Porque el presidente ruso confía en que, en los próximos 12 meses, van a confluir varios factores que pueden mermar la capacidad de resistencia ucrania. Uno es la falta de acuerdo entre demócratas y republicanos para aprobar en el Congreso estadunidense el enésimo paquete de ayuda financiera y militar, que agrava las crecientes dificultades para recibir más armamento y del tipo que requiere el ejército ucranio para compensar la superioridad rusa en aviones y otras modalidades de armas.
Rusia, entretanto, ejercerá el presupuesto más grande de su historia, donde el dinero destinado a fabricar y adquirir armas en otros países, así como a pagar los sueldos de los militares que combaten en Ucrania, superará por primera vez el gasto social, el de sanidad y el de educación. A diferencia de Kiev, con problemas para movilizar civiles para el ejército, Moscú cuenta todavía con recursos para ofrecer atractivos sueldos que incrementen sus tropas, con lo cual aspira a duplicar el número de efectivos que tiene su enemigo.
Por último, Putin apuesta a que Donald Trump regrese a la Casa Blanca y que varios gobernantes europeos sigan ahondando las diferencias al interior de la Unión Europea y bloqueando la ayuda financiera y militar a Ucrania.
El viernes de esta semana, al responder durante cuatro horas y 10 minutos preguntas de conciudadanos y periodistas de medios públicos, la mayoría, Putin ni siquiera hizo una mención a los comicios presidenciales que se llevarán a cabo, del 15 al 17 de marzo siguientes, dando por hecho que para él son un simple trámite para su quinta relección y permanecer en el poder un sexenio más, al menos, ya que la Constitución que, hace tres años, se reformó por y para él le permite aspirar en 2030 a otro mandato como jefe de Estado.
Pero si no se cumple el pronóstico de Putin y Ucrania sigue recibiendo armas y dinero de Estados Unidos y sus aliados, el jefe del Kremlin tendrá serios problemas para afrontar 2025 y la guerra se extenderá aún más.