Matamoros, Tamps. Con sus hijos en brazos y desafiando las heladas y peligrosas aguas del río Bravo, decenas de migrantes, en su gran mayoría venezolanos, reanudaron ayer los cruces masivos por el cauce, de Matamoros, Tamaulipas, a Brownsville, Texas, con el objetivo de pedir asilo humanitario al gobierno de Estados Unidos.
Sobre colchones inflables, las familias sudamericanas logran llegar a la orilla del río, en el lado estadunidense, sorteando incluso cercas de alambre con navajas. Agentes de la Guardia Nacional estadunidense los esperan para de inmediato comenzar su proceso de deportación que los regresa a México o en vuelos directos de Harlingen, Texas, a Caracas.
Antes de lanzarse al agua, los migrantes advierten que cumplieron la formalidad de registrarse en la plataforma CBP One para pedir asilo humanitario; sin embargo, el proceso es tardado.
Los mueve la desesperación, pues no desean pasar las fiestas de fin de año en el lado mexicano del río Bravo, donde viven en condiciones de precariedad, muchos de ellos incluso en un campamento al aire libre flagelados por el clima gélido.
En Matamoros hay tres refugios habilitados para los indocumentados que esperan ser beneficiados con el asilo: el ubicado en el viejo Hospital de la colonia Lucero, la casa del migrante y el campo de refugiados en el bordo del río Bravo donde duermen en casas de campaña o bajo techos improvisados con cartón.
Gladys Cañas, coordinadora de la agrupación Ayudándoles a Triunfar, señaló que los cruces masivos muestran la desesperación de los migrantes que ya no quieren seguir en suelo mexicano.
Muchos ya tienen meses (esperando en la frontera sus citas para abrir trámites de asilo) y no ven claro. Están tomando decisiones tan malas como ésta, ya que de nada sirve que crucen así, sólo los van a procesar y deportar
, opinó.