Acapulco, Gro. Unas 2 mil personas provenientes de diversas colonias comenzaron a recibir ayer enseres domésticos, que forman parte del programa de apoyo impulsado por el gobierno federal para damnificados por el huracán Otis.
Cientos de familias durmieron el sábado y el domingo, e incluso algunas desde el viernes pasado, en aceras, jardineras y estacionamientos del bulevar de las Naciones, en la zona Diamante de Acapulco, para no perder sus sitios y recibir un refrigerador, un colchón y una licuadora, entre otros artículos.
La distribución se inició ayer poco después de las 7 horas en el estacionamiento de lo que fue la tienda Costco Diamante, y desde ahí la fila era de unos cuatro kilómetros. Entre recuerdos, palabras de aliento y bromas subidas de tono, personas de todas las colonias esperaron con paciencia, coordinadas por efectivos del Ejército Mexicano.
¡La selfi, la selfi!
, comenzaron a gritar habitantes de la colonia Navidad de Llano Largo. Una de ellas, Sarahí Bustos, pidió a la corresponsalía de La Jornada: ¡Grábela a ella, puede llorar!
, mientras señalaba a su hermana Yamilet.
Poco después, Sarahí reconoció que no contuvo el llanto cuando comenzó a ver la llegada de ayuda a Acapulco tras los daños que Otis provocó el 25 de octubre.
En el bulevar de las Naciones, zona Diamante de Acapulco, Guerrero, unas 2 mil personas esperaron varias horas para recibir un refrigerador, un colchón y una licuadora, paquete que forma parte del programa de apoyo del gobierno federal para damnificados por el huracán ‘Otis’. Foto Héctor Briseño
–¿No sintió frío en la madrugada? –se le preguntó a Araceli García, de la colonia La Máquina, quien respondió: un chiputatal
, entre sonrisas de sus vecinos, que recalcaron que llevaban dos días formados.
Nosotros venimos de La Máquina
, comentó un joven que dijo llamarse Alfredo, a lo que una adulta mayor respondió: ¡Venimos de la colonia Salinas de Gortari los que estamos aquí! ¡No por un solo pendejo vamos a decir que somos de La Máquina!
. Esto generó carcajadas entre un grupo que hizo fila desde el sábado a las 8 de la noche.
Victoria Delgado, del poblado Tuncingo, en la zona rural del municipio, mencionó que el huracán “me dejó sin casa, y eso que era de material (ladrillo y cemento), no me dejó ni los calzones, ahí los fui a rescatar todos guangos”.
Un poco más adelante en la fila la familia de Martín Albino Salgado, comerciante semifijo de la colonia Ecologista, recordó cómo la crecida del río inundó su casa, lo que ocasionó que se perdieran lo mismo sus pertenencias que la mercancía que pretendió poner a la venta.
Aquí estamos después de disfrutar una luna maravillosa, vamos a disfrutar del sol, aunque está muy caliente me hace recordar que estoy vivo por la gracia de Dios
, expuso Albino, quien subrayó que aquí seguimos, vamos a empezar de nuevo, gracias a Dios estamos vivos
.