaba a desgarrar las mentes de muchos jóvenes. Al paso de los años, estoy totalmente convencido de que ambos maestros expresaron prístinamente la grandeza del exilio español en México y que sus vidas tuvieron una gran riqueza que se expresó con toda transparencia en nuestro abigarrado y turbulento país. Por supuesto, entre los componentes de ese exilio no faltaron arribistas y aventureros, pero la mayoría representó lo mejor de una España progresista y abierta a un futuro de justicia social que, por desgracia, la sublevación militar de 1936 ahogó en su cuna. Y, sin embargo, gracias a un criminal como Francisco Franco, se inyectó una savia generosa a nuestro país y por eso no vacilo en honrar a esas dos águilas en conflicto.

Es de agradecer el homenaje del Sindicato Único de Trabajadores de la Industria Nuclear (Sutin) que le hizo a Víctor Rico Galán en el aniversario 50 de su muerte.

*Antropólogo e investigador de la DEAS-INAH



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