Hannover. Alemania. Un artículo periodístico que informaba sobre un concurso de belleza único en el mundo con mujeres sobrevivientes del Holocausto, despertó en el joven realizador alemán Radek Wegrzyn el impulso por documentar este evento que se lleva cabo en Haifa, Israel, desde el año 2012 cada dos años. Miss Holocaust Survivor - Señorita sobreviviente del Holocausto- es el nombre de este trabajo documental.
La historia no podía ser más conmovedora; el concurso de belleza trata de resaltar ante todo la belleza interna de las participantes, mujeres de entre 75 y 95 años sobrevivientes del holocausto residentes en un asilo quienes son de hecho la última generación; las mujeres resplandecen por la dignidad con que se presentan, el amor propio, la soberanía y el triunfo de la vida ante la crueldad y la deshumanidad de que fueron víctimas. Les fue robada la alegría de su niñez o su temprana pubertad.
La convocatoria se lleva a cabo cada dos años entre las residentes del asilo y quienes deciden participar lo hacen de manera libre. Han de preparase durante meses, lucir sus mejores prendas, aprender a caminar con garbo y no caer en el límite de lo que podría calificarse como absurdo al mostrar las huellas de la edad en sus rostros y la fragilidad de sus figuras en muchas de ellas. Participar en este concurso les motiva, les proporciona alegría saliendo de la cotidianidad durante los meses de preparación.
La idea de este concurso de belleza partió de una psicóloga miembro del personal de apoyo; las mujeres residentes sufren no solo de cargar el peso de un pasado traumático sino que su situación económica es precaria y vivir en esta residencia les asegura techo y comida.
El financiamiento de esta residencia corre a cargo de una institución evangélica cristiana, hecho por demás interesante. Por difícil que resulte de creer, por lo menos un cuarta parte de los sobrevivientes del holocausto viven en extrema pobreza y no les es posible financiar una vivienda y tampoco tienen familiares que puedan apoyarles.
Acertado enfoque sobre las duras vivencias de dos concursantes. Tova (93) y Rita (84). Celebrar la vida el tema central.
El acierto del trabajo del director alemán no es una fórmula simple que muestre los pormenores del concurso de belleza que en esta ocasión - el año 2022- se llevo a cabo. Su trabajo se centra en documentar las historias de dos de las participantes. Tova de 93 años y Rita de 84. En medio de las narraciones de ambas, escenas de los preparativos para el concurso se intercalan de manera constante sin ser el centro del trabajo.
Los relatos en las voces de Tova y Rita son historias fuertes, demasiado fuertes.
Radek Wegrzyn muestra escenas en que Tova asiste diariamente a un gimnasio en Haifa, para mantenerse en forma. Intercala estas escenas con el relato en viva voz del sufrimiento por violaciones y torturas en el campo de concentración y exterminio en Auschwitz; recordar los detalles sigue generando en ella un visible pesar, lágrimas que el espectador inevitablemente también comparte…”me encontraba en Auschwitz cuando se me ocurrió decirle a uno de los vigilantes que me dolía mucho un diente, me llevaron a un lugar al que yo imaginaba iba a ser atendida; en su lugar un hombre me extrajo sin anestesia todos mis dientes dejando solo aquel que me dolía; perdí el conocimiento del dolor”.
En cuanto a Rita, el director la acompaña al desplegar su creatividad pintando lo que se ha convertido en un vehículo terapéutico para sanar las viejas heridas. Publicó también en el pasado un libro de memorias. Algunos pasajes de este libro son narrados en donde se intercalan escenas que podrían caracterizarse de poéticas; la imagen de una niña en un bosque; el horror vivido tras 19 meses de vivir con su familia escondida en un agujero bajo la tierra cuando tenia 8 años y su intento de quitarse la vida ingiriendo los botones de su chamarra.
Viajeros de todo el mundo visitan la residencia de las sobrevivientes, entre ellos mexicanos. El director pretende mostrar su trabajo también en México.
Algunos de los visitantes que pasan por Israel tienen en su itinerario la visita a esta residencia al tiempo que tienen la oportunidad de conversar con algunas de las residentes que han accedido a compartir su experiencia. Una familia mexicana puede verse en el documental quienes expresan conmovidos su respeto, admiración y agradecimiento por tener la posibilidad de escuchar sus relatos.
En conversación con La Jornada, el realizador expresó que se sentiría honrado de poder mostrar su trabajo en México. “Mi trabajo se centra en celebrar la vida que es en sí el eslogan del concurso, a través de este concurso de belleza entre comillas, lo más importante para mi ha sido retratar la dignidad de estas mujeres, la intensidad de sus vivencias que veo con profundo respeto en contraposición con la ligereza que puede conllevar la celebración de un concurso de belleza de esta naturaleza”.
El momento culminante se presenta el día en que se lleva a cabo el concurso para lo cual las participantes son transportadas en limusina a un importante teatro en Haifa donde se lleva a cabo la ceremonia para escoger a la ganadora; en esta ocasión fue Tova; el documental llega a su fin al ritmo de la inconfundible pieza musical de los años ochentas I will survive de Gloria Gaynor.