Los toros de lidia nacen príncipes, viven como reyes y mueren como héroes trágicos. También muchos toreros mueren así. Sin embargo, mi cariño por el toreo enriquece mi amor por todos los animales y por la niñez, que también con frecuencia muere trágicamente: víctima de gobiernos y sociedades ciegas al dolor de los más vulnerables. Inquieta por ello la postura de quienes con el argumento de amor por los toros atacan furiosos la fiesta brava, pero a la vez parecen indiferentes a la crueldad contra la infancia en México, en el mundo y en la guerra. (¿Y qué dicen del matadero de reses en los rastros, de la barbacoa, las carnitas o el pollo rostizado?)
De la mano de mi padre, siendo una niña de 10 años llegué por vez primera a la Plaza México. Quedé fascinada por esa fiesta de música, color, caballos, toreros, magia y poesía. Según Octavio Paz, el toreo es poesía en movimiento
, y con García Lorca, A las cinco de la tarde
... Es también homenaje a la vida y a la muerte, a la fuerza salvaje y al coraje humano para enfrentar con gallardía su destino.
Luis Procuna fue el primer torero que aplaudí. Recuerdo también vivamente un mano a mano con traje campero de Carlos Arruza (de azul) y Armillita (de traje café), tres de los muchos toreros mexicanos consagrados mundialmente. Mi entusiasmo fue tanto que, sin prejuicios, manifesté mi deseo de ser torera. Tu padre es un consentidor
, decía mi madre. Él siempre me escuchaba, y esa vez me compró un trajecito de luces con montera y capote. Además me llevó a que me enseñaran con cuernos de ensayo cómo se hacían las verónicas y las chicuelinas. Recuerdo aquello con alegría y ternura. Fue una más de las lecciones de mi padre sobre el derecho a la libertad, a la fantasía y al amor incondicional.
En Madrid de visita a mi hija, la invité a Las Ventas. Ahí estábamos cuando sale el toro y a ella le corren lágrimas. Le pregunto qué pasa. Pobrecito toro, no sabe lo que le va a pasar
… y lo primero que me vino por respuesta fue: Así llegamos todos al mundo, y aunque el torero sabe lo que puede pasar, tampoco está seguro de que el toro no lo matará
. Fue una bonita experiencia única.
Tauro (nací un 28 de abril) y, hasta que muera, seguiré en primera línea por la infancia y en sol o sombra por el toreo. ¡Ooolé¡
¡Viva la libertad¡ ¡Viva la República¡