En la NFL no es fácil ser malabarista. Cada truco requiere práctica y habilidad, un arte que han aprendido los 49ers de San Francisco. Jugar con la presión de casi 30 años sin un campeonato añade una dificultad adicional. Si se produce un error, las consecuencias suelen servir al fracaso. Esa ha sido su historia desde la última vez que dominaron la liga en 1995. Como el mejor equipo de la Nacional, los gambusinos mostraron con su victoria (24-21) ante los Empacadores de Green Bay que pueden caminar sobre la misma cuerda sin caerse, llegando por segunda campaña consecutiva a la final de la Conferencia.
Los Niners reunieron todas y cada una de las características de un equipo acróbata, muchas veces danzando en el peligro y otras dando pasos firmes sin mirar al vacío. En una primera parte de pocos puntos, Purdy encontró con un pase profundo a George Kittle para terminar adelante luego de recibir dos goles de campo (7-6) y fallar otro de 48 yardas. En ese último intento, el salto de Colby Wooden, convertido en una pantera defensiva, impidió que la diferencia para los Packers fuera todavía mayor.
El espectáculo fue redondo hasta el tercer y último cuarto, ese lapso en el que los Cabezas de queso sumaron dos anotaciones por medio de Bo Melton y Tucker Kraft mediante el prolífico brazo de Jordan Love, quien lanzó para 194 yardas y acertó en una conversión de dos puntos pese a sufrir dos intercepciones. Christian McCaffrey, por tierra, empujó a los 49ers con una escapada de 39 yardas hasta las diagonales y Jake Moody dejó el marcador 21-17 con un gol de campo. Entonces, vino el error.
El pateador de Green Bay, Anders Carlson, falló un intento de 41 yardas con 6:18 por jugar y Purdy, malabarista por excelencia, capitalizó la oportunidad con un acarreo ganador de McCaffrey desde la zona roja. Para despejar cualquier tipo de duda, Dre Greenlaw se quedó con el último pase desesperado de Love buscando el empate.