Madrid. Las protestas de los agricultores europeos se intensificaron en toda la región, sobre todo en España y Grecia, donde se cerraron decenas de carreteras, se impidió el transporte de mercancías de primera necesidad y se provocó el caos vial en las principales ciudades. Un grupo de centenares de tractores lograron vencer el cordón policial en Barcelona y entrar hasta el corazón de la capital catalana, donde explicaron sus reivindicaciones al presidente autonómico, el nacionalista Pere Aragonés. Desde Bruselas, la Comisión Europea (CE) insistió en “no simplificar el debate del campo”, al tratarse de una realidad muy compleja y diversa, en las que conviven muchas realidades.
Los agricultores europeos siguen en pie de guerra, hartos de la situación de su sector, asfixiado por los bajos precios de sus insumos, la lucha contra la burocracia europea para acceder a ayudas y planes de los fondos de la Política Agraria Común (PAC) y de las medidas cada vez más severas relacionadas con el medio ambiente y la llamada Agenda 2030, que aspira a reducir paulatinamente el uso de combustibles fósiles, que afecta de lleno a esta actividad. Además de lo que ellos llaman “competencia desleal” frente a las importaciones de otras regiones, como África y América Latina, donde según ellos se utilizan productos industriales prohibidos en la UE y que ellos mismos no pueden utilizar.
En España, decenas de miles de agricultores se movilizaron en todo el país: bloquearon carreteras en Cataluña. Andalucía, País Vasco, Galicia, Extremadura, Madrid, Murcia, Valencia, Castilla-La Mancha, Castilla y León, Cantabria y Asturias, sobre todo, con la paralización o el bloqueo temporal de numerosas carreteras comarcales y autopistas principales. Además la protesta también centró su ofensiva en el intento de bloquear los principales mercados de abastos de la ciudad, como hicieron en Valladolid y Málaga.
Una de las protestas más multitudinarias fue la que se registró en Cataluña, donde agricultores de las cuatro provincias se organizaron para intentar llegar con sus tractores hasta Barcelona, donde se encuentran las sedes del gobierno autonómico. Así lo hicieron finalmente a lo largo de la tarde, cuando entraron los tractores a la ciudad con el apoyo de una buena parte de la ciudadanía, que entienden la difícil situación que vive el campo desde hace décadas, con un trabajo precarizado y unas ganancias cada vez más escasas, además de la falta de personal para garantizar la subsistencia de la actividad. Al entrar a la capital catalana, un grupo de 16 personas se reunió con el presidente autonómico, Aragonés, al que le pidieron soluciones concretas para el sector agrario.
Estas protestas, al menos en España, se están haciendo al margen de las principales organizaciones profesionales agrarias y de los sindicatos, entre ellas Asaja, COAG, UPA y Unión de Uniones, que se incorporarán a las protestas en los próximos días.
Otro foco de las protestas que se ha intensificado es en Grecia, donde los agricultores continúan por tercera semana sus movilizaciones con bloqueos de las principales autovías del país, por ejemplo, un grupo de personas en las afueras de Salónica (norte), la segunda ciudad más grande de Grecia, bloquearondurante algunas horas la autovía que une esta urbe con la capital, Atenas, mientras que unas horas después esta vía fue de nuevo cortada por campesinos de Grecia central. Además varias autovías que unen Salónica con varias urbes del norte del país se vieron bloqueadas por varias horas durante el mediodía. Mientras que un amplío grupo de agricultores de Grecia occidental llegaron con sus tractores hasta el puerto de Igumenitsa, el tercero más grande del país, que aspiran a bloquear en las próximas jornadas de lucha.
Ante esta situació, y después de que la propia CE decidió dar marcha atrás en su plan para eliminar en un 50 por ciento el uso de los pesticidas, el vicepresidente ejecutivo de la CE para el Pacto Verde Europeo, Maros Sefcovic, hizo un llamado a la “cordura” para “no simplificar el debate”: “Hay muchas razones que han llevado a los agricultores a las calles en las últimas semanas y es importante no simplificar demasiado la situación porque los problemas del sector agroalimentario son complejos. Hay en el sector agroalimentario personas a quienes el sistema les funciona bien y otros que son dejados atrás. Además hay quienes apoyan, aplican y promueven las políticas sostenibles desde el punto de vista medioambiental y quienes necesitan nuestra ayuda para ser más sostenibles. También están aquellos que se benefician del comercio abierto y aquellos que están siendo asfixiados por él. Y nosotros tenemos que garantizar que el sector agroalimentaro siga siendo competitivo, pero con ingresos decentes para todos los agricultores y pymes en toda la cadena”.
En España, la asociación de consumidores FACUA pidió al gobierno español, del socialista Pedro Sánchez, un doble etiquetado de los productos del campo que ofrezca información a los consumidores sobre el precio en origen junto al de venta al público. “Los agricultores vienen denunciando la ausencia de inspecciones suficientes para detectar prácticas ilegales de imposición de venta a pérdidas, además de la ridícula cuantía de las pocas sanciones que trascienden”, explicó la asociación.
Además, desde varias organizaciones no gubernamentales del medio ambiente, como Greenpeace y SEO/BirdLife, se hizo un llamado a no dar marcha atrás en las políticas medioambientales. Desde SEO/BirdLife se mostraron solidarios con el “malestar de los agricultores y la mayor parte de sus reivindicaciones, entre ellas una remuneración justa de los productos agrarios”, si bien matizaron que “la biodiversidad es aliada de la rentabilidad. La biodiversidad y los servicios ecosistémicos no son el problema, sino parte de la solución, a través del control natural de plagas, la mejora de la fertilidad del suelo, el freno a la erosión o una menor vulnerabilidad a las sequías”.
Mientras que Greenpeace calificó de “regalo envenenado” a los agricultores que se haya anunciado que retirará la propuesta de normativa para reducir en un 50 por ciento el uso de pesticidas químicos para 2030, ya que a su juicio es una decisión “inadmisible y claramente perjudicial de supuesto apoyo al sector agrario consiste paradójicamente en envenenar el campo. Este tipo de anuncios contribuyen al descrédito de nuestra agricultura en lugar de protegerla”.