Hay pocas historias de deportistas mexicanos con la oportunidad de competir en diferentes Juegos Olímpicos y en disciplinas distintas. El caso más reciente es el de la triatleta Lizeth Rueda, clasificada a París 2024.
David Bárcena lo hizo en pentatlón (1964 y 1968) y equitación (1972, 1966 y 1980), con medalla de bronce en esta última.
Si de por sí participar en una edición tiene su dificultad, el grado de complejidad aumenta cuando se logra en deportes diferentes.
La jalisciense forma parte de esta escasa lista, luego de que el 30 de noviembre la Federación Mexicana de Triatlón le otorgó su boleto olímpico.
Sin embargo, no es la primera experiencia de Lizeth en unos Juegos. En Londres 2012 debutó en aguas abiertas. Lo hizo recién cumplida su mayoría de edad.
Doce años después, en palabras suyas, regresa con mayor sabiduría.
“En mis primeros Juegos iba más por la experiencia. Ahora es distinto, porque sé lo que es estar ahí; fue en otro deporte, sí, pero la madurez es diferente. Sé cómo se de-sarrollan las competencias y entras en un proceso más estratégico, mucho más inteligente; es totalmente otro chip”, comentó a La Jornada la atleta de 29 años.
Creo que en ese entonces no tenía la edad para dimensionar bien dónde estaba y lo que realmente quería, actualmente sé que deseo hacer historia para México.
El camino no fue fácil. Cambiar de deporte y tener que adaptarse a las tres disciplinas que exige el triatlón (natación, ciclismo y carrera a pie) trajo varias lesiones.
Fue muy difícil el proceso. Los nadadores no corren, porque en la natación es cero impacto. Todo el tiempo tu cuerpo lo llevas en forma horizontal, y de repente lo pasas a vertical y comiences a recibir los impactos, fue complicado
, explica.
Debido a las modificaciones a las que tuvo que someterse su cuerpo, en 2016, un año después de empezar en el triatlón, la licenciada en odontología estuvo lastimada por mucho tiempo.
Muchos sacrificios
Una vez que se aclimató a correr, todo lo demás fue más sencillo.
Los años de experiencia en aguas abiertas los pude aplicar acá. Estar en ese ambiente hizo que supiera por dónde era el camino y lo que representan los sacrificios.
No obstante, todo se remonta a su niñez, cuando tenía cinco años. La intención era que la pequeña Lizeth aprendiera a no ahogarse. Realmente ése era el objetivo
.
Ninguno de sus papás era deportista. Ambos tuvieron que irse involucrando en el medio.
No me acuerdo mucho, pero mi mamá me platica que en mi primera competencia yo estaba tan nerviosa que fingí estar en-ferma. Ya después de que me animé, me gustó esa sensación, la del público animándote.
Aquella niña de siete años, tiempo después cambió de escuela. Con lo que no contaban sus padres es que le negaron la inscripción a su hija, porque decían que no tenía talento
.
Enfurecida, la mamá buscó opciones; así dio con el CODE Jalisco.
Ahí comencé y fui escalando.
Aunque su capacidad para competir en el agua iba en ascenso, tomar la decisión de dedicarse al alto rendimiento no le convencía.
Sí lo veía como un futuro, pero a la vez no tanto, porque todos sabemos que el apoyo en el deporte es muy poco, y realmente los recursos te los da tu familia
. Además tenía muy en claro que sus estu-dios no los iba a dejar. Al final los pude complementar; sin embargo, puedo decir que uno no vive muy holgado, es mucho amor al arte. Actualmente recibo más recursos por parte del deporte. Represen-to a Guanajuato y es el que me está apoyando. Con ese dinero puedo dedicarme totalmente al triatlón
.
La parte económica, comparte, fue uno de los aspectos por los que decidió dejar las aguas abiertas.
Justamente planteé cambiarme por el poco apoyo que tenía. En este caso la federación de natación casi no tenía dinero para solventar gastos. En aquel entonces yo estaba buscando clasificar a Centroamericanos en 2014 y no lo logré. En esa ocasión la natación me retiró todos los apoyos. Yo ya estaba en la carrera y fue el momento en que dije que no iba a estirar más la mano para pedirle dinero a mis papás
, detalló la campeona panamericana en Santiago 2023.
Ya entras en una edad en la que debes empezar a ganar tu propio dinero, y eso no estaba pasando. Justo mi entrenador de ese entonces tenía unos cuantos alumnos en triatlón y comentaba que me veía talento. Me terminó incorporando a su grupo en 2015 y fue cuando la federación me empezó a echar el ojo y a convocarme.
Ocho años después de incursionar en esa disciplina, regresa a una justa veraniega con mayor experiencia y clasificada a escala mundial en el puesto 34.