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Bajo la Lupa

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Benjamin Netanyahu, primer ministro de Israel, durante una conferencia de prensa junto con el canciller alemán, Olaf Scholz, a mediados de octubre en Tel Aviv. Foto Ap
06 de diciembre de 2023 07:36
El Washington Post –presunto portavoz de la CIA y propiedad nominal del polémico Jeff Bezos, mandamás de Amazon– participa en la demolición sicológica del atribulado premier israelí con un título telúrico: “Netanyahu y Hamas dependían uno del otro.Ambos pueden estar de salida (https://wapo.st/46PmOIa)”.

Cuando Netanyahu regresó al poder en 2009, el grupo sunnita palestino Hamas había ganado las elecciones en Gaza tres años atrás: Ambos habían jurado su mutua destrucción.

Al contrario: sucedió una coexistencia difícil una década y media, durante la cual los gobiernos seriados de Netanyahu y los líderes de Hamas se hicieron mutuamente útiles uno al otro para sus propios propósitos.

El aserto del Post es muy dispar porque equipara al omnipotente verdugo atómico con la víctima asfixiada que no tiene salidas más que las impuestas por su trágica circunstancia.

Netanyahu es el premier que más ha durado en la breve historia de 75 años de Israel: 16 años en total y el Post busca engañar con una falsa simetría: “la extraña simbiosis (sic) perduró –con años de escaladas y acomodamientos, esperanzas de calma y periodos de caos– hasta ahora, cuando tanto Hamas como Netanyahu enfrentan un posible fin a su tenencia del poder”.

La defenestración simétrica de Netanyahu y Hamas es la solución del día de Biden, cuyo asesor de Seguridad Nacional, el jázaro (https://bit.ly/3QqemJr) Jacob Sullivan, hizo el ridículo global alucinando, días antes al icónico 7 de octubre de la operación de Hamas, que las crisis en Gaza han desescalado (¡megasic!) y “Medio Oriente está más tranquilo (sic) de lo que ha sido por décadas (https://bit.ly/3MkeFE5)”.

Aquí el Post pierde su interesada simetría y cita selectivamente, para favorecer la solución reajustada de Biden –sin la antítesis dialéctica de la parte afectada palestina de Hamas, salvo a sus críticos–, al historiador israelí Adam Raz, quien ha realizado un estudio solipsista de la relación entre Netanyahu y Hamas: Es una extraña alianza (¡megasic!) que ya se agotó. Hamas no será más el gobierno en Gaza. Y se puede presuponer que Netanyahu está cerca del final de su carrera política. ¿Será?

El Washington Post prosigue el aburrido monólogo de Raz, y agrega otros observadores (de quienes no cita su número y los deja en el cómodo anonimato), quienes aducen en conjunto que “Netanyahu –que como candidato prometió aniquilar el gobierno de Hamas en Gaza–, al contrario, prosiguió una estrategia que no interrumpió el statu quo de una población palestina dividida, dejando a Hamas gobernar en Gaza y a su rival, la Autoridad Nacional Palestina en Cisjordania”. ¡Esto lo sabe cualquiera en Medio Oriente, sin necesidad de ser historiador u observador israelí!

De nuevo el Post cita a analistas anónimos: el cisma intrapalestino sirvió los propósitos de Netanyahu y oponentes a la solución negociada de dos estados al conflicto, al obstruir la capacidad palestina de oponerse a la ocupación de Israel. ¡Vaya sofisma!

La supuesta solución de los dos estados lleva 76 (sic) años, desde 1947/1948 (resolución 142 del Consejo de Seguridad de la ONU); o hace 56 años: desde 1967 (resolución 242); o hace 50 años, desde 1973 (resolución 338).

Como gusten: ¡La irresoluble solución de dos estados existe 40 o 20 o 14 años antes de la eclosión de Hamas en 1987, rama palestina de los Hermanos Musulmanes (artefacto de los servicios británicos de inteligencia), durante la primera Intifada (https://bit.ly/3TcufGf)!

El Post afirma que los críticos anónimos dicen (sic) que Netanyahu financió las operaciones militares de Hamas y permitió la archisabida transferencia de dinero de Qatar. Luego cita al jázaro Anshel Pfeffer, biógrafo de Netanyahu, quien asevera que éste se centró en Irán (¡megasic!) y dejó de lado el contencioso palestino que considera un distractor.

La obsesión-compulsión de Netanyahu siempre ha sido destruir a Irán. ¿Se saldrá una vez más con la suya? No es tan fácil.

The name of the game: Israel anhela ser la única potencia nuclear clandestina de Medio Oriente.

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