Han sido realizadas 28 conferencias de las partes (COP) de la Convención Marco de las Naciones Unidas sobre Cambio Climático. La última, en Dubái (Emiratos Árabes Unidos), produjo, como la gran mayoría de las COP, desasosiego, frustración o ira, entre “las partes” y entre los observadores y críticos deveras interesados en el presente y el futuro del planeta y de la humanidad. La COP21 celebrada en París en 2015 generó altas expectativas debido al acuerdo principal de entonces. Como es sabido, se trató de un acuerdo vinculante para 195 países, más la Unión Europea, de reducir las emisiones de gases de efecto invernadero para limitar el aumento de la temperatura global en este siglo a 2 grados Celsius y esforzarse por limitarlo a 1.5 grados sobre los niveles preindustriales.
El 17 de noviembre pasado por primera vez la temperatura del planeta estuvo 2 grados Celsius por encima de los niveles preindustriales. A fines de noviembre Greenpeace informó del dato publicado por la organización Climate Central: es probable que los 12 últimos meses hayan sido el periodo más caluroso en alrededor de 125 mil años. Una información asombrosa que dejó impertérritas a muchas de las partes de la COP28. Algo similar publicó el Servicio de Monitoreo del Cambio Climático de Copernicus. El dato preocupante, claro está, es el calentamiento originado por la actividad humana a partir del desarrollo de la industria.
En el último informe del Grupo Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático (IPCC), publicado el 20 de marzo 2023, se dice: “La quema de combustibles fósiles y el uso desigual e insostenible de la energía y las tierras durante más de un siglo han provocado un calentamiento global de 1.1 grados Celsius por encima de los niveles preindustriales… Cada aumento del calentamiento se traduce en peligros que se agravan rápidamente… En todas las regiones, el calor extremo está causando la muerte de personas. Se prevé que la inseguridad alimentaria y la inseguridad hídrica asociadas al clima se incrementarán debido al aumento del calentamiento. La justicia climática es crucial porque quienes menos han contribuido al cambio climático se ven afectados de forma desproporcionada… Casi la mitad de la población mundial vive en regiones que son muy vulnerables al cambio climático. En la última década, el número de víctimas mortales como consecuencia de inundaciones, sequías y tormentas fue 15 veces más alto en las regiones muy vulnerables”.
Muchos más infortunios y desastres como los apuntados se abordan en los informes del IPCC y en las ponencias presentadas en las COP. Pero no se vuelven litigios efectivos. Se apartan y así se desestiman o desechan al fijar los asuntos sobre los que se toman acuerdos “vinculantes”. En la COP28 de Dubái, se volvió necesario decidir entre reducir gradualmente los combustibles fósiles, o transitar hacia “el abandono de todos los combustibles fósiles”. Ganó la propuesta del abandono. Nosotros los ignaros de la letra chiquita de esas reuniones quizá no habríamos visto el gatopardismo: La “transición hacia el abandono” significa que las empresas de combustibles fósiles seguirán produciendo petróleo, gas y carbón, y los países, gobiernos y empresas seguirán utilizando esas fuentes de energía. Es decir, no se acordó ninguna reducción.
Los observadores serios de las COP lo vieron con claridad y así lo dijeron. Los académicos Alaa Al Khourdajie, del Imperial College London, Chris Bataille, de Columbia University, y Lars J Nilsson, de Lund University, publicaron una dura protesta que titularon: “El acuerdo climático de la COP28 es un paso atrás en materia de combustibles fósiles”. En estas páginas, Silvia Ribeiro escribió con contundencia: “Se hace un llamado general a una transición ordenada y a la neutralidad climática, es decir, no a reducir a cero las emisiones de gases de efecto invernadero, sino a llegar al llamado cero neto en 2050, que significa de facto seguir aumentándolas con medidas que supuestamente las compensarían”. Algo está claro: entre “las partes” de las COP abunda a manos llenas el conflicto de intereses. En el caso de la COP28 de Dubái el conflicto estaba de inicio en el anfitrión.
Algunos informes del IPCC han recogido de Citadelle (Ciudadela), la obra póstuma de 1948 de Antoine de SaintExupéry, el aforismo: “Cuando se trata del futuro, no se trata de predecirlo, sino de hacerlo posible”. Frente a las COP, la lucha debe continuar. El gatopardismo inacabable tiene que ser combatido sin descanso. Como escribió Noam Chomsky: “La conciencia y la comprensión logradas en la lucha para salvarnos de la catástrofe planetaria hoy pueden contribuir directamente al reconocimiento de la necesidad de un cambio social a gran escala, que a su vez haga avanzar las luchas inmediatas de hoy”. “¿Se cierne una ruina sin fin sobre la tierra, el aire, los océanos? Espero que no, pero, independientemente de eso, no creo que importe. Lo que importa es lo que hacemos. Y cómo lo hacemos. De aquí en adelante. Hasta nuestro último aliento”, dijo Yanis Varoufakis.