El papa Francisco aprobó el lunes 18 de diciembre que los sacerdotes católicos puedan administrar bendiciones a las parejas del mismo sexo, así como a las parejas en situación “irregular”, siempre y cuando dichas bendiciones no sean parte de un ritual o liturgia de la Iglesia. La decisión pontifical está fundamentada en la declaración titulada Fiducia supplicans. Dicha opción ha traído confusión y rebeldía en diferentes estamentos católicos en todo el mundo.
La Iglesia católica aprueba bendecir a las parejas del mismo sexo de manera “privada” y no las equipara al matrimonio. La declaración causó desconcierto entre los católicos y entusiasmo en círculos seculares que defienden la condición gay en la Iglesia. Sobre todo cuando en 2021, ante la presión del sínodo alemán, la Congregación para la Doctrina de la Fe sentenció que ni Dios ni la Iglesia bendecían los pecados. La decisión se suma a un histórico movimiento de la Congregación para la Doctrina de la Fe, que el mes pasado certificó que las personas trans y los hijos de parejas del mismo sexo pueden ser bautizados.
Sin embargo, la declaración fue duramente criticada por católicos conservadores de diferentes latitudes. Algunos episcopados la han acogido con entusiasmo, mientras los sectores conservadores la califican de “blasfemia” y muchos obispos en Asia, pero en especial episcopados africanos como las conferencias episcopales de Camerún, Malawi, Nigeria y Zambia, muestran su rechazo. Hay que recordar que en países de ese continente, la condición homosexual está penada con severos castigos.
Antes del cónclave sobre sinodalidad, realizado en octubre de 2023, cinco purpurados: el alemán Walter Brandmüller; el estadunidense Raymond Leo Burke; el mexicano Juan Sandoval Íñiguez; el guineano Robert Sarah, y el chino Jo seph Zen Ze-Kiun, solicitaron a Francisco aclarar si al sínodo, dada la presencia de laicos, se le puede conceder la autoridad que siempre ha tenido, cuando participaban exclusivamente los obispos y el Papa. Además le exigieron a Francisco respuestas tajantes, sí o no, sobre tres puntos concretos: la bendición de las parejas homosexuales, la ordenación de mujeres al sacerdocio y la absolución sacramental dada a todos y siempre, sin condiciones.
Por ello el cardenal argentino Víctor Manuel Fernández, actual prefecto de la Congregación para la Doctrina de la Fe, malabareó y jugó con cautela extrema, el tema, en el periódico italiano La Stampa: “No pretendemos legitimar nada, sino sólo abrir la vida a Dios, pedir su ayuda para vivir mejor, y también invocar al Espíritu Santo para que se puedan vivir con mayor fidelidad los valores del Evangelio”. Matizó la decisión vaticana contenida en el numeral 31, al reiterar: “Estas formas de bendición expresan una súplica a Dios para que conceda aquellas ayudas que provienen de los impulsos de su Espíritu –que la teología clásica llama “gracias actuales”– para que las relaciones humanas puedan madurar y crecer en la fidelidad al mensaje del Evangelio, liberarse de sus imperfecciones y fragilidades y expresarse en la dimensión siempre más grande del amor divino”. En suma, la práctica homosexual es inaceptable, en la Iglesia no habrá matrimonios cristianos, pero, los homosexuales, como personas en pareja, recibirán la bendición ocasional como símbolo del amor de Dios por todos los seres humanos, independiente de su condición.
La posibilidad de impartir una “simple bendición” a las parejas homosexuales ha sido recibida con gran satisfacción por los obispos alemanes, suizos, franceses, ingleses, belgas, irlandeses, sudafricanos y canadienses, entre otros. Por parte, además de los obispos africanos, se han desmarcado críticamente de la postura vaticana, los obispos polacos y ucranios; otros, como el cardenal uruguayo Daniel Sturla, arzobispo de Montevideo, plantearon sus reproches.
El cardenal en retiro y ex prefecto de la Congregación para la Doctrina de la Fe Gerard Muller tildó la decisión del Papa de blasfemia. Müller cuestionó la falta de textos bíblicos o del magisterio en el texto en cuestión que apuntalen las conclusiones del documento del Dicasterio. El cardenal fue contundente: “Bendecir una realidad que se opone a la creación no sólo es imposible, sino también una blasfemia.” El cardenal Fridolin Ambongo Besungu, arzobispo de Kinshasa, República Democrática del Congo, presidente de los obispos africanos, en un comunicado demandó a todos los episcopados del continente que se redacte una postura en bloque sobre el documento vaticano.
¿Qué dice la Iglesia mexicana sobre las bendiciones a parejas de homosexuales? En un comunicado firmado por el arzobispo de Monterrey y presidente de la Conferencia del Episcopado Mexicano (CEM), Rogelio Cabrera, y Ramón Castro, obispo de Cuernavaca y secretario general de la CEM, expresaron su respaldo al Papa y a su declaración dicasterial del Vaticano. Sin embargo, fueron más los argumentos en contra que las bondades pastorales esgrimidas, lo repitieron de diferentes formas: “La Iglesia la otorga como un gesto de cercanía y acompañamiento para ayudarles a madurar y crecer en la fidelidad del mensaje del Evangelio, liberarse de sus imperfecciones y fragilidades, y expresarse en la dimensión siempre más grande del amor divino”.
Sin duda, las bendiciones a parejas homosexuales son un avance importante que será contestado por los sectores conservadores de la Iglesia. Sin embargo, me pregunto a cuántos malhechores la Iglesia no ha bendecido en ceremonias solemnes, como a los gobernadores hampones Duartes en Chihuahua y Veracruz; bendiciones sentidas hacia sicarios y miembros del crimen organizado en torno a las narcolimosnas; y qué decir de los dictadores sudamericanos, como Pinochet y Videla. Este debate apenas empieza.