Pekín. Los precios al consumo de China cayeron en noviembre a su ritmo más rápido en tres años, al tiempo que la deflación en las fábricas se acentuó, lo que indica un aumento de las presiones deflacionarios ante la debilidad de la demanda interna, que pone en duda la recuperación de la segunda mayor economía mundial.
El índice de precios al consumo (IPC) cayó 0.5 por ciento tanto respecto al año anterior como en comparación con octubre, mostraron el sábado datos de la Oficina Nacional de Estadísticas.
La caída fue superior a las previsiones de Reuters, que apuntaban a un descenso de 0.1 por ciento tanto anual como mensual. La baja anual del IPC fue la más pronunciada desde noviembre de 2020.
Las cifras se suman a los recientes datos comerciales y encuestas manufactureras mixtas que han mantenido vivos los llamamientos a un mayor apoyo político para apuntalar el crecimiento.
La inflación anual subyacente, que excluye los precios de los alimentos y los combustibles, fue de 0.6 por ciento, igual que en octubre.
Aunque en los últimos meses los precios al consumo de la segunda economía mundial han estado al borde de la deflación, el gobernador del Banco Central chino, Pan Gongsheng, declaró la semana pasada que se esperaba que la inflación “subiera”.
El índice de precios a la producción (IPP) cayó 3.0 por ciento anual frente al descenso de 2.6 por ciento de octubre, lo que supone el decimocuarto mes consecutivo de baja y el más rápido desde agosto. Los economistas habían previsto una caída de 2.8 por ciento en noviembre.
La economía china ha enfrentado este año múltiples obstáculos, como la creciente deuda de los gobiernos locales, un mercado inmobiliario en crisis y una débil demanda interna y externa. Los consumidores chinos, en particular, han apretado el cinturón, recelosos ante la incertidumbre de la esquiva recuperación.