París. El presidente francés, Emmanuel Macron, nombró este martes como primer ministro al popular y joven titular de Educación, Gabriel Attal, con el objetivo de relanzar su mandato en un año crucial marcado por las elecciones europeas y los Juegos Olímpicos.
Attal, que se convirtió a sus 34 años en el primer ministro francés más joven y en el primero abiertamente homosexual, tendrá como reto frenar el auge de la extrema derecha en Francia y evitar su llegada al poder en 2027.
Para ello, el futuro inquilino de Matignon deberá impulsar el "rearme industrial, económico, europeo" y también "cívico", que el presidente centrista, de 46 años, prometió el 31 de diciembre para impulsar su segundo mandato.
"Sé que puedo contar con su energía y su compromiso para implementar el proyecto de rearme y regeneración que anuncié", escribió Macron en la red social X en un mensaje dirigido a su nuevo jefe de gobierno.
"Mi objetivo será mantener el control de nuestro destino y liberar nuestro potencial francés", confirmó Attal durante el acto de traspaso de poderes, en el que fijó sus ejes: el trabajo, las empresas, la juventud y la escuela.
La figura más popular del gobierno sucede a Élisabeth Borne, de 62 años, quien dimitió la víspera después que Macron le indicara que quería nombrar a un nuevo primer ministro, como escribió en su carta de renuncia.
Sus 20 meses como jefa de un gobierno sin mayoría absoluta en el Parlamento estuvieron marcados por las protestas contra la reforma de las pensiones impuesta por decreto y por los disturbios urbanos a mediados de 2023.
"Nunca retrocedí ante ninguna reforma. Llevé a cabo los proyectos que consideré justos y necesarios para nuestro país. Y mantuve firme el rumbo fijado por el presidente", dijo Borne, vestida de negro durante su despedida.
Sin embargo, la aprobación en diciembre de una reforma migratoria, que el gobierno endureció para lograr el apoyo de la derecha, dividió y paralizó al oficialismo, mientras la extrema derecha celebraba una "victoria ideológica".
"Buen alumno"
Con una imagen de "buen alumno", Gabriel Attal encarna además la derechización de la política del presidente centrista, a cuyas filas se sumó en 2016 procedente del Partido Socialista.
Durante sus seis meses al frente del importante ministerio de Educación, defendió una escuela de "derechos y deberes", prohibió la abaya --prenda usada por las musulmanas-- y se dijo abierto a experimentar el uso de uniformes.
Este hijo de un productor de cine y antiguo alumno de la elitista Escuela Alsaciana de París anunció además el regreso de los repetidores o la introducción de grupos de nivel para las clases de Francés y Matemáticas en secundaria.
Su fulgurante ascensión --de secretario de Estado en 2018 a primer ministro, pasando por vocero del gobierno, titular de Cuentas Públicas y de Educación-- recuerda a la de Macron, que se convirtió en presidente en 2017 con 39 años.
"Emmanuel Macron se sucede a sí mismo", ironizó el líder socialista Olivier Faure. "Attal retoma su puesto de vocero. La función de primer ministro desaparece", abundó su par izquierdista Jean-Luc Mélenchon.
"Ambiciones y egos"
La líder del primer partido opositor, la ultraderechista Marine Le Pen, denunció un "ballet pueril de ambiciones y de egos" y aseguró que el inicio del cambio de gobierno empezará el 9 de junio, con las elecciones al Parlamento Europeo.
La formación de Le Pen, cuya candidatura gana fuerza para la presidencial de 2027, lidera los sondeos de las europeas con un 27% de intención de voto, seguida de lejos por la alianza oficialista (19%), según una encuesta reciente de OpinionWay.
La designación de Attal se interpreta así como una elección "ofensiva" de cara a estos comicios, pero podría "no ayudar" a mantener la frágil unidad del oficialismo, según el experto Benjamin Morel.
"Esto no solucionará el problema de la mayoría, ni el principal problema de cuál es el rumbo principal" del segundo mandato del actual jefe de Estado, agregó el politólogo Bruno Cautrès.
La alianza centrista de Macron perdió su mayoría absoluta en 2022 y, desde entonces, ha tenido que recurrir al apoyo de la oposición de derecha para aprobar sus reformas clave en el Parlamento francés, tensando el ala izquierda del oficialismo.