El asunto es serio y en él va implicado mucho del juego político de hoy y de la próxima elección. Se trata de los partidos políticos y de su quehacer frente a la ciudadanía.
Nadie podrá negar, hoy por hoy, que el país vive una muy profunda crisis de partidos políticos y que cada vez es más necesario crear un sistema diferente al actual.
Es cuestión de ciudadanía. De formas obsoletas de ejercer el oficio, del olvido al que se ha remitido al ciudadano en eso de tomar decisiones que le atañen.
En esta ciudad, escoger a quien ocupe la jefatura de Gobierno desde la oferta de partido es más que difícil. Se dice en muchos lados que Morena tiene todo para ganar, pero la pregunta es: ¿Qué es ese todo?
Sí, teóricamente el postulado de la honestidad, la lucha en contra de la corrupción, es poner la cinta muy alta para el que quiera competir, pero parece que no hay nada más allá.
Tal vez el nacionalismo revolucionario, tal vez eso que se conoce como humanismo mexicano
, quizá la 4T o todo junto. Ese, se advierte, es el camino, pero no ve el surco y la militancia camina a ciegas en un laberinto de pragmatismo sin bandera.
Por el lado de la derecha, el PAN se ahogó en su mar de corrupción, de ambiciones personales, y confundieron el negocio con la política. Lo peor, para hacer negocio se agarraron de la corrupción.
En el bando azul ya no hay ni programa ni proyecto, el asunto es tener el poder para poder hacer negocios bajo la idea de que en política todo lo que se vende es barato.
Esa esquina del ring fue tomada por una banda de desmedida avidez que halló la forma de hacer fortuna con el dinero de la gente sin arriesgar, en ningún momento, el patrimonio propio.
Los azules se vaciaron entonces de ideas políticas y su discurso constante es el de la negación, el de la destrucción. Poco o nada dejaron los gobiernos panistas que pudiera considerarse bueno para las mayorías, pero no cesan en armar la crítica que destruye sin proponer remedios.
El PRI está convertido en una olla de mentiras. Los discursos de los antes todopoderosos se han vuelto, junto con los de los azules, falacias. No obstante, los datos rotundos niegan cualquier avance del gobierno actual, aunque vaya a favor de la gente.
El PRI se ha vaciado, su gente no le cree, los de afuera lo repudian y ahora busca salir del hoyo con la ayuda de los mañosos que lo hundieron, como Manlio Fabio Beltrones. Bien dicen algunos que parece la agonía del que fuera el organismo hegemónico en la política del país.
Con ese panorama y algo más, para los ciudadanos de esta capital entregar su voto no parece tarea fácil, por el contrario, la posibilidad de una alta abstención no parece un horizonte lejano.
Hasta ahora no hay la posibilidad de combatir el montón de problemas que significa el sistema de partidos actual. Por eso, antes de negar, todos los organismos deberían estar de acuerdo en una reforma que les dé aire y que los devuelva al quehacer político que se requiere.
De pasadita
Hay una pregunta que hay que hacerse ya para tomar el hilo de la madeja.
¿Sabe alguien dónde están los apóstoles del salinismo que siguen actuando en la cosa política, que están insertos en medios de comunicación, en partidos, y algunos hasta en el gobierno? Son los que estaban muy abajo en los años del poder de su mentor y que luego hasta figuraron como gente de izquierda. Muy bueno sería buscar esos nombres, ¿no?