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México ante el genocidio

26 de enero de 2024 00:02

En cuatro meses de masacre sistemática de palestinos, el régimen de Israel ha asesinado a más de uno por ciento de la población de Gaza, le ha causado lesiones a 3 por ciento y la ha dejado sin hospitales, escuelas, electricidad, agua, comida, medicinas, vivienda e infraestructura. En términos proporcionales, la mortandad es mucho mayor que la causada por la invasión y ocupación estadunidense de Irak entre 2003 y 2011 (más de 140 mil muertos iraquíes) y en las declaraciones de los gobernantes israelíes hay una lógica que obliga a recordar el pensamiento de los ruandeses cuando organizaron y perpetraron el genocidio en ese país: algunos estaban “personalmente a favor de librarse de todos los tutsis”, porque sin ellos “todos los problemas de Ruanda desaparecerían”, según confesión de quien era en ese momento primer ministro de ese país africano, Jean Kambanda, hoy sentenciado a cadena perpetua (http://tinyurl.com/46s544t7).

Se ha hecho evidente en estos meses que el operativo de Tel Aviv en los territorios palestinos en general –porque no es sólo en Gaza: en Cisjordania y Jerusalén oriental también se han intensificado las agresiones criminales de las fuerzas ocupantes contra la población– no tenía como propósito vengar los ataques de Hamas del 7 de octubre pasado, y ni siquiera prevenir que ocurrieran atrocidades semejantes. Es, simple y llanamente, una maniobra de limpieza étnica, como lo dejan ver las cada vez más impúdicas expresiones de los integrantes del gabinete de Benjamin Netanyahu sobre una expulsión de los habitantes de la franja, sea a alguna nación de África o, como lo dijo su canciller, Israel Katz, a “una isla artificial en el Mediterráneo” (http://tinyurl.com/3dmufxjs).

Pero con todo y lo abominables que resulten, tales palabras son mucho más suaves que las acciones sobre el terreno. En retrospectiva, es claro que las Fuerzas de Defensa de Israel ordenaron a toda la población del norte de Gaza que se dirigiera hacia el sur no para que se pusiera a salvo de los bombardeos, sino para concentrarla y masacrarla en escuelas, hospitales y campos de refugiados, como ha quedado de manifiesto posteriormente.

Desde luego, “la respuesta militar de Israel no busca establecer la paz y la convivencia de los pueblos”, como señaló un nutrido grupo de académicos mexicanos en una carta en la que entre otras cosas pide a las autoridades universitarias del país suspender posicionarse en repudio al genocidio en curso, en exigencia de un alto el fuego permanente y la suspensión de “todo acuerdo, vínculo académico o programa de colaboración” con los centros de educación superior israelíes (http://tinyurl. com/25kzfcnc). En otro documento, investigadores y universitarios de América Latina piden a los presidentes de Bolivia, Colombia, Cuba, Chile, México, Honduras y Venezuela que encabecen una iniciativa conjunta en la ONU para condenar la masacre, exigir el inmediato alto el fuego y garantías para el ingreso de ayuda humanitaria a Gaza, que suspendan “cualquier acuerdo de cooperación militar de nuestros países con el Estado de Israel” y que impulsen una solución basada en el fin del régimen de apartheid en ese país y la conformación de un Estado palestino (http://tinyurl. com/3vr8dkhs).

Lo anterior refleja el extendido sentir de la sociedad mexicana ante el genocidio en curso: la simpatía con un pueblo que sufre una guerra de exterminio y la repugnancia hacia los autores de esa atrocidad. En estos cuatro meses, esos sentimientos se han expresado en movilizaciones constantes en la capital de la República y otras ciudades. En concordancia, el 18 de enero el gobierno de Andrés Manuel López Obrador presentó junto con el de Chile, encabezado por Gabriel Boric, un recurso ante la Corte Penal Internacional de La Haya para que investigue la comisión de genocidio por parte de Tel Aviv. La cancillería informó en esa fecha que da seguimiento puntual a la acusación por genocidio que Sudafríca presentó ante esa misma corte (http://tinyurl.com/2z8re3se).

En la comunidad internacional Netanyahu está logrando convertir al país que gobierna en un apestado, como lo acabó siendo el extinto régimen racista de Sudáfrica. El cinismo de las autoridades de Tel Aviv está colmando incluso la proverbial hipocresía de la diplomacia de Europa occidental, para la cual resulta ya insostenible la contradicción de proferir estruendosas condenas contra Rusia por la invasión de Ucrania mientras se limita a “lamentar” las bajas civiles en Gaza. De no ser por el respaldo de Washington, que en este punto está cada vez más aislado en el mundo, los gobernantes israelíes estarían ya sometidos a duras sanciones internacionales, si no es que cazados por el planeta para ser llevados a juicio por crímenes de lesa humanidad.

Es fundamental no habituarse al horror e incrementar la presión para impedir que el gobierno israelí consume en la Palestina ocupada algo como lo que ocurrió en Ruanda, en Kampuchea o en las zonas europeas bajo la ocupación nazi. El genocidio en curso debe ser detenido ya.

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Twitter: @PM_Navegaciones



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