Con la integración de un equipo de coordinadores de foros o consultas, la inminente candidata lanza un importante primer mensaje sobre su futura campaña y gobierno. “Amplio”, “incluyente” podrían decir algunos, pero lo realmente importante es que es un mensaje claro sobre el futuro. Y aparece en la educación, un territorio clave que, además, la Cuarta decidió ceder en mucho al pasado panpriísmo.
Cuando en 2013 el PRI se lanzó a la aventura de la reforma educativa, el PAN y sus diputados se unieron al PRI, que les abría la puerta y al poco ya estaban exigiendo y consiguiendo ir lo más lejos posible en las leyes secundarias. Así ocurrió en puntos como la evaluación y despido de los y las maestras, la creación del INEE, el rechazo a que las y los maestros tuvieran derechos laborales plenos y la negativa rotunda a que se les diera su lugar en el sistema educativo a los egresados de las ya de por sí perseguidas normales públicas. Y ahora, en 2023, uno de esos diputados y ex gobernador del PAN ya tiene su lugar en la mesa del diseño del país para el sexenio de la doctora. Se dice que esto es transitorio y que no se anticipa cargo alguno para ellos, pero si ese diputado y colegas ya estuvieron en 2013 junto con el PRI haciendo leyes y luego también estuvieron en 2018-2021 redactando leyes junto con la representación de Tv Azteca en la SEP, y ya son invitados en 2023. Es un mensaje y un símbolo muy fuerte, ¿por qué no podemos pensar que también ahora se les abre la puerta y sin necesidad de dar portazo alguno, pueden comenzar a hacer el boceto de lo que será el país de aquí a 2030? Porque no es una aparición ocasional y sin significado la que ahora vemos, sino una trayectoria de continua presencia del sector conservador en las habitaciones exclusivas donde se decide lo fundamental.
Y si se les invita una vez más, con todo derecho ellos asumen que es precisamente por su postura histórica. Por eso en el sexenio de la doctora podemos anticipar que gracias a esa presencia, se respetará la herencia del PAN ahora ya profundamente trenzada en las leyes de educación de la Cuarta, y que en la educación superior no habrá real derecho a la instrucción ni a la gratuidad, ni cesarán los exámenes tipo Ceneval, ni se dejará de impulsar la comercialización de las instituciones, y que en la educación básica no se tocará una coma de las leyes que dieron lugar a distorsiones tan profundas como la Usicamm, por mencionar sólo un punto. Tampoco se cumplirán las promesas de Guelatao que se hicieron frente a miles de profesores de Oaxaca en la campaña de 2018. Ahí se habló claro y contundente del derecho de los estudiantes a la educación y a la gratuidad (y no del derecho de las burocracias a determinarla en la forma que más convenga) y claro, también se dijo que ahora sí los maestros estarían sentados en la mesa de diseño de una nueva formación.
Hoy, sin embargo, la presencia del ex rector de la UNAM como encargado general del conjunto de coordinadores puede interpretarse como una inclusión de lo “decente” del PRI (¿Zedillo?). Pero también viene la advertencia de que el pasado no necesariamente es color de rosa. Y que simbólicamente con él se incluye en el grupo la parte más hostil del Estado contra las y los estudiantes. Un millar de alumnos, mujeres y hombres, encarcelados y sujetos a proceso en prisión precisamente por demandar gratuidad, acceso sin exámenes discriminatorios a la educación, y la persecución a los académicos y académicas (de dentro y fuera de la UNAM) que se colocaron al lado de las y los estudiantes. Pero, además, en este conjunto de coordinadores aparece otro personaje del pasado más reciente. Y de nuevo se hace presente ese Estado que desaparece a 43 estudiantes, tragedia que sigue sin resolverse. Finalmente, una política regiomontana integrante del equipo de campaña aparece ahora demandando penalmente a un columnista de La Jornada. Y éste fue aprehendido y presentado frente a un juez en Nuevo León.
Todo esto viene a confirmar lo evidente: sí es posible el discurso de la inclusión y amplia participación, pero en condiciones como éstas no tiene sustancia, los prejuicios y lealtades originarias de clase están presentes y no sólo como símbolo; también actuarán poderosamente a la hora del diseño del futuro inmediato del país. Ellos son símbolos del pasado del país, pero, como se ha dicho una y otra vez, se trata precisamente de no repetirlo. Son presencias que no traen lo que para toda campaña es indispensable: la fuerza y la inspiración para construir juntos un futuro. Por eso también seguirá apareciendo terca la historia de resistencia y los testimonios de que en educación desde hace décadas falta lo principal: la voz y la presencia decisiva de estudiantes y maestros.
PD No se incluyen nombres, porque con lo de Jalife el clima ha cambiado radicalmente.
*UAM-X