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Madero y la democracia

25 de enero de 2024 00:02

La democracia mexicana le debe mucho a Francisco I. Madero.

Fue el primero en crear un partido político moderno, el Partido Nacional Antirreleccionista, que aglutinó a centenares de clubes que se oponían a la relección de Porfirio Díaz en la mayoría de los estados del país y formuló, en mayo de 1910, un programa democrático con el que compitió por la Presidencia de la República. Fue el primero, también, en efectuar giras políticas de proselitismo, que sirvieron para promover la fundación de ese partido y, una vez elegido candidato presidencial, realizó las primeras campañas políticas modernas. La primera gira fue del 18 de junio al 12 de julio de 1909; en ella celebró mítines y eventos políticos en la Ciudad de México, Orizaba, el puerto de Veracruz, Tlacotalpan, Progreso, Mérida, Campeche, Tampico, Monterrey y San Pedro de las Colonias. En la segunda gira, del 2 de diciembre de 1909 al 19 de enero de 1910, llegó a las ciudades de Puebla, Tehuacán, Oaxaca, Querétaro, Guadalajara, Colima, Manzanillo, Mazatlán, Culiacán, Angostura, Navojoa, Álamos, Guaymas, Hermosillo, Chihuahua, Parral y San Pedro de las Colonias. Esas dos giras sirvieron para sentar las bases del nuevo partido político.

Además de los actos públicos, en los que la oratoria de Madero, acompañado por el joven Roque Estrada, logró convencer a mucha de la gente que los escuchaba de que era necesario un cambio democrático, tras cada uno de esos eventos se creaba un club antirreleccionista. El mensaje político de Madero era muy claro: el país no podía dejar de hundirse si permitía la relección de Porfirio Díaz y era posible un cambio democrático a través de las elecciones, sin derramamiento de sangre. Palpaba que el pueblo que lo escuchaba se hacía eco de ese mensaje y advertía a las autoridades del riesgo que implicaba negarse a una elección democrática. El 19 de diciembre de 1909, en el teatro Tívoli de la Ciudad de México expresó: “El dilema que se presenta es pavoroso: o bien algún día el pueblo cansado de que se le oprima, cansado de que la ley no se respeta y deseoso de reconquistar sus derechos vuelve a conquistarlos por medio de la fuerza, puesto que no se le permite que lo haga en el campo de la democracia, y lamentaremos ver a nuestro país ensangrentado de nuevo con sangre hermana y, lo que es peor, amenazado por una intervención extranjera, como ha pasado con Nicaragua; o bien tendremos que seguir contemplando pacientemente los desmanes de nuestros mandatarios, que cada vez más se ensoberbecerán con el mando, dando por resultado… la decadencia que han traído otros pueblos cuando han abdicado de su libertad”.

La tercera gira fue más breve, del 20 de marzo al 3 de abril de 1910, pues se había convocado a la convención nacional del partido en la Ciudad de México y había que elegir en ella a sus candidatos a la Presidencia y vicepresidencia de la República y aprobar el programa. En esa tercera gira llegó a las ciudades de Durango, Zacatecas, Aguascalientes, San Luis Potosí, León, Guanajuato y la Ciudad de México.

La Convención Nacional del Partido Antirreleccionista se celebró en la capital del país del 15 al 17 de abril de ese año. No fue casual que el partido escogiera a Madero como candidato presidencial, pues no sólo había sido el principal promotor del partido, había sido también el principal sostén económico y político de su órgano de prensa, El Antirreeleccionista, creado en junio de 1909, dirigido por José Vasconcelos y Félix Palavicini, subvencionaba y colaboraba en los periódicos locales de Coahuila, El Demócrata y La Hoja Suelta, y había ayudado económicamente y con contactos políticos a muchos de los clubes antirreleccionistas.

En su discurso al aceptar su postulación, el 16 de abril de 1910, expresó: “Me dirigiré al actual presidente de la República y candidato del partido Releccionista para el mismo puesto, dándole a conocer este acuerdo: le diré que por mi parte estoy resuelto a acatar la voluntad nacional libremente expresada en los comicios; le haré ver, igualmente, cuán peligroso será llevar a otro terreno que no sea el de la democracia, la solución de la actual contienda política, haciéndole comprender que el pueblo está resuelto a hacer respetar su soberanía, y que será peligroso cualquier atentado contra él”.

Como candidato a la Presidencia, acompañado por Roque Estrada, hizo la primera campaña presidencial moderna en nuestra historia. Hasta entonces no habían sido necesarias. Porfirio Díaz se había relegido sucesivamente desde 1884 y el resultado de la elección estaba fuera de duda. Días antes de la jornada electoral, se fundaban al vapor estructuras políticas porfiristas que hacían un remedo de propaganda. El aparato político, controlado desde el gobierno, movilizaba corporativamente a los electores en los municipios, en los pueblos y rancherías, en las colonias urbanas y fábricas, en los cuarteles; simulaban un proceso cuyo resultado se sabía con anticipación. Eso se reproducía, a escala federal, para la elección de diputados, senadores y magistrados y, en los estados, para elegir a los gobernadores, presidentes y funcionarios municipales.

Madero rompió con ese pasado. Enarbolando la consigna de “sufragio efectivo no relección”, realizó su cuarta gira, del 1º al 29 de mayo de 1910. Se concentró en las ciudades más pobladas del centro del país: México, Guadalajara, Puebla, Xalapa, Veracruz, Orizaba y Pachuca. Para entonces, estaba claro que un amplio sector del pueblo lo seguía y que el régimen de Díaz no permitiría una elección democrática.

*Director general del Instituto Nacional de Estudios Históricos de las Revoluciones de México



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