Tigres posee una pegada incomparable. A pesar de que por momentos el futbol no le alcanza, el equipo de la UANL reclama su lugar en las fases finales con función demoledora. Contra Pumas, en una semifinal de vuelta que inició cuesta arriba con el gol de Gabriel Fernández, fue capaz de reinventarse en tiempo récord y ganar la batalla con la mágica fórmula de su ataque (1-1, 2-1 global).
Los felinos están tan acostumbrados a ganar que transmiten invariablemente una sensación de extrañeza si el marcador no les favorece. La ventaja en el global invitaba a un optimismo feroz en el estadio Universitario, pero un penal en contra y otras desatenciones defensivas inquietaron a sus miles de aficionados en menos de 15 minutos.
El árbitro Fernando Guerrero señaló con ayuda del VAR una mano de Javier Aquino dentro del área, donde no hubo demasiada discusión. César Huerta, el flamante jugador de moda en CU, se encargó de acomodar la pelota desde los once pasos, pero otra vez fue víctima de su mala ejecución estrelló su remate en las manos de Guzmán.
Tal vez fue el desbordante festejo lo que distrajo a Tigres de la pelota, porque, en la siguiente jugada, El Toro Fernández conectó de cabeza un centro de Pablo Bennevendo (16) y dejó que la explosión del Volcán se prolongara más tiempo de lo debido.
A partir de entonces y sin el francés André-Pierre Gingac, los felinos siguieron su propio instinto de supervivencia, pero ni eso hizo más amable la vida a los del Pedregal. El técnico Robert Dante Siboldi encontró una vía de solución en Juan Pablo Vigón, una bomba de energía en cada contraataque. De una escapada a toda velocidad, en la que Sebastián Córdova buscó con un servicio a Nicolás Ibáñez, el ex puma controló la pelota y mandó un derechazo al costado más lejano de Julio González para marcar el empate (23).
La noticia más preocupante para Pumas fue que su obligación seguía siendo la misma: ganar por dos goles y jugar a un nivel superior al que mostraron durante toda la campaña. Su destino empezó a cambiar a raíz de la lesión del mediocampista Jesús Molina, quien no pudo mantenerse de pie y pidió su salida del partido luego de un fuerte choque con Diego Lainez.
Una entrada tardía de Bennevendo derivó en la tarjeta roja a 12 minutos para el final. Y, de alguna manera, fue como entregar anticipadamente la derrota ante un rival que no perdona. Así, el campeón defensor del futbol mexicano revalidó sus opciones de mantener el trofeo que todos anhelo en una final que se antoja vibrante contra el América.