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Ansiedad demográfica

01 de diciembre de 2023 00:02

La “ansiedad demográfica” es un estado mental o afectivo desagradable que se vive como aprensión ante el crecimiento o el decrecimiento de la población. El término fue posicionado por el Fondo de Población de Naciones Unidas (UNFPA) en 2022, al llegar a 8 mil millones de habitantes en la Tierra.

Fue hacia la mitad del siglo XX cuando el mundo se encontró frente a un rápido crecimiento de la población, por el descenso de las tasas de mortalidad y el crecimiento en la esperanza de vida. Entonces se impulsaron campañas para reducir las tasas de fecundidad y el tamaño de las familias enfocándose principalmente en países que mantenían altas tasas de fecundidad (en África, América Latina y Asia).

Se llegó a calificar como explosivo y catastrófico el crecimiento de las poblaciones y se achacó al rápido crecimiento poblacional la causa del cambio climático, sin considerar las diversidades regionales ni llamar a cuentas a quienes generan la mitad de las emisiones de dióxido de carbono (el 10 por ciento más rico de la población mundial).

El informe titulado 8 mil millones de vidas, infinitas posibilidades: argumentos a favor de los derechos y las libertades (www.unfpa.org/es/swp2023) da cuenta de características demográficas que son expresión de la geopolítica y de los diversos niveles de pobreza o de riqueza de los pueblos. Se estima que la mitad del aumento de la población mundial previsto para 2050 se concentrará en ocho países con tasas altas de fecundidad, entre ellos Nigeria 5.2 hijos/mujer, Tanzania 4.7, Etiopía 4.2, Pakistán 3.5, Egipto 2.9.

En contraste, Europa es la única región en que habrá una caída global de población de aquí a 2050; dos tercios de la humanidad residen en países con baja fecundidad, como Taiwán 1.02 hijos/mujer, Singapur 1.17, Italia 1.24, España 1.29, Bosnia y Herzegovina 1.3, Japón 1.39 hijos/mujer.

Se ha intentado reducir el crecimiento de la población violentando los derechos de las mujeres mediante esterilizaciones forzadas o anticoncepción coercitiva, y ante la baja fecundidad se han lanzado programas para motivar a que las familias fueran más numerosas a cambio de incentivos financieros y recompensas para las mujeres y sus parejas; de manera extrema se han violentado los derechos reproductivos al cerrar servicios de salud reproductiva para promover los nacimientos o volver a penalizar el aborto.

En los países africanos la población sigue creciendo rápidamente, pero en América Latina se ha logrado regular el crecimiento demográfico, alcanzando tasas cercanas a uno por ciento. En México, el cambio en la política de población pasó de una narrativa de “gobernar es poblar” a la de “la familia pequeña vive mejor” que dio origen al nacimiento del Consejo Nacional de Población (Conapo) en 1974.

Las proyecciones de población del Conapo señalaron que de mantener las altas tasas de fecundidad (siete hijos/mujer) llegaríamos a ser 150 millones de habitantes en 2000, pero que si se impulsaban campañas y servicios de planificación familiar podríamos llegar al cambio de milenio con una población cercana a 100 millones (considerando también la migración internacional).

El despliegue de acciones de difusión, planificación familiar y educación sexual logró reducir la velocidad del crecimiento de la población; para 2000 el censo registró 97.4 millones de personas. Una política de población muy certera que estuvo acompañada del incremento del acceso de las mujeres a niveles de mayor escolaridad y al trabajo remunerado, movilidad social y ejercicio de sus derechos reproductivos. En el siglo XXI México presenta un panorama muy diferente al del siglo pasado.

Hay un freno de la fecundidad en todas las entidades federativas, con una tasa de 1.9 hijos por mujer y un descenso de 50 por ciento en la tasa de embarazo de adolescentes (aunque es alta, 60 nacimientos/mil adolescentes).

El crecimiento de la población mexicana es lento (0.88 anual) y alcanzaremos el máximo volumen en 2053, con 147 millones. Hoy la mayoría de población está en edad escolar y laboral y comenzó el envejecimiento poblacional (en 20 años se doblarán los mayores de 60 años).

No se ha regulado la movilidad interna (17 ciudades millonarias y más de 180 mil comunidades con menos de 2 mil 500 habitantes) y los escenarios de migración internacional son cambiantes y crecientes, lo cual a largo plazo podrían compensar la falta de población en edad laboral.

En el último informe del UNFPA se aboga por dar un giro de 180 grados a la visión catastrófica de los cambios de población. Habría que prescindir de los relatos exagerados y valorar la capacidad de adaptación de las sociedades, y sobre todo evitar que se vulneren los derechos de las mujeres.

En vez de angustiarnos, toca anticiparse y ser creativos. Para que las nuevas generaciones quieran tener hijos sería necesario cambiar las condiciones laborales y operar un sistema de cuidados, cortar y flexibilizar los horarios laborales con igualdad salarial para mujeres y hombres, servicios domésticos y de cuidados accesibles, generalizar la educación inicial y básica de tiempo completo, ampliar el acceso a la media superior y superior, incluyendo educación integral de la sexualidad en todos los niveles, medidas impopulares por amenazar intereses empresariales y por la gran inversión que requieren. Otra opción es aceptar vivir con baja fecundidad e integrar a las y los jóvenes migrantes.

*Secretaria general del Conapo.

X: Gabrielarodr108



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