La importancia de las danzas tradicionales de México como vehículo de transmisión cultural y de saberes ancestrales es el tema de la exposición Rostros atemporales: Evolución y permanencia de las danzas y máscaras mexicanas, que se presenta en el Centro de las Artes de San Agustín (CASA), Oaxaca.
Está conformada por una selección de 750 máscaras mexicanas de la colección del antropólogo René Bustamante, uno de los acervos más importantes de su tipo en el país y el mundo, que tiene como uno de sus principales rasgos que todos esos objetos fueron utilizados en fiestas, ceremonias o rituales en sus lugares de origen.
La muestra fue concebida hace años, como parte de un proyecto de tres exposiciones que el antropólogo oaxaqueño diseñó al lado del pintor juchiteco Francisco Toledo (1940-2019), que incluyó una dedicada a máscaras y objetos rituales de las danzas de Nueva Guinea y otra a los de Guatemala, exhibidas ya en aquella entidad.
Es un homenaje a la diversidad extraordinaria que hay en México de las danzas, que han sido un motor importantísimo de parte de nuestra memoria histórica. Aquí está representado prácticamente todo el país o la mayoría, por lo menos de los estados del centro al sur, y algunos del norte
, explica René Bustamante en entrevista.
Las danzas no son casuales, se preparan en las comunidades con mucha anticipación. Entonces, son parte de la historia de los pueblos, básicamente de las comunidades originarias, y representan una herramienta didáctica para enseñar a los jóvenes, sobre todo, hechos históricos y los aspectos de la agricultura que siguen siendo fundamentales, por ser México todavía un país que depende tanto del campo.
Rostros atemporales: Evolución y permanencia de las danzas y máscaras mexicanas se enfoca en aquellas danzas del país que son menos conocidas, incluso algunas que han desaparecido, ya que, a decir del especialista, por lo general se presentan de forma recurrente la de Los moros y cristianos, relacionada con la Conquista; la de Los tigres y Los jaguares, que tienen que ver con la fertilidad de la tierra y los ciclos agrícolas, y la de La muerte, por mencionar las más populares.
La mayoría de las máscaras que tengo son de los años 30, 40 y 50 del siglo pasado. Desafortunadamente, a partir de los años 60, con la llegada del turismo masivo y la atención que se dio a las máscaras mexicanas, se distorsionaron muchas cosas. Se empezó a producir para satisfacer al mercado, hicieron estereotipos y se comercializó muchísimo; hay una diferencia muy grande con las danzas y las máscaras que usa la gente en sus comunidades
, apunta el especialista.
“Me di cuenta de que había danzas que estaban en proceso de extinción o de cambios muy profundos, como algunas de la Costa Chica de Oaxaca, donde usaban la figura del caimán –símbolo de pesca–, pero que fue extinguiéndose a la par de la caza indiscriminada de cocodrilos y caimanes que se hizo en ese lugar a mediados del siglo pasado.
Sin embargo, en años recientes se han implementado programas para reintroducirlos a los manglares. Entonces, en algunas comunidades las danzas se han revitalizado, pues hay mucha gente tratando de recuperar sus tradiciones.
Otros de los factores que han propiciado cambios en las danzas en México o las han puesto en riesgo de desaparecer, según René Bustamante, tienen que ver con fenómenos económicos, políticos y sociales, como la presencia del crimen organizado, la disputa por el territorio y la voracidad de las trasnacionales o de las compañías mineras
, que van desplazando a la gente de sus comunidades.
Evidentemente, eso también trastoca la vida comunitaria terriblemente y todos sus rituales, ceremonias y cohesión. Entonces, las danzas y las máscaras deben verse desde diversos ángulos.
Aunque la máscara mexicana más antigua que posee tiene 170 años, el investigador no desestima la importancia y valor de las piezas que se hacen en la actualidad: “La gente sigue haciendo danzas y máscaras, no están estáticas; las tradiciones en ese sentido no existen, porque son las comunidades originarias las que han ido adaptándose.
Constantemente, introducen nuevos materiales, colores e iconografías; introducen cosas que trae la gente que se fue a trabajar, por ejemplo, a Estados Unidos; es gente con mayor capacidad económica, pero debe participar en las danzas cada año y trae materiales que son ajenos a su entorno físico en el país y los incorporan.
En palabras del antropólogo, eso es una capacidad inventiva extraordinaria y revitalización; es otra interpretación igualmente válida; no somos tan puristas de ver mal las máscaras porque no son supuestamente originales. Por supuesto son originales, porque se siguen usando en los pueblos, corresponde su hechura a las necesidades de este momento, como con las que se produjeron hace 50, 100 o 200 años
.
René Bustamante aclara que las máscaras no pueden verse de manera aislada, sino dentro de su contexto, por lo cual la citada muestra incluye asimismo vestimentas y textos explicativos de danzas, así como imágenes de tres fotógrafos que han documentado esas expresiones culturales en todo México: José Luis Correa, Armando Vega y Antonio Bustamante.
Estará abierta hasta el 28 de abril de 2024.