Green Bay es más que una pequeña ciudad del estado de Wisconsin. Los Empacadores conservan allí muchas de las herramientas de su habitual manera de competir en uno de los deportes nacionales por excelencia: el futbol americano. Jugar con el pasado de este equipo implica dejarse llevar por la nostalgia de sus leyendas Bart Starr, Don Hutson y Brett Favre, ganadores de trofeos y menciones honoríficas en la liga. Pero también puede servir para inspirar victorias contundentes ante rivales desprevenidos como los Vaqueros de Dallas, quienes cayeron 48-32 en la ronda de comodines.
Los llamados Cabezas de queso, curioso apodo que simboliza la gran producción lechera en la región, salieron del AT&T Stadium con la seguridad de ser aún más respetados en los playoffs. Mientras el gélido clima invernal batió récords de bajas temperaturas en Estados Unidos, el quarterback Jordan Love se valió del gran juego terrestre de Aaron Jones, quien corrió para 118 yardas y consiguió tres anotaciones, para dar el golpe definitivo a un campeón divisional que nunca pudo acercarse en el partido.
Como muy pocas actividades en la vida, este deporte tiene un poder amnésico. No importa qué tantas victorias registre un equipo en la fase regular, porque lo realmente definitivo está en la postemporada. Dallas lo entendió tarde.
Con dos pases interceptados y la presión encima por antiguas eliminaciones en su camino al Super Bowl, el quarterback Dak Prescott volvió a cruzar por los mismos caminos de dudas e inseguridad que sólo llevan a la derrota. Consiguió tres pases de anotación en 60 intentos para 403 yardas, pero el daño que causaron sus entregas fue irreversible en el último cuarto.
Si Jordan Love fue líder excepcional en la conquista de Green Bay, sin capturas ni intercepciones, Prescott terminó por convertirse en el retrato de un diamante que fue apagando su luz. Con la entrada de Aaron Jones, Dontayvion Wicks y Darnell Savage a las diagonales, el equipo de la estrella solitaria llegó a estar abajo 27-0 antes de irse al descanso. Mucho tuvo que ver la actuación del receptor Jake Ferguson, quien sumó tres touchdowns en momentos críticos, para que los locales no perdieran el deseo de seguir adelante. Tony Pollard corrió para 56 yardas y agregó otros seis puntos a su favor.
Pero Dallas, que había ganado sus anteriores 16 juegos en casa en temporada regular, esta vez permitió la mayor cantidad de unidades en postemporada de su historia. La mayor cifra anterior era de 38. Romeo Doubs y Luke Musgrave dieron color a la nueva peor marca con otras dos anotaciones.
En general y pese a los excesos de confianza del último periodo, en el que Jordan Love fue reemplazado unos minutos al tener resuelto el partido, fue una exhibición absoluta de los llamados Cabezas de queso. Acaso la última inyección de confianza para afrontar su siguiente prueba de alto voltaje ante los 49ers de San Francisco en la ronda divisional.
Una historia diferente reavivaron los Vaqueros, quienes no han llegado a un Juego de Campeonato de la NFC desde el más reciente de sus cinco títulos de Super Bowl hace 28 años.
La derrota incrementará las preguntas acerca del futuro del entrenador en jefe Mike McCarthy y el quarterback Dak Prescott, en especial porque son el primer equipo en sumar al menos 12 victorias en tres campañas consecutivas con postemporada sin alcanzar el duelo definitivo de conferencia.