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Caficultores de Guerrero claman por apoyo gubernamental para subsistir

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Ignacio Mejía Catalán, comisario ejidal de El Paraiso, municipio de Atoyac de Álvarez, Guerrero, durante un recorrido por la huerta El Bienestar de la Finquita, junto con Abel Vázquez Rodríguez, presidente del consejo de vigilancia de ese núcleo agrario. Ambos pidieron apoyo del gobierno federal para comercializar y hacer frente a la plaga de roya, la falta de mano de obra y los bajos precios. Foto Sergio Ocampo
02 de enero de 2024 07:57

Atoyac De Álvarez, Gro. Unos 6 mil productores de café de la comunidad de El Paraíso, en este municipio de la Costa Grande de Guerrero, demandaron apoyo del gobierno federal para comercializar su producto, pues antes exportábamos a Brasil y Alemania, pero hoy sólo se produce para consumo interno; ya no hay mano de obra disponible. A los jóvenes ya no les interesa trabajar en los cafetales, aseguró Marino Bernardino Adame, presidente del Comité del Sistema-Producto Café del estado.

Entrevistado a la entrada al poblado, a unos 40 kilómetros de la cabecera, en la parte media de la sierra, expuso que son 22 mil caficultores en Guerrero, pero aquí en Atoyac se encuentra más de 50 por ciento de la superficie cultivada del grano en el estado, con 42 mil hectáreas, aunque sólo se cultiva la mitad.

Bernardino Adame explicó que en el ejido de El Paraíso se localiza la mayor parte de superficie cultivada del aromático, pues son entre 5 mil y 6 mil agricultores, con cinco hectáreas en promedio cada uno.

Refirió que existe un programa de Producción para el Bienestar del gobierno federal, pero no ayuda mucho, ya que sólo se otorgan al año 6 mil 200 pesos por productor, que no alcanzan para nada; ahorita se inició la cosecha, pero no hay mano de obra; los jóvenes no quieren entrarle al cafetal; piden de 300 a 350 pesos por jornada.

Subrayó que aunado a lo anterior está el problema del cambio climático: ha estado lloviendo, y para nosotros los aguaceros después del primero de diciembre son atípicos, dañan el café, más directamente al grano, porque se revienta, se cae y ya no lo podemos levantar; es un café que pierde su calidad.

Añadió que con las lluvias cayó la producción de café; en mi caso la pérdida fue de 10 por ciento de la cosecha. También perjudicó a quienes cultivan en sus patios; además, el precio del aromático está muy bajo: hace un año estaba en unos 95 pesos por kilogramo en verde y el precio internacional era de más de 200 dólares las 100 libras, pero el dólar estaba en buen precio para Estados Unidos, por ejemplo.

Se calcula que al día de hoy, agregó, el precio internacional del café es de 187.82 dólares las 100 libras, con un diferencial negativo de 10.18; hoy el peso está a 16.9 por dólar, y haciendo un cálculo nos está saliendo unos 46 kilos de café en verde a un costo de 65 pesos por kilo; eso quiere decir que no sale ni para cubrir los gastos de inversión. Nos perjudica que el precio del dólar baje.

Marino Bernardino comentó que los cafetaleros están buscando alternativas; una de ellas es dirigir nuestra producción a café de especialidad. Creemos que este año se van a producir alrededor de 62 mil quintales; en los mejores años se tenía una producción de 200 mil a 300 mil quintales.

Recordó que desde el paso de los huracanes Ingrid Manuel, en 2013, se vino un problema muy fuerte de enfermedad en las plantas de café por la roya anaranjada; la enfermedad atacó severamente las plantaciones y algunos caficultores alcanzaron a hacer su renovación en los cafetales con sus propios recursos, pero otros ya no.

Un trabajador cafetalero. Foto Sergio Ocampo

 

Para 2018 hubo un programa de producción de plantas para renovación, a través del Procafé, pero la falta de recursos complicó la renovación de los cafetales, que es la inversión más fuerte, porque dura tres años para que produzca la planta, y hay que darle mantenimiento, pero en ese tiempo no hay ingresos”.

Dijo que lamentablemente no hay incentivos o estímulos por parte del gobierno que hagan que el productor retome la productividad; en estos últimos años no ha habido infraestructura ni equipamiento para comercializar el grano; tampoco existe un programa gubernamental que estimule el consumo interno.

Destacó que en la mayor parte de Guerrero los productores venden el café por su cuenta, no se los compra el gobierno; en las reuniones se ha solicitado a las autoridades que promuevan el consumo interno, porque no podemos competir con países que producen mucho café como Brasil, Colombia, Costa Rica y Vietnam, con una producción enorme y que además cuentan con un programa integral para comercializar su café, pero en México no existe.

Bernardino Adame mencionó que a los jóvenes poco les interesa producir café; consideró que “por todas las condiciones adversas que tenemos es importante que el gobierno construya una estrategia que ayude a incentivar la productividad y el mercado.

“México incrementó su consumo interno, pero la producción se vino abajo. El joven en el campo, en las comunidades rurales, dice: ‘El café no es negocio, ¿de qué voy a vivir? Me voy a morir de hambre’, y busca otras alternativas, que a veces no son las correctas”, sostuvo.

Para el presidente del Comité del Sistema-Producto Café del estado hay una fuerte crisis para los productores de Guerrero, y en general del país, por la competencia. En Veracruz y Chiapas se vende más el café cereza, que está entre 8 y 8.50 pesos el kilo, demasiado barato, porque le venden mucho a las grandes industrias, y nuestra alternativa es muy poca.

En Guerrero, el kilo está entre 75 y 80 pesos, pero no es un precio que vaya a la industria, sino que va al consumo interno; por eso se busca colocar el café en los mercados especiales, donde nos paguen al menos arriba de 100 pesos, pero eso es un trabajo a largo plazo, apuntó.

Recordó que los cafetaleros pidieron al Congreso de Guerrero asignar un presupuesto al sector, un plan de trabajo para reactivar la economía a través del cultivo del aromático. No solamente es el precio del café, sino todo lo que es la naturaleza. Se puede observar que hay mucha vegetación, agua suficiente, y eso se debe al cultivo del café. Sin embargo, hay agricultores que ya no quieren cultivar, van a meter ganado y otras siembras; van a cortar árboles y va a ser muy lamentable.

En un recorrido por la huerta El Bienestar de la Finquita, Abel Vázquez Rodríguez, presidente del consejo de vigilancia del ejido El Paraíso, mencionó que “el precio del café está por los suelos, ya no hay mercado. Un kilo estaba el año pasado a entre 90 y 100 pesos.

Antes exportábamos. Mi papá lo hizo a Brasil y Alemania, llegaban tráileres; eso fue hace unos 20 años. Queremos que la sierra vuelva a ser cafetalera. El Yara Champion Program otorgó al café de Atoyac una calificación de 86.25 puntos. Lo rotulan como un aromático de excelencia. Un buen café califica con 80 puntos y de 82 en adelante es un café selecto, puntualizó.

 
 
 

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