Ciudad de México. Durante el ocaso sabatino los capitalinos fueron testigos una vez más de un intenso atardecer rojo por el denominado efecto Rayleigh, que es la dispersión de la energía de ondas electromagnéticas. El término fue acuñado en honor a su descubridor John William Strutt, conocido como Lord Rayleigh.
Fue la segunda vez en esta semana en que los citadinos presencian una tonalidad carmesí en el cielo, lo que generó inquietud y curiosidad, por lo que compartieron en redes sociales sus fotografías.
El fenómeno se produce cuando un haz de luz atraviesa la atmósfera, lo que hace que se separe y la energía se disperse.
Los atardeceres rojizos ocurren cuando el sol se encuentra más próximo al horizonte y el haz atraviesa una porción de la atmósfera mucho más densa, lo que hace que los rayos de menor longitud, como los azules y verdes, no sean perceptibles al ojo humano, por lo que sólo son visibles los de apariencia rojiza.
Según la Revista Mexicana de Física, la dispersión es obtenida cuando la partícula (fotón) es esférica y mucho más pequeña que la longitud de onda de la radiación incidente
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