–En los medios de comunicación me conocen como Socorro Gutiérrez, pero mi nombre completo es María del Socorro Gutiérrez Martínez. Trabajé siete años en Radio Educación como freelance, porque en aquellos tiempos de los años 60 y 70 no era posible tener un puesto de trabajo fijo, y yo luché por uno de base.
“Para quienes trabajábamos en turnos, porque alguien enfermaba o el puesto quedaba libre, resultaba difícil defendernos económicamente, pero lo hice durante siete años en Radio Educación y aprendí a transmitir toda la cultura que se podía en la XEP. Después me fui a la radio privada, a la XEPH, que antes se llamaba La Pantera, y en el momento en que ingresé a Espacio 59 se dio la época del gran auge del rock en español en toda América Latina.
“El magnífico Jordi Soler entró posteriormente, pero el proyecto de Espacio 59, de lunes a viernes, fue conducido, micrófono en mano, únicamente por mujeres. Tenía yo libres sábado y domingo, motivo por el cual el sindicato de Núcleo Radio Mil, al que pertenecía la XEPH, se molestó porque exigía igualdad para todos los trabajadores. El resultado es que las locutoras empezamos a trabajar el mismo ‘tiempo-hora’; es decir, las mismas horas con diferentes horarios. Teníamos a Lynn Fainchtein, la más conocida; a Fernanda Tapia, también muy reconocida; a Marisol Fragoso; a la más joven y más fresca de todas, Cristina Estivalé, y a Aída Luna. Lo importante es que en la radio privada no había otra estación que sólo condujeran mujeres.
“En Radio Educación, hombres y mujeres se turnaban el micrófono: María Elena Pulido, Andrea Fernández, Patricia Kelly, Pilar Urraca, Marta Acevedo, Bertha Hiriart... en fin, un buen equipo de mujeres feministas que logró entronizar el movimiento de manera formidable. Sabíamos que teníamos un público muy culto, y yo fui la primera en plantear: ‘¿Para qué hablar de cultura a la gente que ya tiene cultura?’”
–¿Querías llevar esa misma cultura a otros sectores?
–Yo tuve la idea de llegar a un público mucho más amplio cuando la radio privada no apostaba por la cultura, porque le parecía aburrida. Cuando Núcleo Radio Mil apuesta al rock en español, descubrimos una cantidad de buenos compositores, por ejemplo a Jaime López, a quien José Joaquín Blanco consideraba uno de los más valiosos; al grupo Maná, que también logró colocar su música en el número uno en España con su canción Vivir sin aire.
–¿Maná tenía esa gran aceptación?
–Se consideraba que tocaba un tipo de rock-balada, un poco light; sin embargo, no era tan cierto en ese momento, porque tenía mucho más que decir. Tuvimos a Cecilia Toussaint, que interpretaba las composiciones de Jaime López; el resultado fue el surgimiento de muchos compositores nuevos.
Más tarde gracias a mi procedencia de Radio Educación, editoriales como Diana y Alfaguara, el Fondo de Cultura Económica y sectores universitarios me pidieron que transmitiera noticias culturales y sociales en la radio privada; llegamos a introducir temas como el uso del condón, íbamos con los fabricantes y pedíamos que nos dieran preservativos para regalarlos al aire y hablamos del SIDA como de las relaciones sexuales como jamás se había hecho en la radio privada; logramos una apertura impensable en aquella época: la reacción del público resultó muy positiva, y nos llegaron mensajes de felicitación diciéndonos que por fin se difundía lo que a los jóvenes les interesaba: la sexualidad, además de la música y la poesía contemporánea.
