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Las creaciones de Pedro de Urdimalas, vigentes por su influencia en la cultura mexicana: su hijo

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El 20 de diciembre se cumplieron 28 años de la muerte del artista. Foto cortesía de Tonatiuh Camacho
29 de diciembre de 2023 10:30

Hay recuerdos que jamás desaparecen. Sentado en el sillón de su casa y rodeado de antiguos artefactos, Tonatiuh Camacho muestra que para materializar diversas remembranzas con su padre, Jesús Camacho Villaseñor, sólo necesita girar con su dedo el carrete de una grabadora de los años 40, la cual se niega a volverse cachivache, ya que en un pedazo de alambre fue capaz de guardar las diversas ocurrencias y genialidades del autor de canciones como Amorcito corazón y Mi cariñito.

Su legado permanece debido a que sus creaciones tuvieron un impacto en la cultura mexicana, pues las nuevas generaciones las siguen viendo y escuchando, afirma su hijo.

En las pasadas décadas, artistas como Luis Miguel, Lupita Infante, Lupillo Rivera y Pedro Fernández, han interpretado sus composiciones. De acuerdo con Tonatiuh Camacho, el principal motivo es que su legado se conserve, puesto que los jóvenes continuarán disfrutando de esas canciones.

Tonatiuh es uno de los 15 vástagos del compositor, guionista, publicista y actor mexicano Jesús Camacho Villaseñor, conocido como Pedro de Urdimalas, quien falleció hace 28 años el 20 de diciembre. Un paro respiratorio terminó con su vida a los 84 de edad.

El seudónimo de Pedro de Urdimalas lo tomó de un personaje de la literatura española que se destacaba por ser ingenioso y travieso. Esto ocurrió a partir de su experiencia en la estación de radio XEW, para la cual escribió los programas Las aventuras de Fifirafas y La Banda de Huipanguillo, de acuerdo con la Sociedad de Autores y Compositores de México (SACM).

“¡Canta, Tona!, ¡canta, hijo!” son algunas palabras que salen de ese rollo de alambre del viejo artefacto, y enseguida se escucha tararear a un pequeño, que más de 60 años después gira el carrete con las yemas de los dedos, los cuáles no descansan con tal de que esa cinta alcance la mejor nitidez de audio posible, para descubrir un sinfín de recuerdos que quedaron atrapados en el tiempo.

Urdimalas es la mente creativa detrás de diversas canciones emblemáticas de la cultura popular mexicana, en coautoría con Manuel Esperón, como Mi cariñito, Amorcito corazón, Dicen que soy mujeriego, Perdón no pido y Mi suerte es chaparra, entre otras letras célebres, según la SACM.

Cada una de esas composiciones tiene una historia, la cual el multifacético hombre nunca reveló y prefirió no registrar en su vieja grabadora.

En la sala de la casa de Camacho se aprecia un retrato de su padre, el cual ya ha sufrido el estrago de los años, por lo que posee un color amarillento y marrón. En ocasiones, el entrevistado voltea y echa un vistazo al cuadro mientras narra las aventuras de Pedro de Urdimalas, como si buscara un consejo en esa fotografía.

Nos contaba sus historias

“Mi padre se sentaba en su escritorio y comenzaba a escribir, de repente se escuchaba un grito: ‘¡Ana María, calla a esos niños!’ y seguía anotando. Cuando prefería grabar su voz o alguna canción de la radio se sentaba frente a este artefacto y no paraba de hablar. A nosotros nos contaba las historias, y dependiendo de nuestra reacción, tomaba sus decisiones”, comenta.

Además, cuenta a La Jornada, era su madre quien realizaba las transcripciones de sus grabaciones, así como de diversos manuscritos que hacía en momentos de inspiración. Por eso destaca de gran manera la labor que doña Ana María Castillo tuvo en cada una de sus creaciones, las cuales, sin un trabajo en conjunto, posiblemente no hubieran existido.

A su vez, Urdimalas participó como argumentista y adaptador en diversas películas de la época de oro del cine en México, esas que personajes como Pedro Infante, María Félix, Jorge Negrete, entre otras figuras del cine mexicano, llevaron a su máximo esplendor.

Como argumentista estuvo presente en filmes como A toda máquina, Amor de lejos, Dicen que soy mujeriego, Los tres García, Nosotros los pobres, Ustedes los ricos y Los tres huastecos, indica la SACM. Como adaptador participó en A toda máquina, Las mujeres de mi general, Dicen que soy mujeriego También de dolor se canta.

“Era extraordinaria su forma de trabajar. Recuerdo que nos platicó que para hacer A toda máquina se unió al escuadrón de motociclistas de la Ciudad de México, aunque de por sí ya hacía acrobacias con su Harley Davidson. Nos comentó que cuando escribió el guion se lo presentó a Ismael Rodríguez y Pedro Infante, cuando este último lo leyó, se sorprendió por lo que debía hacer y fue mi propio padre quien lo convenció y enseñó en un principio a realizar las acrobacias con las motos y después aprendió de los profesionales”, relata Camacho.

La relación de Urdimalas con el ídolo mexicano no fue íntima, pero sí cercana, puesto que en reiteradas ocasiones estuvo presente en su casa junto a un desfile de artistas.

Otro de sus grandes trabajos fue escribir los diálogos de Los olvidados, pese a que no aparezca su nombre en los créditos de la obra, debido a que él mismo renunció a ellos por una inconformidad en una escena no filmada, aclara Camacho. Posteriormente, el director Luis Buñuel dejó constancia de lo anterior en su libro Mi último suspiro.

Cada vez que Camacho acelera la velocidad al girar el carrete de su grabadora, se alcanzan a percibir diversos diálogos que su padre guardó con la voz de su personaje del Topillos, aquel hombre de arrabal que parecía inseparable de su compadre Planillas en Nosotros los pobres.

Cientos de recuerdos se mantienen en un carrete de alambre de la vieja grabadora Webster Chicago con la que Tonatiuh Camacho narra las anécdotas de su padre, las cuales, considera, se mantendrán intactas, como hasta ahora, en esa cinta de metal, pero sobre todo, en la mente y en el corazón.

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