Ciudad de México. La escritora Gabriela Enríquez Ortiz ganó la novena edición del Premio Mauricio Achar con una novela que, reseñó la autora, explora la relación entrañable entre dos hermanas, pero también la competencia por la luz, el cariño, la atención de los padres y el amor de un hombre
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Durante la conferencia en que se anunció el fallo ayer, la narradora añadió que su texto, Amor al próximo, aborda la resiliencia y fraternidad que están por debajo del sufrimiento y la violencia
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En su agradecimiento por el galardón, dijo que se siente muy contenta. Una participa en premios pensando que con suerte alguien me va a leer. Agradezco la lectura que hicieron. Es la primera novela que concluyo y un premio siempre es un aliciente, un saber que vamos por buen camino
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Gabriela Enríquez recibirá 150 mil pesos al ser la ganadora del Premio Mauricio Achar, así como la edición de su novela a mediados de 2024.
El jurado le otorgó el reconocimiento “por el tratamiento intimista de las relaciones familiares y las dinámicas complejas detrás de la violencia intergeneracional. Amor al prójimo retrata la vulnerabilidad en torno a las pérdidas, ausencias y la resiliencia frente a la desgracia que atraviesa el cuerpo”, así como por su estilo depurado y la precisión para construir una intriga y los personajes
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En esta ocasión, el comité estuvo integrado por los escritores Fernanda Melchor, Alaíde Ventura y Julián Herbert , además del editor de Penguin Random House Andrés Ramírez y Francisco Goñi, de Librerías Gandhi.
Ventura explicó que tuvieron un debate largo e intenso, pero dimos con una novela que tiene un lenguaje muy rico, unos diálogos interiores que llevan a profundidades. Es una novela sobre ausencias, rencores y violencias, muy matizadas y con muchas distintas formas
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Por su parte, Herbert coincidió en que la deliberación fue particularmente intensa
y agregó que uno de los elementos que inclinaron el fallo hacia Enríquez Ortiz fue el trabajo literario que hay en él. Fue decisiva para el acuerdo, aunque no haya sido unánime, sino por mayoría, la meditación y un largo proceso de labor, lo que consolida a los libros
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Gabriela Enríquez Ortiz, quien realizó estudios en ciencia política y se ha dedicado profesionalmente a la educación, refirió que trabajó en su narración por siete años y en talleres como el del narrador Mario González Suárez, quien fue una gran ayuda
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Descubrir la realidad dentro de uno
Hay muchísima labor en cada palabra y frase. Tomo como aprendizaje de la literatura que escribir es un viaje, es aventarse a las profundidades adonde te vaya llevando; es un descubrimiento de la realidad dentro de uno, no nada más tener recursos literarios y ponerlos
, mencionó la escritora.
Destacó la dificultad de enfrentarse con una misma. Llega un punto en el proceso de la escritura en que descubres dónde te escondes, dónde están las trampas y que no quieres tocar la profundidad, la oscuridad que tiene cualquier historia. En este caso no es mía, pero está impregnada de lo que viví, mi contexto y vida familiar. Es atreverse a dar el salto, seguir la historia adonde te vaya llevando y no adonde uno como autor quiere llevarla
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Después, comentó Gabriela Enríquez, viene lo más laborioso: el hilado literario para irte una vez más desde el principio, palabra por palabra, frase por frase, hasta llegar al nivel de sílaba por sílaba y encontrar el ritmo. Es un trabajo artesanal maravilloso, pero no es sencillo
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Comentó que en su historia habla de la relación muy íntima que existe entre dos hermanas y el amor entre ellas. También de tratar de encontrar su verdad, que crecieron juntas y que disputan el cariño del padre y la madre; es una relación de envidias, pero también de mucha fraternidad
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Además, es la relación entre un hombre y una mujer y de lo que se aprende y hereda de las relaciones de los padres. El tema central es la dificultad y la complejidad que se da en las relaciones tanto filiales y de hermandad, como entre un hombre y una mujer
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Aunque Gabriela Enríquez no trata temas como la violencia social, la inseguridad ni el narcotráfico, opinó que esas “manifestaciones de las relaciones enfermas que tenemos están abajo de todo, de lo que podemos ver como violencia política o en la sociedad. No es una novela de narcos, pero sí se permea la enfermedad que traemos como comunidad”.
La narradora se describió como una lectora de toda la vida interesada en los escritos de las nuevas generaciones. “Me gusta leer a mujeres. Fernanda Melchor y Alaíde Ventura me encantan. Ahora hay mucha literatura de mujeres muy interesante; por ejemplo, de Europa del Este, que están publicando bastante y son maravillosas. Sin lugar a dudas la literatura mexicana también es una grandísima influencia: los clásicos Pedro Páramo, de Juan Rulfo; Efrén Hernández y Mario González Suárez”.
Confesó que concluyó su narración cuando se dio cuenta de que daba vueltas alrededor de un mismo lado. Todos estos años he durado siguiendo el camino, la historia. Tengo dos años viviendo en Pátzcuaro y estar en un lugar como éste también te permite apartarte. El silencio necesario del mundo para poder encontrar la palabra. El silencio es lo que te da esa palabra y ese gran privilegio de alejarte de la prisa y la gente te permite concluir procesos creativos
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