Las evidencias están sobre la mesa. El ariete se llama violencia
y se usa ahora para golpear al gobierno desde las trincheras ya conocidas, lo que sin duda mina la efectividad de los ataques, que no por eso dejan de acosar, principalmente, al Ejecutivo.
El tema es de la mayor importancia. Se trata de la muerte de mexicanos a manos de mexicanos en una guerra que inició el gobierno de Felipe Calderón y que se prolongó con una inercia alimentada por la situación de marginación y pobreza, producto de los gobiernos neoliberales instalados por más de 30 años en el país.
Así, la constante queja en labios de quienes han mentido o de quienes manipulan ciertas verdades para poner marco a su show hace que la realidad sea poco creíble y pierda la fuerza debida.
Ese juego perverso debería preocuparnos. Tal vez sean esos personajes los que abonan a la violencia, los que desgastan la realidad en favor de sus intereses y no les importa perder todo mientras su show continúe.
No se trata de que se admitan mejorías en la situación de la violencia, se trata de un esfuerzo de todos en el país para frenar su fuerza. Contra las muertes violentas no existe vacuna ni varita mágica, aunque sus pregoneros se multipliquen.
Nadie ha dicho que desapareció la violencia, pero sí se relata la lucha cotidiana, en varios frentes, para disminuir su incidencia. Hay, y eso debe mencionarse, una constante inversión en la paz, en su construcción. La inversión empieza a dar resultados y ahora se le ataca tal vez con la intención de que en verdad fracase.
Y es que también la guerra es negocio y muy seguramente algunos de los críticos de hoy, o los que financian las críticas, están listos para vender armas, municiones, sistemas de comunicación, alimentos a quienes combaten, y por ello necesitan que la estrategia de los abrazos se vaya a la basura.
Pero tal vez lo que no se explica bien es la inversión multimillonaria en la paz y la rotunda negativa a gastar en la guerra. Seguramente no es nada fácil sentir tras uno los pasos de la violencia, las quejas de quienes la sienten sin que se comprenda la tarea de construir una convivencia sana entre las personas.
En fin, si algo le faltaba a la campaña para demostrar el combate a la violencia, es el show made in Las Vegas. El cuadro, entonces, ya está completo. Listo el showman, listos los inversionistas, listo el coro. Vamos a ver qué pasa. La temporada durará cuando menos cuatro meses y no se augura nada agradable, así que con cuidado, esto apenas empieza,
De pasadita
A qué autoridad se debe recurrir para frenar el abuso de las empresas vendedoras de vehículos que actúan con toda impunidad y ofrecen lo que no tienen. ¿Hay alguien que pueda sancionar a quienes no cumplen con los contratos establecidos?
Nos referimos, desde luego, a la compañía que produce los autos Jeep, en particular a la que tiene el nombre de Autopolanco, que hace de todo para engañar a la clientela que se acerca a ella.
Ni auto ni devolución de lo invertido, pero lo peor, ninguna autoridad que reprima eso que huele a fraude así las empresas vendedoras de autos Jeep, por ejemplo, actúen con toda la impunidad que les da la falta de una ley que las obligue a cumplir con lo que pactan en los contratos de venta.
No estaría mal que los diputados del Congreso local empezaran a esbozar una ley que logre impedir la burla de los vendedores sobre la gente que actúa de buena voluntad. Por lo pronto, hay que hacer algo contra Autopolanco, que se esmera en engañar a la gente.