Londres. El rey Carlos III abandonó el martes en coche, con gesto sonriente, su residencia londinense de Clarence House junto a la reina Camila, en su primera aparición pública desde que la víspera anunció padecer un cáncer.
El monarca, de 75 años, y su esposa saludaron sonrientes a la multitud desde el asiento trasero del automóvil, indicó un fotógrafo de la AFP.
Según la agencia de noticias británica PA, debían ir al cercano Palacio de Buckingham antes de tomar un helicóptero para dirigirse a su residencia de Sandringham, en el este de Inglaterra.
Su hijo Enrique, que durante años ha tenido relaciones difíciles con la familia real, aterrizó pocas horas antes en el aeropuerto de Heathrow, según los medios británicos, para visitar a su padre.
Tras 17 meses en el trono, Carlos III, que recibió su primer tratamiento el lunes, estará ausente de la vida pública por tiempo indefinido.
Los deseos de recuperación llegaron de todo el mundo después del anuncio, que causó conmoción en el Reino Unido.
El primer ministro británico, Rishi Sunak, quiso transmitir un mensaje de tranquilidad sobre la salud del rey y aseguró a la BBC que el cáncer del monarca fue "detectado temprano".
"Por supuesto, estoy en contacto regular [con el rey] y continuaré comunicándome con él como de costumbre", agregó el líder conservador que mantiene conversaciones semanales con Carlos III.
Aunque so se ha especificado la "forma de cáncer" que afecta al rey, se sabe que la enfermedad se detectó durante una intervención por un agrandamiento benigno de la próstata, a finales de enero, pero que no se trata de cáncer de próstata.
"Muy optimista"
El soberano aseguró ser "muy optimista" sobre su tratamiento y dijo que seguirá velando por "los asuntos de Estado y las tareas administrativas", relacionadas con su papel como Jefe de Estado de 15 países, incluido el Reino Unido.
Pero aunque ya estaba descansando debido a su operación de próstata, su ausencia de la vida pública será muy probablemente más prolongada de lo esperado y alejará de la atención pública a un rey que esperó 70 años para ascender al trono y había sido particularmente activo, multiplicando visitas y viajes al extranjero.
"Estamos conmocionados porque el rey realmente había comenzado fuerte, fue a Francia, a Alemania, y esperábamos que fuera así durante mucho tiempo", dijo a la AFP frente al Palacio de Buckingham Sue Hazell, que vino de visita desde el norte de Inglaterra junto a su esposo.
La enfermedad vuelve a sumir a la monarquía en la incertidumbre un año y medio después de la conmoción por la muerte de Isabel II a los 96 años y tras más de 70 de reinado.
Sobre todo porque una de las figuras más queridas de la familia real, la princesa Catalina, esposa del príncipe Enrique, se recupera desde hace días de una misteriosa operación abdominal en enero por la que permaneció hospitalizada durante casi dos semanas.
No ha aparecido desde Navidad y su regreso no está previsto hasta Semana Santa, a finales de marzo.
Por lo tanto, la presencia pública de la monarquía depende ahora de la reina Camila, de 76 años, y de Enrique, el príncipe heredero, de 41.
Poco antes del anuncio del cáncer del rey, el príncipe anunció que reanudaría sus actividades públicas el miércoles, suspendidas durante varias semanas para quedarse con Catalina y sus tres hijos.
La llegada a Londres del príncipe Enrique ha suscitado nuevas esperanzas de reconciliación entre el duque de Sussex, que rompió relaciones con la monarquía en 2020, y el resto de la familia, especialmente su hermano.
Según los medios británicos, llegó a Londres solo, sin su esposa Meghan ni sus dos hijos, Archie y Lilibet, como hizo para la coronación, el pasado mayo.