En las entregas del 4 de agosto al 27 de octubre analicé la evolución de la pobreza (P) en México entre 2018 y 2022; mostré que si bien la incidencia de la P bajó en los primeros 4 años del gobierno de AMLO, lo hizo a un ritmo tan lento que requeriría casi un siglo erradicarla. La razón central de ello es la ausencia en el gobierno de AMLO de un programa integrado y coherente en la materia, pues dicha lentitud se dio a pesar del fuerte aumento en los montos de transferencias monetarias (TM) que llevó a cabo. Es decir, al parecer adoptó una estrategia ineficiente. Si Claudia Sheinbaum (CS) tampoco formula (y aplica) un programa sistemático y eficiente de reducción de la pobreza (PSERP), tampoco logrará una rápida baja de la P en su gobierno. En ésta y las próximas entregas de Economía Moral, me propongo reflexionar sobre la materia. Empiezo enunciando los siguientes requisitos indispensables: 1. Tener claridad sobre el mal que se quiere combatir y su magnitud. No se trata de reducir la magnitud del problema adoptando la pobreza extrema (PE) como el mal a combatir en vez de la pobreza (P), o usando un método de medición que minimiza ambas, como hace el Coneval. La P debe definirse como la condición de no poder vivir una vida humana digna. Cuando así se hace la población objetivo del PSERP es de alrededor de 75 por ciento de la población nacional, 100 millones de personas. 2. Tener la fuerza de voluntad para convertir la rápida reducción de la P en objetivo nacional central a la par sólo con la reducción (también muy rápida) de la emisión de CO₂ a la atmósfera. EL PSERP requiere convertir el Estado nacional en un estado de bienestar desmercantilizador y desenajenante (EBDD), en el que participen activamente todos los sectores de la administración pública, incluyendo la SHCP, el BdeM y similares, no sólo la Secretaría de Bienestar. 3. Remplazar el método de medición de la P del Coneval por uno que se acerque lo más posible a la verdad sobre la P en México. La mejor opción sería adoptar el método que aplicó el Evalúa CDMX durante el gobierno local de CS. 4. Puesto que el problema es gigantesco, es muy importante adoptar rutas eficientes. El otorgamiento de TM a grupos poblacionales como los de la tercera edad (que no son mayoritariamente pobres) es una ruta ineficiente; debe mantenerse el programa de pensión alimentaria para adultos mayores, pero no es aconsejable seguir aumentando su monto en términos reales; en cambio, el otorgamiento de becas a los menores de edad que estudian en escuelas públicas, como en Mi Beca para Empezar (que aplicó CS en la CDMX), tienen una mayor eficiencia, porque la mayoría vive en hogares en P y porque la condición de estudiar en escuela pública es una excelente forma de autofocalización. Debe generalizarse a todo el país (como ha dicho ya CS) y aumentar gradualmente su monto hasta alcanzar un óptimo; y deben echarse a andar otros programas donde funcione la autofocalización, como el registro ante el IMSS-Bienestar y programas de empleo como los caminos de mano de obra. 5. El PSERP debe ser multisexenal. Si se lograra una reducción promedio anual de la P de 4 puntos porcentuales (PP), la erradicación se alcanzaría en 3 sexenios. Por ello, el PSERP debe instaurarse con una ley federal que establezca los montos de las TM y las demás modalidades de apoyo. 6. El PSERP debe incluir todas las Fuentes de Bienestar de los Hogares (y no sólo ingresos) para atacar al mismo tiempo todas las causas de la pobreza. Alimentación, vivienda, servicios de la vivienda, educación y cultura, salud y seguridad social, capacidad de endeudamiento de los hogares, y tiempo libre son otras dimensiones donde debe actuarse vigorosamente. Entre los instrumentos a utilizar deben estar no sólo las TM, sino las transferencias en especie (artículos escolares y uniformes, salud y educación gratuitas), los subsidios a bienes y servicios básicos (alimentos básicos, transporte público, computadoras, libros), impuestos negativos (una excelente forma de subsidiar) tanto en el IVA, como en el ISR y en otros impuestos, la reducción de la jornada de trabajo, el trabajo a distancia o híbrido.
Sobre estos seis requisitos entraré en más detalle en próximas entregas en las que también analizaré algunas experiencias de subsidios universales, de transferencia monetarias focalizadas a la PE (TMF), así como una tipología de estados de bienestar. Como parte de la estrategia de desarrollo basada en la sustitución de importaciones, prevaleció en el país en las décadas posteriores a la Segunda Guerra Mundial, la noción que el rápido crecimiento de la economía formal, la legislación laboral, las políticas de subsidios generalizados y de control de precios a bienes básicos, de política antiinflacionaria, y de baja inflación, de protección a los salarios, la atención pública creciente de salud, educación, agua-drenaje, y un estado regulador e intervencionista con recursos crecientes, conformaban la vía que permitiría que los trabajadores compartieran la modernización del país. En el medio rural también estuvo en vigor un Estado de Bienestar Agrario que fomentó el aumento de la productividad de la tierra con riego, asistencia técnica, semillas mejoradas (híbridos), subsidios a fertilizantes e insecticidas, y protegió el ingreso campesino con precios de garantía y compras estatales. Con la crisis de la deuda de los años 80 se abandonó este modelo de desarrollo y de mejoría de los niveles de vida de campesinos y trabajadores. Fue inicialmente sustituido con programas especiales, sobre todo para el medio rural, como Coplamar y Solidaridad. En estos programas no había TM. Pero desde 1997 hasta 2018 se sustituyeron estas vías por programas de TMF a la PE que se pensaba predominaba sólo en el medio rural con el Progresa-Oportunidades-Prospera. En el gobierno de AMLO se mantuvo la idea de las TM, pero ahora dirigidas no a la PE (salvo en las becas para educación básica, un residuo del Prospera), sino a grupos como la tercera edad, los discapacitados, los ninis, los estudiantes, y los campesinos con 2.5 hectáreas o más. Podríamos resumir esta evolución de concepciones del cómo reducir la P, diciendo que se pasó de recetar el desarrollo modernizador a programas especiales, a TM focalizadas a la PE, a la ensalada mixta sin hilo unificador de AMLO. En todos los casos ha prevalecido la ineficiencia. En mi opinión, CS no puede solamente parchar la ensalada mixta de AMLO añadiendo, como ha anunciado, Mi Beca para Empezar en todo el país. Tiene que convertir la ensalada ineficiente de AMLO en una eficiente que abata rápido la P. Necesita al menos dos programas del mismo tipo que Mi Beca para Empezar, con autofocalización y cobertura muy amplia, casi universal. En la evolución analizada resalta la ausencia de integralidad y coherencia de las acciones. Claudia Sheinbaum debe actuar diferente: desde ahora tiene que empezar a formular su PSERP e involucrar en él a toda la administración pública.