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El BRICS no es alternativa

12 de enero de 2024 00:02

El sentido común dominante en los movimientos antisistémicos está siendo puesto a prueba por la tremenda mutación a la que estamos asistiendo. El agua y el aceite ya no son lo que eran, comprobamos que pueden mezclarse sin problema, a tal punto que resulta difícil distinguir uno de otro. En esta transición o tormenta, nada queda en su lugar y las brújulas que nos orientaban ya no funcionan.

Una parte considerable del llamado pensamiento crítico y de los propios movimientos, celebran la ampliación del BRICS, la alianza Brasil, Rusia, India, China y Sudáfrica nacida en 2009 para contrarrestar al G-7 de los países occidentales. Ahora se integraron, el 1º de enero, Arabia Saudita, Emiratos Árabes Unidos, Irán, Etiopía y Egipto. Como se sabe, la Argentina de Milei rechazó la invitación.

El BRICS representa el deseo de desplazar la hegemonía de Estados Unidos y de Occidente, algo enteramente razonable y deseable. Entre sus objetivos figura la sustitución del dólar como la principal moneda de ahorro y de comercio internacional, remplazada por una canasta de monedas que encarnen el verdadero peso de cada economía y que las naciones no queden atadas al único país que puede emitir una moneda de circulación universal.

En el fondo, se trata del tránsito del mundo unipolar centrado en Washington y defendido por 750 bases militares alrededor del mundo (https://goo.su/pjim), a un nuevo mundo multipolar que sería mucho más adecuado para la naciones del sur ya que podría ser multicentrado, aunque tampoco podemos descartar que surjan poderes regionales igual de hostiles que las granes potencias occidentales.

Sin embargo, un mundo multipolar seguirá siendo capitalista, depredador de la naturaleza y de los seres humanos, ya que las características centrales de este sistema no desaparecerán porque la hegemonía de Estados Unidos deje paso a hegemonías regionales.

Desde el punto de vista de las clases sociales y de los pueblos, la ampliación del BRICS incluye cinco países donde el autoritarismo estatal persigue cruelmente a los movimientos o simplemente no permite que ellos se expresen. En realidad, entre los 10 países del BRICS sólo en Brasil y en Sudáfrica los pueblos pueden movilizarse, aún con las limitaciones que conocemos. Esto nos dice que el BRICS puede ser una alternativa al dominio yanqui, pero en modo alguno representan un paso adelante en la liberación de la humanidad de sus cadenas.

No tengo una idea clara de lo que puede suceder en el futuro, pero si nos orientamos por las tendencias en curso y por la historia reciente, aparecen dos conclusiones claras.

La primera es que las clases dominantes de Occidente, sobre todo de Estados Unidos, han decidido enlentecer la transición hacia un mundo multipolar a través de la violencia. En la historia fueron las guerras las que delinearon las transiciones. Sin las dos guerras mundiales Estados Unidos no habría llegado a ser el hegemón y sin las guerras de independencia de América Latina no habría habido decadencia de España y Portugal y ascenso de Inglaterra.

Estamos ante un capitalismo genocida, pero también ecocida, que no está fincado sólo en Occidente, sino que es global e incluye a los estados y grandes corporaciones del sur, en particular las de China.

Hay que decir, con hondo pesar, que importantes movimientos de nuestra región aseguran que China es socialista, se adhieren a la política del BRICS y de sus estados. Esta posición puede ser tremendamente perjudicial en el futuro.

La segunda, es que el nacimiento de nuevas hegemonías globales han sido incluso más esclavizantes para nuestros pueblos que los imperios en decadencia. El ascenso de la hegemonía británica fue de la mano de guerras de exterminio contra el pueblo mapuche en Chile, a través de la mal llamada Pacificación de la Araucanía (1861-83) y de los pueblos originarios de Argentina con la Conquista del Desierto (1878-85).

El territorio mapuche se había mantenido autónomo de la corona española por su resistencia y por los acuerdos a los que llegó con la monarquía ibérica. Fueron arrebatados por la violencia y la población fue diezmada. En el sur de Argentina el nuevo Estado arrebató grandes extensiones de territorio que se encontraban en poder de los pueblos pampa, ranquel, mapuche y tehuelche. En toda América Latina sucedió algo similar, de modo que las independencias no fueron un paso adelante para los pueblos.

El capitalismo ha mutado y ahora es sinónimo de guerra, sea quien sea que gobierne cada nación y hegemonice el planeta. Es la vida lo que está en peligro y eso nos impone repensarnos colectivamente, muy a fondo, como están haciendo las bases zapatistas. El BRICS no es ni un atajo ni una solución a nuestros problemas, sino más de lo mismo, pero con distinto patrón.

No hay más que mirar la situación de los pueblos oprimidos en los países que integran el BRICS, como le sucede a los indígenas en Brasil, perseguidos por el capital ante la indiferencia del Estado.



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