–Y el feminismo…
–No sólo difundíamos a las feministas, también leímos en voz alta poemas de Silvia Plath que antes sólo se escuchaban en Radio Educación, pero en Espacio 59, la XEPH tenía los micrófonos abiertos, y aunque el entonces gerente, Joaquín Joubert, nos escuchaba, hubo gran apertura para las feministas; me apasionaba llegar a círculos más amplios, porque yo venía del Grupo Autónomo de Mujeres Universitarias (GAMU), que era más pequeño. Yo fundé en la Facultad de Estudios Superiores Acatlán una de las células del GAMU. Las feministas de los años 80 que se consideraban punta de lanza del movimiento feminista, porque nos dedicábamos al sector universitario, del bachillerato para arriba, no éramos obreras, sino estudiantes concretadas al sector universitario, y nuestro propósito, cuando terminamos la carrera, fue seguir siendo feministas en nuestros sectores de trabajo, ya médicas, arquitectas, filósofas, literatas, toda el área de humanidades.
“Ahora tengo un doctorado en filosofía en la Universidad Libre de Berlín, desde donde sigo denunciando la desigualdad que se vive en un mundo hegemónico, patriarcal y capitalista, incluso en Europa.
“El feminismo en México en los años 80 se desarrolló entre los jóvenes en sectores universitarios como el GAMU. De hecho, éste es el grupo más importante en toda la República Mexicana, porque hay círculos de estudio capaces de discutir con argumentos de altísimo nivel con cualquier sector.
“El trabajo que hice –y hago, porque soy locutora de radio... tengo el certificado 4530 de la Secretaría de Educación Pública en medios de comunicación– fue difundir las ideas del feminismo en la época de la doble militancia; la mayoría de nosotras pertenecíamos a un partido político, muchas de mis colegas eran trotskistas; yo pertenecí al Partido Mexicano de los Trabajadores, con Heberto Castillo y Demetrio Vallejo, que se separaron más tarde, y acudí con frecuencia a las oficinas en Bucareli. Pensé que me darían una credencial, pero no hubo dinero para esas cosas. Todo este fenómeno de juventud llegó a los medios de comunicación, toda esta experiencia se vertió en los micrófonos e hizo avanzar no sólo el feminismo, sino la gran ola del rock, la poesía y el movimiento libertario de los derechos de la mujer que abrió el Núcleo Radio Mil de la época. Sin embargo, por increíble que parezca, los publicistas se negaron a anunciarse porque no creían en un proyecto de sólo mujeres y rock. ¿Quién iba a escucharlo? Sin embargo, los programadoras y conductoras creímos en el proyecto, a pesar de la falta de publicidad, y logramos entrar a sectores universitarios y académicos a los que nunca antes había llegado la radio privada.
“Más tarde, como filóloga a escala internacional, me marché a Alemania a competir dentro del Instituto Cervantes apoyado por el Ministerio de Educación, Cultura y Deporte de España y gané un puesto de trabajo en países como China, Corea del Sur, Kazajstán; en Alemania competí contra otros académicos europeos dedicados al área de la filología, ¡y les gané!
“El Consejo Nacional de Humanidades, Ciencias y Tecnologías (Conahcyt) sólo apoya a sus becarios, pero no a los que tuvimos que salir adelante solos. Si no eres de este organismo, no puedes entrar a sus programas. Conozco muchos académicos que desearían regresar a México y trabajar.
“Yo tenía un programa al que llamé Juntos esta noche, recordando a los Rolling Stones, y hablaba de poesía y rock con entrevistados. Jesusa Rodríguez, Cecilia Toussaint, Guillermo Briseño y muchos más como Los Panchitos, de la época de las grandes bandas de Santa Fe, llegaron a mi programa y lo mismo hice difusión de libros que entrevistas, y la gente estaba encantada. El 2 de octubre avisé al gerente: ‘Voy a abrir los micrófonos y a hablar del 2 de octubre”, en la XEPH, radio comercial, Espacio 59: ‘Buenos días, ¿me puedes decir qué día es hoy?’, entonces el teléfono se volvió loco, sonó y sonó constantemente y el interlocutor decía: ‘2 de octubre no se olvida’. Seguía sonando el teléfono: ‘2 de octubre no se olvida’, ‘¿De dónde llamas?’, de Nezahualcóyotl, de la Roma, de la Anzures, de Lindavista, de la Obrera, de Tlalnepantla... todo mundo atento al 2 de octubre. La respuesta fue impresionante, el público ama la cultura y mostró que se podía lograr hablar del 68 y del rock en español.”