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México SA

12 de enero de 2024 07:53

La modernización neoliberal de la industria eléctrica nacional (léase la privatización silenciosa del sector o, si se prefiere, su descarada entrega al gran capital trasnacional y en menor medida al nacional) se inició con un decreto de Carlos Salinas de Gortari y se aceleró en los cuatro sexenios siguientes; no tuvo otro objetivo que desaparecer a la Comisión Federal de Electricidad (CFE), que, según la idea original y en el mejor de los casos, terminaría siendo una simple despachadora de energía de los particulares, que éstos venderían a precios exorbitantes.

Esa privatización silenciosa se tradujo en que al cierre del sexenio calderonista –que en 2009 pasó por las armas a Luz y Fuerza del Centro–, 48 por ciento de la generación eléctrica en el país correspondió a consorcios privados, fundamentalmente trasnacionales. Ya con importación y exportación de energía eléctrica, la proporción aumentó a 54 por ciento, de tal suerte que en cuatro sexenios neoliberales, este sector estratégico dejó de pertenecer mayoritariamente a la nación.

Y fueron por más: Enrique Peña Nieto y su pandilla aceleró, por medio de la reforma energética –que incluyó la cereza del pastel, el petróleo– y con él en Los Pinos, la citada proporción aumentó aún más. De acuerdo con el presidente López Obrador, cuando en 2018 tomó las riendas del país, la participación privada en el sector eléctrico superaba ya 60.5 por ciento y los modernistas tenían planeado que para 2024 la CFE sólo sería un pésimo recuerdo.

Pero se les apestó, pues la política del nuevo gobierno para el sector eléctrico no sólo dio vuelta a esa tendencia, sino que acabó con el jugoso mercado negro de energía eléctrica en detrimento de las finanzas de la CFE, armado por consorcios trasnacionales como Iberdrola y nacionales como Oxxo.

Por ello es de celebrar lo anunciado ayer por el director general de la CFE, Manuel Bartlett: la empresa productiva del Estado ha retomado su participación mayoritaria en la generación eléctrica, que ya representa 54 por ciento del total, y se estima que con la adquisición de 13 plantas generadoras, otrora propiedad de la trasnacional española Iberdrola, al cierre del tercer trimestre del presente año, esa proporción se incremente a 61 por ciento.

El funcionario informó que “en caso de no haber rescatado a esta empresa pública, su contribución a la generación eléctrica al final de este sexenio hubiese sido prácticamente ‘intrascendente’”; si esa tendencia hubiese seguido, “para final del gobierno de López Obrador, la CFE produciría sólo 16 por ciento de la generación y así progresivamente hasta llegar a su desaparición… Se lograron revertir las tendencias mediante inversión sin precedente en mantenimiento y construcción de centrales de generación y redes eléctricas. Hoy México cuenta con una empresa verdaderamente pública, capaz de cumplir su misión histórica” ( La Jornada, Emir Olivares y Arturo Sánchez).

Así, el sueño modernista se fue por el caño: México retoma su soberanía eléctrica, la CFE fortalece su generación y sus finanzas –hechas añicos por los privados, con la protección de los gobiernos neoliberales– y los consumidores pagarán precios justos por el servicio.

Pero no todas son buenas noticias, porque ahí están los cancerberos del gran capital disfrazados de ministros de la Suprema Corte de Justicia de la Nación (SCJN). Resulta que la Secretaría de Energía solicitó al supuesto máximo tribunal del país declarar impedidos de votar a dos de sus integrantes –Alberto Pérez Dayán y Luis María Aguilar Morales– en la resolución de los amparos contra la Ley de la Industria Eléctrica dado su abierto conflicto de intereses por ser parte del Instituto Mexicano del Amparo, que no se cansa de litigar en contra de tal legislación, lo que deja en claro la imparcialidad de ambos.

Sin embargo, como la SCJN es parte del sueño modernizador, los ministros Pérez Dayán y Aguilar Morales –muy activos en eso de poner palos en las ruedas a todo lo que huela a transformación–, por unanimidad decidió (primera sala) que sí podrán participar en la resolución de los amparos contra la Ley de la Industria Eléctrica, o lo que es lo mismo, el enemigo está en casa.

Las rebanadas del pastel

Como la denuncia ha sido carroñeramente utilizada para la siempre sucia guerra electoral, todos se clavaron en lo del moche solicitado por funcionarios de la Secretaría del Trabajo, pero, ¿y dónde quedó el cochinero de las liquidaciones de Notimex y el conflicto de intereses? Nooo, esa es pura grilla.

Twitter: @cafevega

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