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El frío recrudece periplo de migrantes a su paso por Zacatecas

23 de diciembre de 2023 22:45

Zacatecas, Zac. Justo al comenzar el invierno en nuestro país, miles de migrantes de Centro y Sudamérica se encuentran atrapados en distintos puntos desde el Bajío y rumbo al norte, pasando por Zacatecas, Durango y Coahuila, a un costado de las vías férreas, luego de ser bajados sistemáticamente de los trenes de la empresa Ferromex, filial de Grupo México, compañía del magnate Germán Larrea Mota Velazco, durante los últimos días.

Antes, para eludir la violencia e inseguridad, los indocumentados y sus familias debían cuidarse de los integrantes de los grupos de la delincuencia organizada. Ahora la diáspora latinoamericana señala principalmente a policías estatales, así como a los integrantes del Instituto Nacional de Migración y a la Guardia Nacional, de ser los principales responsables de golpearlos, robarles y en algunos casos de extorsionarlos. Para muchos sudamericanos, México ha sido más peligroso y difícil de cruzar, que haber atravesado por la pantanosa selva del Darién, entre Colombia y Panamá.

Padeciendo temperaturas congelantes por la noche y durante la madrugada, hambre y sed, sólo en el cruce ferroviario de la colonia San Fernando, de la capital de Zacatecas, más de trescientos migrantes procedentes de Venezuela, Honduras, República Dominicana y Ecuador, se encuentran varados. Hay familias completas, y otras que han sido divididas por la violencia que han sufrido en su viaje, que, en el caso de los venezolanos, supera un mes de travesía.

En Tapachula Chiapas tomaron autobuses o trenes. En puntos intermedios del país, al acercarse a la Ciudad de México, fueron detenidos y regresados por las autoridades a la frontera sur. En algunos casos hasta en tres o cuatro ocasiones. Otros grupos de migrantes, se encuentran dispersos ésta víspera de navidad, en la región del altiplano mexicano, de acuerdo reportes extraoficiales de autoridades estatales e información de la propia red de migrantes que ha emergido, como ejercicio de comunicación para protegerse entre los indocumentados, vía sus propios teléfonos celulares.

En una maniobra denunciada por los migrantes, los trabajadores de Ferromex decidieron este mes de diciembre, comenzar a “desenganchar” las máquinas locomotoras, de los furgones que llevaban con carga al norte del país, y abandonar literalmente a su suerte a los centro y sudamericanos que viajaban sobre La Bestia, con el agravante de que los abandonan la mayor parte de las veces, en sitios apartados de las zonas urbanas, en pleno semidesierto, lo mismo durante el día, o incluso durante la madrugada.

Aquí la tarde del jueves 21 de diciembre, Ferromex “desenganchó” todos los furgones que llevaban migrantes en el municipio de Villa de Cos, en medio de la nada. Los indocumentados con ancianos, mujeres, niños pequeños y hasta embarazadas, regresaron a pie, caminando seis horas sobre las vías, hasta la capital de Zacatecas, ya en la madrugada del viernes.

Éste sábado 23 de diciembre, arribarán aquí otro grupo de 300 personas, quienes estaban varados en Irapuato. Pero ya no irán más al norte de México, porque ha trascendido, que Ferromex dejó de enviar trenes de carga a la frontera con Estados Unidos, “por vacaciones”, y reanudará las travesías, hasta el lunes 8 de enero. Ahora los trenes por aquí, sólo pasan rumbo al sur.

Así, cerca de la ciudad de Durango hay otro grupo de casi mil migrantes, mientras que en las inmediaciones de la comarca lagunera, del lado de Torreón, Coahuila, están varados al menos otros 3 mil migrantes más. Todos pasarán la navidad sobre las vías del tren, auxiliados humanitariamente, principalmente por ciudadanos voluntarios, que les llevan comida y ropa. Ocasionalmente autoridades municipales les llevan pan, o algunas cobijas.

En su propia voz

Desde mediados de noviembre, Jonathan Sánchez y otros integrantes de su familia, salieron de Venezuela, con la aspiración de llegar a la frontera norte de México, para luego cruzar a los Estados Unidos. Narra su experiencia a éste diario.

“Nos han tratado bastante mal, en los trenes, los choferes nos bajan a la una o dos de la mañana, no les importa que vengan personas, niños, ancianos, mujeres y la migración y la policía nos humilla. Hemos sido humillados por el mismo gobierno, no hemos tenido el apoyo de México, pero sí de la gente, del pueblo mexicano. No queremos echarle a México, pero hemos sido muy maltratados. No les importa si te mueres de frío, si te roban, si te secuestran”.

Con la mirada triste, insiste el venezolano, “desde que llegamos a México, en los demás países la hemos pasado chévere, porque como venimos de pasada no nos han molestado. El único país donde hemos sufrido el 95 por ciento del tropello como migrantes ha sido en México, y no puede ser así, porque en Estados Unidos ustedes los mexicanos van a ese país y también los humillan. Queremos que México nos apoye, que el presidente López Obrador meta las manos por nosotros”.

Muchos migrantes tienen miedo de hablar con los medios de comunicación. Quienes lo hacen, con valentía, lo hacen para demostrar que nada ocultan, que no están aquí para quedarse ni dar problemas, sólo están de paso. Y las mujeres con sus hijos pequeños, han atravesado aquí algunos infiernos.

Desde Honduras y con cinco hijos, Yesenia charla con La Jornada. Abandonó su patria centroamericana, porque allá, su esposo fue asesinado por las pandillas, mismas que ya acosaban sexualmente a su hija adolescente, y a ella le comenzaron a pedir la mitad de su salario precario.

“Andaban ya detrás de mi hija, allá ya no se puede vivir, a mí me extorsionaban… y vamos a pasar la navidad en los rieles del tren. México ha sido lo más difícil de cruzar, más difícil, aquí nos bajan del tren en medio del desierto. A mí me robaron dos veces dinero, luego nos robaron los celulares, y comenzaron a extorsionar a mi familia, que me tenían secuestrada. Hasta que logré comunicarme con un celular prestado, y avisé que eso era falso”.

Con indignación narra cómo, incluso, con esfuerzos desde Honduras familiares suyos transfirieron vía internet un depósito a una compañía de autobuses aquí en el sur de México –no recuerda en qué ciudad, o no quiere mencionarla-, y ese dinero era para pagar los pasajes de ella y sus cinco hijos, hasta el norte del país. Cuando ya había “caído” la transferencia, un empleado de la línea, le dijo que necesitaba su identificación oficial mexicana. Pero sabía que la familia no era de aquí. Y no le devolvieron el dinero.

“Yo he llorado mucho”, narra en el mismo sentido Elierni Román, otra mujer venezolana sentada sobre los rieles del tren, en Zacatecas. Acompañada por su amiga circunstancial, Leida, quien por su parte viene desde República Dominicana –ambas madres de familia-, narra su terrible circunstancia: “La policía ha golpeado a mis compañeros, nos quitan lo del pasaje, no tenemos comida, hemos padecido muchas cosas, y no respetan siquiera a los niños. Podría escribir un libro, de tantas atrocidades que he padecido en México”.

Leredia es otra mujer, venezolana, con un embarazo apenas notable, que muestra en su rostro las cicatrices de una aparatosa caída que sufrió, tras intentar huir de una redada de la Guardia Nacional, al sur de México, hace tres semanas:

“Somos migrantes, no ladrones… al entrar a las tiendas, nos ven como animales. Queremos que nos dejen cruzar. México ha sido más difícil que cruzar la selva del Darién. Al presidente López Obrador le pedimos que ponga atención a los de migración”.

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