En 2020 fueron cancelados y en 2021 y 2022 en muchos se permitía el ingreso siempre y cuando se mostrara un certificado de vacunación. A lo largo y ancho del país la cifra asciende a cerca de 3 mil. Se instalan al aire libre durante cuatro semanas y son parte esencial de la época navideña.
En las grandes capitales como Berlín, Munich, Dresden, Hamburgo o Colonia se encuentran en diferentes puntos. Si acaso el más famoso de todos está en Nuremberg, al sur del país, y que recibe más de 2 millones y medio de visitantes.
Esta tradición sigue cada año y empieza el primer domingo de Adviento. El primero del que se tenga memoria data de 1384. En algunas ciudades se llega incluso a recrear un ambiente medieval por quienes atienden los puestos, pues se disfrazan a la usanza de entonces. También se muestran los antiguos oficios como alfareros o herreros.
Recorrer la infinidad de puestos, muchos prolíficamente adornados e iluminados, es una experiencia no sólo atractiva, sino también enriquecedora para enterarse de aspectos relacionados con la historia de cada región.
La oferta no sólo abarca artículos navideños, sino artesanías regionales, indumentaria de invierno, peletería, grabados en madera y metal que pueden incluso ser personalizados. En algunos se instala un escenario con un programa de espectáculos para toda la familia.
La oferta gastronómica es variada: no pueden faltar las tradicionales salchichas alemanas asadas, salmón ahumado, platos con queso caliente, almendras escarchadas y muchas golosinas; en años recientes, con el aumento de la migración, la oferta internacional ha aumentado de forma considerable. No deja de ser un reto, a veces insalvable, para quien pretenda guardar la línea o esconder la báscula en el lugar más recóndito del hogar en un intento por evitar la cruda realidad del aumento de peso.
El mercado de Navidad en Alemania es también una oportunidad para el encuentro social, reunirse con amigos en un ambiente festivo al calor de la bebida más tradicional, el glühwein, un vino caliente dulce con especias.
Visitar estos lugares se convierte en una experiencia que enriquece los sentidos para sobrellevar las bajas temperaturas y los nublados días de invierno, cuando suele oscurecer a las 4 y media de la tarde.
En ciudad de Braunschweig un enorme cascanueces de madera recibe a los visitantes. Se trata del más grande y pesado del mundo. Se trata de una artesanía típica alemana, se le ha nombrado Bruno y mide casi 6 metros con un peso de 9 mil 300 kilos.
Alia Lira Hartmann, corresponsal