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Tumbando caña

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El músico y compositor panameño durante su presentación en la Glorieta del Ahuehuete de la Ciudad de México. Foto Pablo Ramos
03 de enero de 2024 07:23

Con una espectacular presentación, acompañado por la big band de Roberto Delgado, Rubén Blades cerró 2023 y a la vez recibió 2024 ante más de 120 mil almas reunidas en la avenida Reforma de la Ciudad de México.

Con las primeras notas de Plástico, impecablemente vestido de oscuro y su clásico sombrero, apareció el llamado cronista de la salsa, en punto de las 22:30 horas, sobre el escenario montado en la Glorieta del Ahuehuete. La ovación de bienvenida expresada por el público fue inmejorable, apoteósica, como la que cualquier artista desearía.

Tras agradecer la invitación hecha por el gobierno de la Ciudad de México a presentarse en una fecha tan especial, entonó La palomilla, una vieja canción de Ismael Miranda que grabara al estilo bugalú de Joe Cuba Sextet. Siguió con Decisiones, del álbum Buscando América que hiciera con Seis del Solar; Arayué, que cantara muy al inicio de su carrera con la orquesta de Ray Barreto; Buscando guayaba del álbum Siembra (1978), que lograra con Willie Colón; Paula C que compuso muy jovencito, cuando aún trabajaba en el correo de la Fania, y así fue enhebrando su concierto con la retrospectiva de un trabajo en el que lleva más de seis décadas.

La orquesta integrada por músicos panameños, dirigida por el bajista Roberto Delgado, ha incorporado casi todo su repertorio, canciones que el artista grabara en distintos formatos ahora, se escuchan frescas y vigorosas gracias a los arreglos del propio Delgado, sin demérito de los originales. Rubén se siente muy cómodo con ellos. “Es una banda que lo mismo es un conjunto que una orquesta de salsa o big band de jazz. Son magnificos”, dijo.

Al cantante se le veía muy entusiasmado compartiendo recuerdos. Contó nuevamente la anécdota cuando invitó a Gabriel García Márquez a escribir al alimón canciones para el álbum Agua de luna, refiriendo que éste lo rechazó con el argumento que no harían nada porque nunca terminaríamos. Por lo que decidió basarse en algunos de sus cuentos, y uno de estos fue Ojos de perro azul, que al ser anunciado recibió gran ovación de los asistentes.

Con su canción Los barrios, rindió un reconocimiento a esos lugares donde prima el honor y se lucha por salir adelante, donde la vida y la muerte bailan con la cerveza en la mano. Fiel a su costumbre arremetió contra los políticos corruptos y recomendó a los jóvenes ahí presentes trabajar en la función pública “porque es necesario una mentalidad diferente, fresca honesta(…) muchos me preguntan por qué entrar en eso y yo digo, hay que entrar para sacar al corrupto”, entonando a continuación País portatil, del álbum Canciones del subdesarrollo.

El momento emotivo vino con Amor y control, un tema en el que rinde tributo a la familia y al que le puso un sentimiento especial, mismo que trascendió a la multitud que le acompañó cantando con lágrimas en los ojos. Blades agradeció al presidente Andrés Manuel López Obrador por haberlo presentado en una de las conferencias mañaneras: Le agradezco al Presidente, hizo que lo conocieran muchos de ustedes que a lo mejor no lo habían escuchado

En sus interpretaciones, Rubén hizo alardes vocales subiendo la tonalidad. Es sorprendente como a su edad (75 años) sigue cantando en los mismos tonos del principio. Llega a subir hasta cuatra octavas, sin desafinar ni sofocarse.

Tras el conteo regresivo para dar la emotiva bienvenida a 2024, a cargo del jefe de Gobierno Martí Batres, Rubén retomó el concierto con Todos vuelven, del poeta peruano César Alberto Miró, tema con el que evocó a todos los ausentes. Los que no están con nosotros hace tiempo y los que se fueron este año, mientras en la enorme pantalla central se proyectaron imágenes de muchos de nuestros artistas idos.

Recordó también al obispo salvadoreño Arnulfo Romero a quien compuso El padre Antonio y su monaguillo Andrés del que dijo, le llamaron comunista y es ahora un santo latinoameticano.

El público no paraba de ovacionarlo y pedían a gritos algunas de sus canciones clásicas, sobre todo Pedro navaja. La calma llegó cuando Rubén decidió adelantar el final que tenía previsto. Apareció entonces el malandro del diente de oro. La orquesta inició con el conocido tumbaito y el grito de Rubén, ¡Avelino, ven acá!. El público, delirante de júbilo, acompañó la canción de arriba, abajo haciendo enfásis en el fabuloso coro que recuerda la conseja la vida te da sorpresas, sorpresas te da la vida.

Siguieron Juan pachangaLigia ElenaEl canto abakuá (que no es abakuá sino niche), Plantación adentro del inmenso Tite Curet Alonso y Patria, dedicado a sus compatriotas presentes esa noche al igual que a otras colonias de países latinoamericanos radicados aquí. El solo melancólico de trombón fue motivante. En la pantalla del fondo apareció el lábaro patrio mexicano. Y con esta imagen Rubén se despidió bajo el reclamo general.

Regresó para expresar nuevamente su agradecimiento. Agradecer es una palabra que debemos tener presente y usarla siempre señaló al tiempo de exclamar: ¡México, agradezco todo lo que me has dado!, y concluyó con el último tema de la noche: Te están buscando con el que bailó hasta el Ángel de la Independencia.

 
 


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